Cuando uno se adentra en la dimensión del patín descubre una parcela propia, llena de riqueza y tintes urbanos. Pero, ¿qué es realmente el skate?
La palabra procede del término inglés skateboarding que, a su vez, deriva de skateboard (patín o patinete). Podemos considerarlo una disciplina urbana que consiste en deslizarse con un monopatín y hacer infinidad de trucos, lo que los skaters conocen como “tirarse al barro”.
Esta jerga callejera hace referencia al concepto de elevarse por vertiginosas rampas y surfear barrios, aceras y bordillos, haciendo infinidad de saltos y piruetas.
Con el paso del tiempo, esta “moda urbana” ha ido tejiendo su propia telaraña vital.
El origen se remonta al surf y a la California de los años 60. Allí, en la época de los Beach Boys, en los maravillosos parajes marítimos, este deporte acuático pasó de ser una tendencia alternativa, vinculada con la cultura underground, a una moda que hizo de California el epicentro para todos los surfistas de Estados Unidos.
Así nació el skate, disciplina que está completamente vinculado a las olas. De surfear el mar, los pioneros del skateboarding pasaron a surfear las calles.
En los años 60 y 70, los monopatines consistían en un trozo de madera con ruedas. Con el paso del tiempo se perfeccionó la técnica. Entraron en escena los skateboards, el concepto de monopatín más ligado al actual. Así, entre esta nebulosa de asfalto y ritmo urbano, el skate fue adentrándose en una esfera de la sociedad.
Alrededor de los años 70, el skateboarding ya era difundido por revistas especializadas. Y así hasta ahora, aunque a veces, pocos conocemos lo que verdaderamente engloba.
En Madrid, desde hace unos años podemos encontrar varios locales dedicados “en cuerpo y alma” al mundo del patinete. También, por otra parte, podemos percibir una nueva ola, esto es, lugares que más que ser garitos de skate, son burbujas pretenciosas que beben de la cultura neo-hipster. Aquí surge la duda: ¿se nace skater o se hace?. Esto se materializa, para muchos críticos de lo moderno, en el boom actual del longboard. Este patín es mas fácil de manejar (es una tabla mas larga que el patín original) y es mirado con desconfianza por los skaters más sofisticados.
El auge del patín en España comienza sobre todo en los años 90. Coincide con el breakdance y bebió de la música rap. Su centro neurálgico era Colón. Allí se patinaba de una forma lenta, en bordillos y aceras al ritmo de los raperos del momento.
Esta ola de skaters era diferente a la de los años ochenta. Por aquel entonces, los patinadores eran más puristas y se reunían en el Antiguo Parque Sindical. En el Sindi, como lo llamaban, las rampas eran el epicentro. La forma de deslizarse con el patín era más rápida y arriesgada.
Calle Palafox, Madrid. Cerca de la Plaza de Olavide, en una calle tranquila, de cierto aire señorial y vecinos del Madrid de “toda la vida”, se encuentra la Old School Skaterock Shop. Este local híbrido se mueve entre tienda, bar-restaurante y lugar de reunión de los skaters más puristas. Blanca Gil regenta este espacio desde hace tres años. Charlamos con Blanca sobre la tendencia del skate, su contaminación con la cultura hipster y el origen de este local tan genuino. Ella lo tiene claro, ciertos lugares de Malasaña, que siempre han sido clave para el skateboarding, comienzan a ensuciarse con la llegada del longboard y el skate impuesto como una simple moda.
Hace ocho años, Blanca puso una tienda dedicada al mundo del patín en la calle de La Palma. Cuando la tienda se fue haciendo pequeña decidió cambiar de barrio y de concepto. Ahora, el Old School Skaterock Shop es un sitio donde uno puede tomarse una cervecita artesana, escuchar skate rock y comprar o arreglar monopatines y accesorios. Cuando uno visita el Old School Skaterock Shop por primera vez, este se antoja como el parque temático del skate: suena skate rock, hay rampa, tienda con accesorios para el patín, Vans, estética skater, paredes con ilustraciones de arte urbano y vida, mucha vida.
Llama la atención la rampa cóncava que se sitúa dentro del propio bar, ningún otro sitio en Madrid permite a los clientes rampear en el interior. En referencia a porqué eligieron la tranquila calle de Palafox, Blanca habla de que moverse era necesario ya que “el ambiente de Malasaña es muy nocturno”. Además, señala, “tener un bar de este tipo, en un barrio que no te esperas, hace mucha limpieza de gente, aquí no viene gente a posturear, vienen al bar porque les gusta el ambiente”. Pregunto a Blanca por los vecinos, a lo que me responde que «son muy majos». Al principio se quedaron sorprendidos por la irrupción de esta moderna tendencia. A veces el skate se asocia, de una mala forma, a lo violento. Pero, ¿quién no se ha asustado alguna vez ante un skater volador que, de repente, irrumpe en nuestra acera?
La Old School también gestiona exposiciones de arte. El arte de las ilustraciones está muy ligado al mundo del patín. Las paredes del local están decoradas con miles de láminas. Ed Templeton, por ejemplo, es un conocido skater y artista contemporáneo que con sus ilustraciones sobre el mundo del patín llegó a exponer en el MoMA.
La música también tiene una parcela propia. Blanca es tajante: -“Nada de rap, por Dios”. El skate rock está más ligado a los skaters más refinados. La rapidez y el ritmo frenético de los saltos de los ramperos requiere de música como el rock. El Rap, por su parte, comenzó a asociarse al mundo del patín en los años noventa. Los skaters de Callao, por ejemplo, patinaban más por bordillos y aceras que por rampas. Su ritmo era más lento, de ahí su ligazón al rap. “Para tirarte al barro necesitas rock and roll”.
En su día, algunos skaters se posicionaron a favor de que el skate llegase a ser deporte olímpico. Tokio, por ejemplo, hizo esta petición hace unos meses. El país pretende que tanto el skate como el béisbol o el surf se incorporen a las próximas Olimpiadas del 2020. Son muchos los detractores de esta inclusión. Para éstos, el skate es una forma de vida, una corriente urbana que perdería parte de su esencia propia al verse convertido en disciplina olímpica.
Algunos lugares para practicar skate en Madrid son Madrid Río, el parque de Rodriguez Sahagún en Tetuán o el Parque del Oeste. Para la práctica del pool, una modalidad de rampas más ligada al surf, se requiere la presencia de los famosos skate parks. Uno de los más famosos está en Alcobendas, allí hay varios. También se puede practicar en Madrid Río pero es necesario tener un nivel más avanzado por la complejidad de las estructuras. Otros sitios clave que albergan skate parks o que tienen infraestructuras adaptadas para los skaters son los municipios de Galapagar, Fuenlabrada o Getafe.