Un viaje hacia el perdón

Escena de la película Drive my Car
La complicidad para seguir adelante

Drive my car se alza como una de las favoritas con hasta cuatro nominaciones en los Premios Oscar

Este 27 de marzo se celebrará la 94ª edición de los Oscar. Entre las películas seleccionadas al codiciado galardón, Drive my car (Japón) ha traspasado todos los récords en la carrera profesional de Ryüsuke Hamaguchi, director de este título. La obra cinematográfica que ha arrasado tanto en los Globos de Oro como en la última ceremonia de los Premios Bafta, celebrados el pasado 13 de marzo, cuenta con hasta cuatro nominaciones. Un filme que retrata la pérdida, el perdón y, sobre todo, la culpa por el trauma de los acontecimientos del pasado. Actualmente está nominada en las categorías de mejor película, mejor guion adaptado, mejor película internacional y mejor dirección.

Basada en un relato corto de la colección de cuentos de Haruki Murakami, que escribió allá en el 2014, Drive my Car dura casi tres horas. Este último fenómeno cinematográfico se caracteriza por añadir ingredientes como la soledad y la melancolía, cocinados mediante una cocción lenta, pausada, sin grandes dosis de acción o sobresaltos, pura poesía. La cuidada fotografía muestra un gran número de metáforas trabajadas con suma delicadeza para los ojos del espectador. La historia se podría contar perfectamente con menos minutos de metraje, pero Hamaguchi consigue alargarlo con sutileza creando una narración donde el argumento no resulta para nada pesado. El viaje interior del protagonista es lento, al igual que su visualización.

Hidetoshi Nishijima y Toko Miura en Drive my Car
Hidetoshi Nishijima y Toko Miura en Drive my Car

Todos tenemos secretos

Yüsuke Kafuku, interpretado por Hidetoshi Nishijima, es un aclamado director y actor de teatro que acepta producir la conocida obra Tío Vania, de Antón Chéjov, tras el inesperado fallecimiento de su esposa. Tanto la melancolía como la culpabilidad le acechan, pero en su viaje interior, Kafuku no está solo. Misaki Watari, interpretada por Toko Miura, es su inseparable compañera de aventuras. Una solitaria joven que lo único que sabe es conducir. Dos personas traumatizadas por el pasado que van estrechando una creciente conexión espiritual conforme más tiempo pasan juntos. La esposa fallecida del protagonista grabó en cinta la interpretación del texto de Tío Vania con el objetivo de que Kafuku aprendiera de memoria el relato. Un audio que repite casi sin descanso durante los trayectos en coche. Esa voz, ya del pasado, casi fantasmal, crea un vínculo con Miura, que consigue abrirse emocionalmente a través de la voz de la difunta mujer.

Reika Kirishima e Hidetoshi Nishijima en Drive my Car
Reika Kirishima e Hidetoshi Nishijima en Drive my Car

El nexo en común es un Saab 900 Turbo de 1987, un coche donde reina el silencio, pero también el entendimiento. Los planos del automóvil son los que más predominan a lo largo de la película, pero no desde un punto de vista agresivo, sino desde la zona de confort de los protagonistas, la esperada calma tras la fuerte tormenta. Un vehículo de un color rojo potente que consigue robar la mayor parte de los planos, sobre todo los ambientados en la carretera, como si fuera el único coche en la faz de la tierra, dejando a los demás sin ningún tipo de protagonismo. El verdadero escenario de la película se encuentra dentro de sus tres puertas, donde se van esclareciendo todas las incógnitas de la trama. Un medio de transporte bien cuidado, que refleja prácticamente la perfección que anhela Kafuku en un presente lleno de traumas, melancolía y soledad. 

Escena automóvil drive my car
El Saab 900 Turbo de 1987 como metáfora de la película

La incomunicación se encuentra presente a lo largo de la obra cinematográfica. Tanto Kafuku como Watari evitan expresar sus sentimientos. Pero también aquí cobra importancia el cómo se dice. La película no solo se centra en el japonés, sino que aparecen otros idiomas para esclarecer el transcurso del relato, desde el mandarín hasta el inglés y el lenguaje de signos. Un lenguaje que suele tener poca presencia en el mundo del cine, pero que en Drive my car cobra un valor esencial, otorgando gran relevancia a las emociones escondidas del ser humano más que a las palabras caracterizadas como efímeras y contradictorias.

Tío Vania de Antón Chéjov como referencia

Todos las cuestiones que aparecen en la trama están vinculadas con el relato de Tío Vania, una de las obras teatrales más famosas del siglo XIX, donde sus personajes se replantean su propia existencia en una sociedad en declive. Un asunto que Kafuku acoge a su propia existencia. Una realidad hueca ante un futuro funesto y sin ningún tipo de sentido.

Drive my car se centra en el relato de Tío Vania de Antón Chéjov

Drive my car tiene todos los ingredientes para hipnotizar al espectador durante casi tres horas. 179 minutos de travesía espiritual para conocer la historia de Kafuku o, incluso mejor dicho, la del Tío Vania. Una obra cinematográfica repleta de metáforas visuales en una búsqueda incansable del perdón, donde el silencio no entorpece la narración, sino que la engrandece. En algún momento, todos hemos sido Yüsuke Kafuku intentando perdonarnos ante ese gran sentimiento de culpa que se olvida por momentos, pero nunca desparece. 

En las quinielas sobre quién se va a llevar la estatuilla a mejor película extranjera aparece el nombre de Drive my car. Las otras cintas también nominadas son La peor persona del mundo, de Joaquim Trier (Noruega); Fue la mano de Dios, de Paolo Sorrentino (Italia); Flee, de Jonas Poher Rasmussen (Dinamarca); y Lunana: A Yak in the Classroom, de Pawo Choyning Dorji (Bután).

Tráiler Drive my car

Mario García

Periodista cultural amante de la parafernalia. El Ziggy Stardust del periodismo.

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