Coja a más de cien autores (a ser posible de sabores heterogéneos), a unos cuantos editores y a miles de aficionados a la lectura, para añadir a la receta un toque acaramelado. Salpimiente al gusto y mézclelo todo a fuego lento en el emblemático edificio del Círculo de Bellas Artes (CBA) de Madrid. Como resultado obtendrá una delicia literaria que ya es una tradición en esta época: el Festival Eñe, un encuentro cultural celebrado este fin de semana en el que el mundo del libro y todos los implicados en él conforman un menú sólo apto para los carnívoros de las letras.
Aunque ya celebra su tercera edición en España, el ingrediente principal del evento sigue siento la cercanía entre los escritores y lectores, que permite a estos últimos estar a escasos centímetros de los que les trasladan al universo ficcional donde son libres para reflexionar, soñar, o evadirse a sus anchas. Literatos como Ana María Matute, Manuel Vicent, David Trueba o Manuel Rivas fueron los gourmets de las palabras que más aficionados reunieron a su alrededor y con los que todos deseaban conversar sobre sus platos estrella.
Matute, reclamo innegable del festival, congregó a decenas de personas en el cara a cara que mantuvo con Juana Salabert y que pronto se convirtió en un repaso a las trayectoria profesional y personal de la última Premio Cervantes. La maestra de degustaciones de cuentos y relatos fue descubriendo en cada una de sus frases por qué su alma es puramente literaria: «[La literatura] es una vocación, no lo sé. Es una profesión, tampoco lo sé. Lo que sé es que es una forma de estar en el mundo, de manifestarse», sugirió la escritora de Olvidado Rey Gudú.
Sin embargo, la presencia de autores de ‘literatura de alta cocina’ no eclipsó a los creadores que todavía están subiendo la vertiginosa escalera de la fama: Aitana Carrasco, Gonzalo Escarpa o Pablo Martín añadieron a la atmósfera del CBA el aire fresco que aporta toda obra innovadora. Los autores noveles también disfrutaron de su particular baño de gloria en la entrega de los Premios Cosecha Eñe en la que Javier Calvo recibió el galardón concedido por la publicación Eñe. Revista para leer de la mano de Agustín Fernández Mallo.
En total, y según los organizadores del encuentro (La Fábrica y el CBA), fueron 8.500 los hambrientos lectores que comieron y bebieron toda la literatura que se sirvió en esta ‘fiesta de las letras’. La mezcla de nuevos y renombrados artistas, unida a la amalgama de miradas curiosas de lectores, fue un acertado cóctel con el que disfrutar el ocioso tiempo del fin de semana. Nada empachoso y con un insólito aroma que se te queda en el cuerpo durante un par de días. Lástima que haya que esperar un año entero para volver a probarlo.