Este año, lo que ha pasado en el cine español ha sido una revolución. Las propuestas, a cada cual más sorprendente e innovadora, se han acumulado y han ido ofreciendo productos de mucha calidad que también han abierto numerosas vías por las que continuar en un futuro. De este modo, han aparecido también muchos intérpretes que se han destapado como futuros focos de interés a seguir muy de cerca. En un entorno en el que parece que la problemática feminista empieza finalmente a calar, el rol de la mujer ha sido fundamental. De este modo, nuevas actrices han despuntado realizando papeles cargados de personalidad, complejidad y brillantez.
Las cuatro nominadas a la siempre emocionante categoría de mejor actriz revelación (uno de los grandes puntos fuertes de los Goya, el de premiar, desde 1994, a aquellos que irrumpen, siendo conscientes de lo difícil que es entrar en un mundo tan competitivo como el cinematográfico) son una representación más que fiable de esta circunstancia. Entre ellas existe una enorme diversidad en todos los sentidos. Diversidad racial. Diversidad física. Diversidad en lo referido a la edad. Un espectro enormemente enriquecedor que sirve como escaparate internacional, como radiografía de aquello en lo que busca convertirse el cine español.
Sandra Escacena: Verónica
Entendiendo el concepto de actriz revelación con su acepción clásica (es decir, la de una intérprete joven que irrumpe en el panorama cinematográfico con una actuación memorable), Sandra Escacena es la gran favorita a alzarse con el triunfo. De hecho, su rol en Verónica es el primero que desempeña en la gran pantalla. Su trabajo con Paco Plaza, pese a su inexperiencia, ha sido extraordinario. Escacena encarna con fragilidad y angustia a la protagonista de la cinta de terror del año, una adolescente que se enfrenta a la problemática de crecer y encontrarse a sí misma en un entorno que no lo favorece en absoluto.
Esta joven actriz, de tan solo 16 años, ejecuta el rol de Verónica con madurez y aplomo, asumiendo sin dificultades la responsabilidad de encarnar a una niña que, al mismo tiempo, debe ejercer de madre. Su interpretación es fundamental para que la película triunfe, puesto que todo pivota en cierto modo a su alrededor. Escacena es la columna central sobre la que Plaza construye todo su relato: en ella están el miedo, la soledad, la incomprensión, todo vive en su trabajo matizado. Un trabajo que, a buen seguro, le servirá como catapulta en su carrera profesional. Habrá que ver si también le sirve para estrenarse en la gran pantalla ganando su primer Goya.
Bruna Cusí: Estiu 1993
Si hablamos de la actriz que ha irrumpido con más fuerza en términos generales en el pasado 2017, el nombre de Bruna Cusí llegará pronto a nuestras bocas. Esta intérprete barcelonesa de 30 años ha sido el adalid del cine catalán en el año que ha terminado, siendo una de las cabezas visibles de los dos proyectos más grandes que ha ofrecido la factoría de Catalunya: Estiu, 1993 e Incerta glòria. Por su trabajo en la primera, Cusí ha obtenido la nominación que bien podría haber llegado por cualquiera de ambas vías. En los dos casos, su trabajo es extraordinario, aunque existen matices que diferencian a ambos papeles.
En Estiu 1993, Bruna Cusí interpreta a una mujer que se ve obligada a hacer acopio de comprensión. La necesidad de mostrar empatía hacia una niña que amenaza con romper su equilibrio vital, y todo el proceso mediante el cual toma consciencia de que ella no es la culpable de la situación que le ha tocado vivir, convierten al personaje que encarna en alguien a quien es difícil enfrentarse con la precisión necesaria para que el dibujo no salga difuminado. Su sensibilidad, su rabia contenida y su poderío emocional la convierten en una de las candidatas más potentes de la categoría, quizá la rival más dura para Sandra Escacena. Cabe recordar, además, que Laia Artigas, la niña protagonista de Estiu 1993, no se encuentra entre las nominadas por su reducida edad.
Adriana Paz: El autor
Es quizá algo injusto que en esta categoría compitan tanto las actrices principales como las que lo son de reparto. En este sentido, las posibilidades de Adriana Paz, actriz mexicana de 37 años que ha obtenido su nominación por su trabajo en El autor, son quizá más reducidas. Y es que el papel de Irene, la mujer alrededor de la cual el protagonista del film construye el relato de su novela, goza de muchos menos minutos en pantalla de los que disfrutan Escacena y Cusí, ambas prácticas protagonistas de sus respectivas películas (en el caso de Cusí, con el protagonismo repartido entre ella y Laia Artigas).
De todos modos, lo cierto es que el trabajo de Adriana Paz en la cinta dirigida por Manuel Martín Cuenca está a la altura del de sus competidoras. Su dolorosa forma de encarnar a una mujer derruida, sobrepasada por las circunstancias y deseosa de encontrar un nuevo punto de partida, contribuye de forma importante a mantener la tensión narrativa en la segunda parte de la cinta. Se podría decir, incluso, que en el último tramo su personaje compite incluso con Javier Gutiérrez por el protagonismo en pantalla. Para el recuerdo queda esa escena tan maravillosamente ejecutada en la que ambos se miran, encontrándose en la terraza de un edificio. Adriana Paz pregunta, con la mirada, ¿y ahora qué? ¿A dónde vamos?
Itziar Castro: Pieles
Si hablábamos de la desventaja que supone para Adriana Paz el contar con menos minutos en pantalla que sus competidoras, poco se puede decir del caso de Itziar Castro, nominada por su participación en esa grotesca y coral película de Eduardo Casanova llamada Pieles. Castro, barcelonesa igual que Cusí y habiendo alcanzado los cuarenta años de edad, es la candidata con una mayor trayectoria profesional en el mundo del cine español, principalmente como actriz de reparto en películas de todo tipo (Blancanieves, [Rec]3: Génesis, Águila roja…).
Eduardo Casanova, sin embargo, le ha proporcionado el que sin duda ha sido el papel en el que más libertad de expresión ha obtenido. Itziar Castro, en su corto pero tempestuoso rol en Pieles, ofrece una interpretación rota, desencadenada. Dentro del mundo grotesco que crea Casanova, el suyo es quizá el personaje más romántico (siempre desde la grotesca perspectiva de su director). De todo lo bueno que hemos podido sacar de esta transgresora cinta, su reparto es una de las cosas que más brillan. Y de entre todo ese brillo se alza, como un torrente interpretativo, Itziar Castro.