Incluso antes de empezar la visita a ARCO, es fácil que nos mareemos ante la perspectiva de querer recorrer la muestra de 200 galerías de 27 países. Sin embargo, es una cita ineludible para todo aquel que quiera conocer el estado del arte contemporáneo más allá de nuestras fronteras. La 36ª edición está dedicada al arte argentino como país invitado, pues participan doce galerías de dicho país, que muestran la importancia creciente de las creaciones latinoamericanas frente a un aparente dominio del arte norteamericano y europeo a nivel internacional.
El visitante puede advertir con facilidad que en el primer pabellón predomina el pictorialismo ante el resto de artes visuales, y la tendencia general ha virado hacia el op art, un arte que no tiene nada de novedoso. Sin embargo, no deja de haber obras originales, especialmente en el segundo pabellón, donde la vanguardia, la escultura y el videoarte se muestran en su máximo esplendor, y una parte del aire fresco proviene, precisamente, del país invitado. La comisaria independiente Inés Katzenstein ha escogido doce galerías que suponen un aperitivo del arte diverso y de la gran calidad y modernidad que presentan las obras argentinas. Gracias al foco mediático que se ha instalado en la sección de Argentina, hemos podido conocer que existe una gran contradicción en el país del cono sur: el mercado está por detrás de sus artistas. Además, las visitas institucionales como la del presidente Mauricio Macri junto a los reyes el pasado jueves, hacen que ARCO ya no sea solo una Feria de Arte Contemporáneo sino que se convierte en un lugar de diplomacia cultural, de encuentro entre países donde se forjan acuerdos y relaciones internacionales, algo que no siempre conviene mezclar con la cultura.
Lo argentino, por su parte, se caracteriza por ser multicultural, se deja influir por lo que acontece más allá de sus fronteras: figurativismo, abstracción, performance, ready mades, arte poético, surrealista, conceptual, de archivo, artistas particulares… Si bien el panorama del país resulta halagüeño con respecto al 2000, año en el que tan solo había una única galería de arte contemporáneo, frente a las cuarenta actuales, la presión fiscal sigue siendo a día de hoy demasiado fuerte y hay una clara centralización de la distribución en Buenos Aires. Con todo, transacciones tan importantes como las de exportar arte al extranjero en el contexto de la globalización siguen siendo astronómicas. Esto es especialmente perjudicial para el arte de un país que vive de su comercio internacional. Sin embargo, siempre prevalecerá lo más importante, una serie de talentos nacionales que siempre buscan abrirse camino en el mercado mundial. Así lo corrobora la obra de artistas invitados como Antonio Berni, Alberto Greco, Eduardo Stupía, Mirtha Dermisache, León Ferrari, Guillermo Kuitca, Leandro Erlich, Jorge Macchi, Liliana Porter, Tomás Sarraceno, Fabio Kacero, Marta Minujín o Pablo Accinelli. Del conjunto de todos ellos, dice Graciela Speranza en declaraciones para Babelia, que «en ese panorama, la variedad del arte argentino con sus obstinados, sus raros y sus excéntricos es un buen antídoto, un reactivo contra el consumo cultural gregario y la masificación rampante».
Sin embargo, las galerías argentinas como Barro Arte Contemporáneo han podido traer una selección del arte argentino en todas sus variantes, destacando la instalación que imita la sala de los espejos del Palacio de Versalles que acoge las intervenciones y performances como la del artista catalán Albert Plá, o una instalación inspirada en el Jardín de las Delicias de El Bosco, tras el monográfico del pasado año en el Museo del Prado. Argentina es uno de los mayores exponentes en el arte latinoamericano y buen ejemplo de ello son las galerías que exponen en ARCO, quienes mezclan tanto artistas jóvenes como consagrados, así como las distintas tendencias artísticas ya mencionadas.
También han tenido gran importancia, para aquellos que estuviesen interesados en conocer las claves del arte actual en ARCO, las visitas guiadas por las exposiciones, que se enmarcan dentro del programa Walk With the Curator. Además, resultan interesantes otras plataformas que ya vienen formando parte de la feria varios años, como Diálogos, una especie de duelos o intercambio de creatividad entre parejas de artistas o el Opening, dedicado a talentos jóvenes y abierto a la participación de dieciséis galerías con un máximo de siete años de antigüedad. Cultura Joven tiende a ser realista y comprende que una feria del arte como ARCO no está al alcance de todos los bolsillos ni horarios. De modo que queremos consolar a todos aquellos que no pudieron asistir, sea cual sea la razón, pero que estén interesados en descubrir el arte contemporáneo argentino ya que habrá una serie de exposiciones disponibles fuera de IFEMA hasta el mes de junio:
- Eduardo Berti y Monobloque en CentroCentro (21 febrero – 16 abril)
- Leandro Erlich en Espacio Fundación Telefónica (23 febrero – 23 abril)
- Leandro Katz en Tabacalera (17 febrero – 16 abril)
- Jorge Macchi en CA2M de Móstoles (18 febrero – 11 junio)
- Las decisiones del tacto en Casa América. Con runo Dubner, Carlos Huffmann, David Lamelas, Eduardo Costa, Eduardo Navarro, Humberto Rivas, Karina Peisajovich, Mariana Ferrari, Marie Orensanz, Mariela Scafati, Miguel Mitlag, Paola Vega, Sofía Böhtlink y Tiziana Pierri (15 febrero – 21 marzo)
- Nicolás Robbio en La Casa Encendida (17 febrero – 16 abril)