‘Su Majestad’, una crítica descafeinada a la monarquía

Anna Castillo interpreta a la princesa Pilar - Amazon Prime Video
Anna Castillo interpreta a la princesa Pilar - Amazon Prime Video

La nueva serie que parodia a las familias reales deja un sabor agridulce con actuaciones sobresalientes, pero quedándose a medio gas entre el juicio y la admiración.

Pilar, princesa heredera al trono, 27 años, fiestera, inteligente y poco responsable. Guillermo, secretario de la corona, monárquico, leal a España y al cuidado de la responsable de mantener el país en equilibrio. Dos personas, dos papeles, múltiples inspiraciones y miles de referencias en una comedia a la española descafeinada, llena de tópicos, pero con un cariz relajado y que abre las puertas al futuro. Su Majestad llega a Amazon Prime Video con una Anna Castillo nacida para ser reina y un Ernesto Alterio que sobresale con su actuación.

Dicen que la realidad supera a la ficción, y no es para menos cuando al ver esta nueva serie, que pretende criticar los actos de la monarquía, se convierte casi en un documental con matices graciosos y ficcionados. Un rey corrupto, una heredera prometiendo a su padre que un día volverá a casa y una casta rica en dinero y pobre en valores dominada por los jueces. Unas historias que el común de los españoles se imagina o sabe, pero que nadie se había atrevido a contar y, en este punto, hay que darle la enhorabuena a Diego San José y Borja Cobeaga, cocreadores, por abrir esta puerta a hablar de la familia real sin miedo al que dirán, aunque siempre con el freno de mano a medio poner.

Pilar (Anna Castillo) fumando en las dependencias reales - Prime Video
Pilar (Anna Castillo) fumando en las dependencias reales – Prime Video

La futura reina de España es interpretada por Anna Castillo, una actriz a la que parece salirle natural ese algo prepotente y borde, pero que a la vez es capaz de conseguir que el espectador empatice con su personaje. Sus dramas y sus privilegios se quedan a un lado cuando individualizamos su figura y, aunque durante los siete episodios los chistes son recurrentes, consiguen mostrar la dualidad que existe entre la princesa y la persona. Entonces, ¿quieren que nos caiga bien o que nos caiga mal? Ambas sería la respuesta correcta.

Con Ernesto Alterio pasa algo diferente. En él se ve al español tradicional, de familia burguesa, privilegiado y monárquico, pero trabajador como el que más, dejando su vida para proteger no solo a la princesa, sino también los intereses del país – por lo menos de cara a la galería-. Un hombre capaz de hacer cualquier cosa y al que adoras desde el primer segundo que aparece en pantalla. Tan bien vestido, tan formal, tan elocuente, manipulador y organizado.

Una dupla galáctica y real en la que su alteza – no su majestad, como bien queda claro en la serie – y su secretario pueden convencer a jueces, arzobispos, militares y políticos de que ella es lo mejor que le puede pasar al país. Una pareja de actores que se complementan y se mejoran cuando salen juntos.

Ernesto Alterio y Anna Castillo protagonizan 'Su Majestad' - Amazon Prime Video
Ernesto Alterio y Anna Castillo protagonizan ‘Su Majestad’ – Amazon Prime Video

Una serie de comedia que se queda corta en risas

La serie se vende como una ferviente crítica a la monarquía, pero el miedo a las consecuencias está presente. Lo básico está claro, un rey que tiene que marcharse del país… una princesa que representa personajes de la realidad que beben, fuman y salen de fiesta como si fuesen personas normal porque, en el fondo, lo que quieren es que se les vea… Incluso incluyen frases famosas como, “Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir”. Al final, todo queda reducido a esas cosas superficiales, visibles para cualquier español.

Más duras parecen las críticas a los jueces. Unas personas que representan lo más antiguo y casposo de la sociedad, se burlan de los ciudadanos, de los ideales y de cualquier cosa que ellos consideren woke, una idea en la que poco se ahonda cuando es el público objetivo de esta serie. Otras escenas muy acertadas son las reuniones privadas entre Pilar y los altos cargos del gobierno, del ejército y de la iglesia que recuerdan a los posibles encuentros que sucedieron allá por 2014 cuando Juan Carlos de Borbón abdicó.

A pesar de sentir que podrían haber sacado más jugo a estos personajes, España está presente en cada escena y eso gusta. Tiran de tópicos como la mejor tortilla de patata, las últimas croquetas de una madre o una final de fútbol en Madrid con dos equipos catalanes, actos muy identificables y que, para la narrativa, son situaciones facilonas que enganchan.

Los Punsetes, Cecilia o Joe Crepúsculo contribuyen con sus voces a la banda sonora de una España diversa, además de descubrirnos que el himno queda igual de bien en el órgano de una iglesia que en una fiesta tecno en el Teatro Barceló. Un escenario muy reconocible, aunque no es el que más destaca, muchas escenas fueron grabadas en enclaves únicos como la actual Casa de América, es decir, el Palacio de Linares, el de Santoña o La Granja de San Ildefonso.

Su Majestad está compuesta por capítulos cortos, sorprendente en una producción española. Treinta minutos cada uno, 3 horas y media en total, es como ir a ver The Brutalist al cine, pero sin el descanso del medio por la necesidad ingeniosa de estar pensada para ser «maratoneada«. Una cuestión que consigue que la olvidemos tan rápido como terminas de verla.

Con sus pros y sus contras han conseguido que se hable de ella, que se comente y, junto a La vida breve, surgen series que abren a la industria a criticar y comediar lo más sagrado de España, su querida monarquía.

Miriam González

Joven periodista de 24 años apasionada de la música, la fotografía, el cine y, sobre todo, del periodismo.

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