Si Renoir levantara la cabeza se horrorizaría con lo que está sucediendo alrededor de su obra. Hace justo un año, nacía un movimiento tras el slogan «Renoir sucks at painting» que pretendía sacar las obras del pintor de los museos del mundo, alegando su falta de calidad. Sostienen que, sobre todo, era bastante mediocre a la hora de realizar las caras y las manos. El Museo Thyssen-Bornemisza nos invita, hasta el 22 de enero, a juzgarlo por nosotros mismos.
“Renoir sigue siendo un pintor incomprendido”, decía Guillermo Solana, director artístico del museo Thyssen y comisario de la exposición, en la rueda de prensa de esta nueva muestra. “Se escapa al patrón del artista al que nos hemos acostumbrado, es anticonceptual y tenía un grave prejuicio contra los intelectuales. Pensaba que eran unos seres tarados, literalmente, incapacitados para ver, buscar y oler; que los sentidos no les funcionaban”. Sin embargo, si a Renoir se le puede reconocer algo, es que a él los sentidos le funcionaban perfectamente.
La exposición Renoir: Intimidad está compuesta por 78 obras del autor en las que el artista hace partícipe al observador de la escena que representa. Esto acerca la pintura al visitante, cosa que no ocurre con obras de otros impresionistas como Monet, Manet o Degas. Siguiendo esta premisa, se ha organizado el recorrido en seis apartados: Impresionismo: lo público y lo privado; Retratos de encargo; Placeres cotidianos; Paisajes del norte y del sur; La familia y su entorno y, por último, Bañistas.
Renoir, que junto a Monet fue uno de los grandes artistas del movimiento impresionista, a partir de la década de 1870 se convierte en un reputado retratista. Entre encargo y encargo, gustó de realizar pequeños paisajes como disfrute personal. Sin embargo, sus preferencias estaban del lado de los desnudos, muy titánicos en sus formas, que ambienta en entornos naturales, como hicieran los grandes pintores del Renacimiento.
Las texturas, los olores y los sonidos se despliegan sobre la superficie pictórica, como un material más, y se hacen patentes a través de las largas cabelleras de mujer, elementos textiles, y la representación de naturaleza y agua. No en vano, la última sala de la exposición está dedicada a la experimentación sensorial con el cuadro Mujer con sombrilla en un jardín. En la instalación, que toma por nombre Un hermoso jardín abandonado, se han utilizado los mecanismos museísticos normalmente reservados para las personas con diversidad funcional, abriéndolos a todo el público y haciéndolo partícipe de sonidos y olores evocados, y el tacto de la propia obra. Decía el artista “me gustan los cuadros que me dan ganas de pasearme por ellos, cuando es un paisaje, o bien de pasar la mano sobre un pecho o una espalda, si es una figura de mujer”. Gracias a esta nueva forma de vivir el arte, con cuatro sentidos, ahora es posible cumplir los deseos de Renoir.
Además, la exposición estará rodeada de diferentes actividades como un ciclo de cine en el que se proyectarán largometrajes relacionados con el artista, y el curso monográfico, ¿Ángeles del hogar? Lo femenino y las imágenes de la intimidad, de Renoir a las corrientes de vanguardia, del 26 de octubre al 14 de diciembre de este año.
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Información práctica
De lunes a domingo, de 10:00 a 19:00 h.
Renoir: intimidad
Museo Thyssen-Bornemisza. Paseo del Prado, 8
Del 18 de octubre de 2016 al 22 de enero de 2017
Entrada general 12€