En Argentina se reza en el campo de fútbol. Más que un deporte, es una excusa para reunirse, celebrar y compartir alegrías y sufrimientos. Como en todos lados, pensarán. Pero allí, el fútbol se vive con pasión cegadora, y parece que la música también. Porque el grupo de rock-indie argentino, Bestia Bebé (Buenos Aires, 2012), hizo que la Sala Maravillas de Madrid, en la que hicieron doblete y hasta sold out en una de las fechas, pareciese un estadio. Y planean seguir haciéndolo en toda España, con una gira que se alargará hasta finales del mes de noviembre.
En la grada se leían los nombres del exfutbolista argentino Gonzalo Higuaín y Mágico González, aunque también se podía ver una camiseta de la selección española. La banda, en cambio, lucía una equipación deportiva diferente que revelaba algunos de sus referentes: camisetas de Las Ligas Menores y de Jesus and Mary Chain. Sin embargo, Tom Quintans, cantante y guitarrista, dejó claro en qué equipo jugaba llevando puesta una chaqueta albiceleste de Adidas.
El cuarteto, formado también por Polaco Ocorso (batería) y Chicho Guisolfi (bajo) y Trébol Canoso (guitarra), comenzó su partido haciendo un homenaje al barrio porteño que les vio crecer: Luchador de Boedo, canción que forma parte de su primer álbum lanzado en 2013, con cuya portada se ganaron para siempre el apodo de “banda futbolera”. Y el público, como hinchas, empezaron a corear. Después, pasaron a su disco más reciente (2020), Gracias por nada, editado por Sonido Muchacho en España, con El podio del TC, para ir a su segundo álbum Jungla de metal 2 con Antártida Argentina. Un disco melódicamente alegre, que recuerda a grupos indies como Vampire Weekend y su single A-Punk, y que hizo que los asistentes no pudieran parar de revolverse en el pequeño escenario.
Y menos cuando, seguidamente, sonó Wagen del pueblo, que habla sin pretensiones del coche viejo de uno de los integrantes y que representa esa libertad en las letras de sus canciones a la hora de hablar de nimiedades. Aunque tampoco tienen miedo en abordar problemas generacionales, como en El Fin del mundo (otra vez), en la que se dicen a sí mismos: En lo que no puedo cambiar / Ya no quiero pensar o en Un documental sobre mí, un alegato al egocentrismo y al hastío juvenil: Si a nadie le importa lo que me pase a mí / Si nadie va a hacer un documental sobre mí / Voy a seguir limpiando hasta que se vuelva a ensuciar / No es que tenga miedo / Solo me cansa todo ese ruido.
De esta forma de retratar una generación, así como de la también banda argentina Él Mató a Un Policía Motorizado, han bebido Carolina Durante (quienes se encontraban entre los pogos del concierto), para hacer sus propias odas al fútbol, los amigos y las pequeñas cosas de la vida. Pero si vamos más allá, la música rock en Argentina, ya desde los años 90, se ha visto cubierta por una politización explícita, portando valores reivindicativos y contra el sistema establecido. ”La policía llegó / Y a todo le empezó a pegar / Tiempo para una fresca más, se escuchó cuando tocaron Media docena de maleducados.
Este estilo más punk y garage rock confluyó con el indie en canciones más esperanzadoras y calmadas, como su versión del True love will find you in the end, de Daniel Johnston. El amor ya va a llegar, que forma parte de su tercer disco: Las pruebas destructivas (2017), más maduro y con un sonido más limpio que los anteriores.
Asimismo, las retransmisiones de partidos antiguos que abrieron canciones como El uruguayo u Omar caldearon más el ambiente, aunque los componentes de la banda se mostraron tímidos, concentrados en su juego. El vocalista rompió el hielo dedicando al ex futbolista Rubén Paz una de las canciones. ¡Viva el Racing! gritó el público en respuesta. Al acabar el concierto, el Si yo fuera Maradona, de Manu Chao, que comenzó a sonar en los altavoces, anunció que había terminado, pero todos salieron con la sensación de que los de Boedo habían ganado el partido.