‘El viaje de Arlo’ es un collage

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La nueva producción de Disney-Pixar que se estrenará el 27 de noviembre, El viaje de Arlo, parte de una pregunta interesante: ¿qué habría pasado si los dinosaurios no se hubiesen extinguido? Pero esta es, en realidad, sólo una excusa para justificar la presencia de estos seres en el film, puesto que el tema central gira, una vez más, en torno a la amistad entre el miedoso apatosauro llamado Arlo y el pequeño cavernícola ‘Spot’. A partir de una serie de desavenencias, ambos son arrastrados por un río y tienen que emprender el camino de regreso a casa. Un camino donde Arlo aprenderá a valerse por sí mismo en una naturaleza hermosa y peligrosa a partes iguales.

Cuando uno acude al cine para ver una película Pixar alberga ciertas expectativas. Como mínimo, sabe que el dinero de la entrada merece la pena. Sin embargo, no puede decirse que esta trama sea del todo original, ya que varios momentos del film recuerdan a historias anteriores: las huella en la pared y el viaje emprendido por dos jóvenes que en un principio no congenian lo habíamos visto en Hermano Oso (Aaron Blaise y Robert Walker, 2003); un protagonista debilucho que termina lejos de casa recuerda bastante a Nemo (Andrew Stanton y Lee Unkrich, 2003); incluso vemos varios trazos clarísimamente inspirados en El rey León (Rob Minkoff y Roger Allers, 1994) en escenas como la de Arlo y su padre en el río o el diálogo entre los ladrones de ganado (que vendrían siendo las hienas). En fin, que esta especie de collage decepciona y frustra al seguidor entusiasta del sello de animación. Más que eso, da rabia que se haya desaprovechado la idea de una película con tanto potencial.

A pesar de todo, la técnica de unos paisajes sutilmente ambientados en la conquista del oeste norteamericano es impresionante; algunas escenas son, incluso, poéticas. Los diálogos y la animación, en general, están a la altura de las cintas de Pixar, que nos tienen acostumbrados a conversaciones un poco más adultas, un humor ingenioso y a soltar alguna lágrima hacia el final. Además, la banda sonora de los hermanos canadienses Michael Danna (La vida de Pi, 2012) y Jeff Danna (Resident Evil: Apocalypse, 2004) es bastante buena. Con un sabor celta se remarcan los momentos más épicos de El viaje de Arlo, y se dulcifica lo suficiente para empatizar con los protagonistas en las escenas más sentimentales.

Hay que admitir que Peter Sohn –que debuta como director de un largometraje de animación– ha sabido mantener ese cierto toque mágico de Pixar, con un guión que se adapta tanto a niños como a adultos. En una clase magistral sobre la animación, el pasado viernes afirmaba que había puesto todo su corazón en la cinta, y seguro que es cierto, pero no ha estado a la altura de su antecesora Del revés (Inside Out). Sería una de las mejores producciones del sello de no ser por esa falta de originalidad. ¿El veredicto? La recomendamos. Aunque no cumple con las expectativas, entretiene.

Aquí puedes ver parte del corto que acompañara a El viaje de Arlo: una apelación a la tradición cultural en tiempos modernos.

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Ingrid Ortiz Viera

Soy una completa ignorante o tal vez una aprendiz incansable. Cuanto más viajo, más me doy cuenta de lo que me queda por ver; cuanto más leo, más autores quiero descubrir; cuanto más vivo, soy más consciente de lo que me queda por saber...

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