Ash esconde, en realidad, un nombre menos yanqui detrás de esas tres letras y un talento menos común detrás de esas manos blanquecinas y aparentemente terrenales. Ash ha vivido 24 años entre notas musicales, lápices y una imaginación incansable y se ha criado entre la playa de Samil y las noches de Churruca. Ash es un chico de Vigo que, tras suplicios y algunas, bastantes satisfacciones, se encuentra en pleno proceso de creación para una nueva exposición, Artlanticism, organizada por él mismo. Tendrá lugar el 23 de abril en Vigo y contará con The Froelich Brothers, dos diseñadores de Florida de los más apreciados dentro de la firma de ropa de surf y skate, Volcom.
Hablamos con él sobre dibujo, música… y por qué no, sobre la vida y el aterrador futuro. Ash Santos, deja lápiz y guitarra a un lado para teclear aquello que normalmente dibuja o arpegia:
En un mundo donde el intrusismo forma parte del día a día y el encontrar un camino abierto manteniendo un estilo propio, es harto difícil…
«Lamentablemente, vivimos tiempos en los que las prioridades se centran en otros campos más útiles y asequibles a ojos del contratante. Pocas veces he cobrado mis honorarios íntegros por trabajar, pero por desgracia es ley de vida a la hora de abrirse camino. Esto es así porque no se suele valorar la labor del artista, no existe una cultura arraigada que dé por hecho que un artista deba cobrar por su trabajo. Existe una diferencia abismal entre el mercado español y el de otros países.
¿Para qué van a contratar a un fotógrafo, diseñador, ilustrador profesional si un aficionado puede hacer lo mismo sin cobrar, o por cuatro duros? Insisto, no existe una base cultural arraigada que sirva como baremo para discernir, a ojos del gran público, una chapuza de un trabajo de calidad, con lo que parece que todo vale».
¿Qué diferencia una ilustración de calidad?
«Quizá lo más importante, incluso por delante de la ejecución, sea el estilo. Un estilo único y reconocible es indispensable. Los grandes nombres lo tienen, cualquiera puede reconocer al momento un dibujo de Charles Burns o de Dan Clowes«.
En tu caso, ¿qué hace especial a tu obra?
«El estilo y la línea, sin duda. Es algo que me suelen decir a menudo. La búsqueda y perfeccionamiento del estilo a lo largo de los años ha dado como fruto una serie de características comunes a todas mis obras que le imprimen coherencia, independientemente del tema tratado, y que las hacen fácilmente identificables. De hecho, suelo prescindir de la firma, aunque estoy realizando una serie de autorretratos de gran formato íntegramente conformados por el uso reiterado de mi firma».
Alberto Santos se graduó en Bellas Artes en la facultad de Pontevedra de la Universidad de Vigo y empezamos a conocerle por los grafitis en los muros de las calles de la ciudad olívica y sus publicaciones en el fanzine Fuck Comics. Me puede el automatismo mental y relaciono su obra iniciática con el fenómeno Bansky…
«El fenómeno en sí es bastante curioso. Hace años me regalaron tres libros de bolsillo, editados por el propio artista, que hoy en día son una rareza bastante cotizada.
La verdad es que Banksy no hizo nada nuevo, pero lo hizo a su manera, con lo que de nuevo hablamos de la importancia del estilo. El grafiti es, desde mi punto de vista, un vestigio de otro tiempo. Como la mayoría de escritores, comencé pintando los típicos wildstyles , con sus rellenos, brillos, powerlines… y poco a poco me fui dando cuenta de que había vida más allá de aquello. Me centré en los iconos, y posteriormente en estilos verdaderamente salvajes, lo que no sentó demasiado bien dentro de la comunidad del grafiti local, hasta alejarme por completo de todo aquello.
Considero que hoy en día, con la proliferación de Internet y la rápida difusión que puede tener cualquier contenido, el grafiti ha perdido validez. Respeto totalmente a los escritores, pero no veo demasiada diferencia entre estos y esos tíos que se visten y viven como si todavía estuviesen en los años 50. Aunque he de decir que hay honrosas excepciones…»
¿Las nuevas tecnologías ayudan o despersonalizan a la hora del arte gráfico?
