Así en la vida como en el teatro

dos viejos

¿Cuál es el mayor miedo del hombre? ¿Cuál es la eterna pregunta de la existencia humana? La muerte y el miedo aparecen en la obra de Virgilio Piñera como dos protagonistas más, presentes en todas y cada una de las palabras de los diálogos de los personajes, sin representación física al uso, pero casi más importantes que la absurda vida que están llevando Tota y Tabo, un matrimonio en el anochecer de su recorrer por la vida. Lo poco que les queda por vivir lo intentan distraer entre juegos terriblemente crueles, recortes de revistas, conversaciones e insultos, como en un intento de vuelta a una niñez perdida hace mucho. En sus cabezas hay más pasado que futuro y eso es algo difícil de asumir. Esta situación crea una tensión dramática que provoca en el espectador/lector una serie de reflexiones necesarias e inevitables.

 Virgilio Piñera crea un espacio dramático muy en la línea del teatro del absurdo. Como hizo Samuel Beckett en Esperando a Godot o Fernando Arrabal en Pic-Nic, basta con dos personajes con nombre poco convencional, hasta ridículo (Zapo y Zepo de Arrabal, Didi y Gogo en Beckett) para crear una historia completa, con referencias constantes a lo/los que no están (Godot, la guerra, la muerte/el miedo). Se inscriben en un espacio cerrado, simple, con los elementos escénicos justos y necesarios que permiten la completa atención del espectador en lo que ocurre en la escena. Tota y Tabo nunca abandonarán las escena por que el miedo de ir más allá es mayor que el tedio de la habitación con las dos camas. Personajes dominados por la hipocresía cuya única originalidad reside en su mortalidad. Un proceso de degeneración desde el instinto animal que nos define hasta la cruel civilización que hemos creado con nuestras manos y nuestros actos.dos viejos pánicos

En el mundo literario de Piñera hay lucha, hay resignación, una resignación que toma la forma del suicidio, figurado y/o real. Asistimos también a una adaptación conflictiva a las estructuras que definen y constituyen el mundo de los hombres. Lo que no hay, lo que cuesta encontrar, es perspectivas, solución o escapatoria. Ésta parece ser la amarga lección que el dramaturgo desea transmitir en su obra.

Al igual que Gogo y Didi, Tota y Tabo nunca serán capaces de llevar acabo el plan del que hablan y que urden durante toda la obra. Gogo y Didi, ante la eterna espera a Godot, deciden sentarse cuando hablan de irse. Tota y Tabo quieren morir. Morirse. Los dos a la vez, aunque se odien y cuenten las horas para dejar de verse. Pero sólo realmente tienen una cosa clara, más que a la muerte, temen por encima de todo el quedarse solos. Dos soledades unidas no significa que se esté acompañados, pero al menos parece menos absurda la existencia.

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