Rudolf nos lleva a la Alemania de la posguerra. Es entonces cuando un joven judío busca a la amante de un alto criminal nazi. Se sabe que huyó a Sudamérica y es posible que ella conozca su paradero. Cuando se encuentran, una relación comienza a surgir entre ellos. Pero, ¿pueden amarse los enemigos? o ¿es precisamente por eso por lo que se atraen?
Quizás nuestra duda la resuelva este montaje, dirigido por Cristina Rota, que une en las tablas a María Botto y a Roberto Drago, a partir del 12 de marzo, en la Sala Mirador. Cultura Joven ha hablado con sus dos protagonistas, que se vuelven a reencontrar, años después, tras el cortometraje En la otra camilla.
MARÍA BOTTO
Pregunta: ¿Cómo nace Rudolf?
Respuesta: El proyecto nació a raíz de unas lecturas dramatizadas, de unas obras que le enviaron a Cristina, de dramaturgos noveles de provincias de Argentina. Entre las cuales, la que más le conmovió fue Rudolf. El tema nos interesaba mucho, es la memoria historia, el sanar las heridas del pasado para poder continuar, y entonces decidimos ponerla en pie.
P: ¿Cómo es su personaje?
R: Mi personaje es Greta, una mujer de clase media, que en su momento no hizo nada. Fue una observadora más y ahora está en un momento, en la posguerra, pasando hambre, viendo cómo se levanta el país sobre cadáveres y se encuentra en una situación de mucha soledad.
P: ¿Se pueden enamorar dos personas tan diferentes y con esa memoria histórica?
R: Ese es el tema de la obra. Si existe una posible reconciliación entre dos personas que han estado en trincheras diferentes y esa es la pregunta que se hace a lo largo del montaje. Yo, personalmente, creo que no hay reconciliación posible si cada uno se mantiene en su postura. No la hay si el que quiere sanar y enterrar dignamente a sus muertos se encuentra con el otro, que te está diciendo que hay que mirar siempre para el futuro. No creo que sea sano avanzar si uno tiene fantasmas. Si una nieta no sabe donde está su abuelo, si un hijo no sabe donde está su padre… Creo que no hay reconciliación ideológica.
P: Vuelve a coincidir con Roberto Drago. ¿Tenía ganas de volver a interpretar con él?
R: Sí, nos conocemos desde hace 20 años, hicimos la lectura juntos. Somos muy parecidos. Tenemos la misma forma de enfrentarnos a las dificultades y nos lo pasamos muy bien juntos.
P: ¿Cómo animaría a nuestros lectores para que fueran a ver Rudolf?
R: Puedo decir que es una obra muy interesante, con mucho sentido del humor. A veces, de las desgracias más terribles uno encuentra ese sentido del humor. Por momentos es muy divertida y que si quieren vengan. Que si vienen les invito a una cerveza. Como vengan 50 me vuelvo pobre (dice entre risas).
ROBERTO DRAGO
P: ¿Qué nos puede contar de Rudolf?
R: Es una obra muy intensa que habla de muchas cosas, y es el encuentro de dos náufragos en realidad, que están como sin rumbo en la vida. Los dos son víctimas de la guerra, una es víctima de los que perdieron y otra es víctima de los que ganaron. Toman el mismo barco, pero es un barco que no flota muy bien.
P: ¿Cómo es su personaje?
R: Es bastante enigmático, tiene secuelas de la guerra. No se sabe directamente cuáles durante la obra, pero quedó muy traumatizado y tiene solo una meta en la vida, que es encontrar a este nazi en concreto. Quiere hacer justicia. Se va encontrando con problemas en medio, se va chocando con los deseos de ella. Él se va desviando de su camino, y eso produce una gran contradicción para él.
P: ¿Se pueden enamorar dos personas con ese pasado tan diferente, con esa memoria histórica?
R: Esa es la gran pregunta, si se pueden enamorar o no. Yo creo que el amor no se puede controlar, lo que sí, cuando hay deseos y hay una resistencia, en el aspecto de que tu deseo se choca con otros, siempre hay un deseo que se impone. Y el deseo de la justicia cuando te han matado a la familia, o eres víctima de la guerra, supera cualquier otro deseo.
P: ¿Cómo animaría a nuestros lectores para que vengan a ver Rudolf’?
R: Es una obra muy interesante en el aspecto no realista, una obra que pretendemos que comience como comedia negra, pero tiene una gran profundidad. El conflicto entre los personajes es muy interesante, y también cómo lo ha llevado Cristina, que tiene una sensibilidad especial. Es un ejercicio muy interesante de teatro, más allá de cómo lo hagamos. Está conseguido lo que queríamos contar.
P: Vuelve a coincidir con su compañera María Botto, después de hacer juntos el cortometraje, En la otra camilla ¿tenía ganas de volver a trabajar con ella?
R: Sí, María y yo siempre nos estamos persiguiendo para trabajar juntos. Somos como primos de alguna forma, nos conocemos desde hace muchos años, tenemos similitudes en nuestra historia, y además la admiro mucho como actriz, espero que ella a mí también (risas). Tiene mucha sensibilidad y un gran rigor con el trabajo, y da mucha seguridad, sé que siempre va a tirar por el mismo camino que yo.
Artículo realizado por Ángela Ruiz y María Páez