Soderbergh la domó a medias

Cartel de la película 'Indomable'. Fuente: Blogs El País.

“Nunca he matado a una mujer”. Ni lo vas a hacer. Porque la misma contundencia de esta frase es la que posee a la que quieren matar, Mallory Kane, interpretada por Gina Carano, y con la que es mejor no enemistarse. ¿Por qué? Vean cómo reparte en Indomable, la última película de Steven Soderbergh en la que el director de Contagio hace cine con estilo, pero sin fondo. ¿El resultado? Un filme entretenido, que pudo ser mucho más. El largometraje nos descubre Mallory, una ex marine convertida en agente secreta que trabaja para una subcontrata del gobierno.

 

Su potencial hace que le encargen las misiones más peligrosas, hasta que es traicionada y tiene que luchar para evitar que la capturen. Una historia clásica del género de acción, plagada de caras conocidas (Ewan McGregor, Michael Douglas, Antonio Banderas…) y que sobrevive gracias a la experiencia de Soderbergh, que hace uso de su agudeza cinematográfica para lanzar salvavidas a un guión pobre y tibio.

El primero de estos flotadores es el uso del sonido que, a excepción de la endeble banda sonora de David Holmes, ayuda a dotar de realismo a las escenas de acción: la fuerte respiración de Mallory cuando huye de sus enemigos o la ausencia de música cuando comienza una pelea cuerpo a cuerpo, consiguen autentificar las escenas con el simple efecto de subir o bajar el volumen.Imagen de la película 'Indomable'. Fuente: Encartelera.com

Esa sencillez con la que el estadounidense engrandece lo pequeño también se ve en cómo unos sugerentes planos que cuentan en imágenes lo que el guión no se ha esforzado en decir con palabras. Además, hay un acertado tratamiento del tiempo, en el que los feedbacks juegan a seducir a la narración, con varios vaivenes presente-pasado.

Al final, el cineasta viste lo mejor que puede un cuerpo débil y raquítico, a través de un traje cinematográfico que se abre un abrupto comienzo y se abrocha con otro abrupto The end. Y es que es difícil tomar las medidas exactas a un ser de innumerables patas, pelos escurridizos y que no para de moverse. Porque puede que el cine, igual que Mallory, sea indomable.

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