«Depende. Hoy en día la tecnología te ayuda a no quedarte descolgado pero para el fetichista, acostumbrado a diseccionar trazos y texturas, son el demonio. En síntesis, el problema no está en el uso de las nuevas tecnologías, sino en cómo se usan. Soy partidario de utilizarlas, pero siempre y cuando respeten los rasgos elementales de mis trabajos».
Además, Ash siempre compaginó su inquietud dactilar con otro tipo de movimiento de falanges: la guitarra. Ciertos privilegiados, taciturnos maleantes de la ciudad viguesa, pudimos disfrutar de sus conciertos con grupos como los grungeros Sleeping Sickness (difícil olvidar verle tocar la guitarra hacia atrás, con la eléctrica en la espalda).
¿Cómo afecta la música a tus dibujos?
«Suelo partir de la experiencia personal, lo que intrínsecamente atañe a la música. Últimamente he estado experimentando con sonido, dibujando por medio de las vibraciones producidas por mi guitarra. Es algo que roza lo sobrenatural.
Por otro lado, estoy inmerso en un nuevo proyecto, Die Fritzels, una banda entendida como obra en su totalidad y catalogada como low cost punk«.
Música y dibujo siempre han ido de la mano en su vida. Dos artes que se retroalimentan e incluso devoran entre ellos y en la mente de Ash. Su actividad reciente como freelance es seguir diseñando para la Volcom Art Pool (siendo en 2009 Featured Artist de la firma e incluso participando en Volcomics #2) pero no deja la música atrás ya que grabará el primer EP con Die Fritzels a mediados de marzo, mientras crea y diseña para la exposición que tendrá lugar con sus colegas artísticos, Mitch y Dillon Froelich.
¿Dónde buscas la inspiración?
«Básicamente parto de la experiencia personal, en recuerdos y vivencias. Los momentos de introspección son cruciales. Puedo pasarme horas en la ducha, pensando, hablando solo. Si se me ocurre algo, lo dibujo en el vaho que se forma en la mampara. También me ocurría en el tren, puesto que solía viajar a diario de Vigo a Pontevedra para asistir a clase. Utilizaba el billete como soporte para las anotaciones.
Además, suelo consultar webs, libros, visitar exposiciones, hablar con artistas de diversas disciplinas… y escuchar música».
¿En qué formatos te sientes más cómodo?
«Por cuestión de comodidad, suelo trabajar con pequeños formatos, por ser más manejables, ya que estoy todo el día moviéndome de aquí para allá… aunque no le hago ascos a los grandes formatos, dado que son mi medio natural. Comencé en esto pintando muros, y la deriva hacia el mundo del cómic y la ilustración me llevó al folio, pero de vez en cuando paso de centímetros a metros».
¿Cuál es tu método de trabajo?
«Básicamente, consiste en partir de aquellas ideas que han surgido en algún momento y ponerme a trabajar de forma automática. Al igual que Keith Haring, a quien considero un referente desde que empecé en esto, suelo prescindir de pasos previos, algo heredado de aquellos años en los que los muros exigían inmediatez total. No me suelo parar a hacer bocetos, a encajar, etc. Es algo automático, espontáneo».
¿Qué esperas de la exposición de abril?
«Que sea inspiradora, no pido mas. Cuento con la colaboración de Mitch y Dillon Froelich, desde la Costa Este de EEUU. En Vigo no se suelen ver demasiados eventos así, cosa que es una pena. Me gustaría que las obras allí expuestas llegasen a alguien, y que ese alguien sienta lo mismo que yo sentía al descubrir una nueva pieza de Nano4814 en un muro que estaba vacío horas atrás, y que quizá es lo que me llevó a estar donde estoy ahora mismo.
Vigo siempre ha tenido algo especial, y me gustaría que Artlanticism añadiese un renglón más a la historia alternativa, la que no se ve».
Artista integral, Ash Santos nos dejará ver sus entrañas en las paredes de la tienda Westpeak, en donde, junto con los hermanos Froelich, Vigo será arte y seguirá siendo Atlántico. Artlanticism podrá ser vista el 23 de abril en la ciudad olívica.