Barcelona se convirtió el pasado fin de semana en la ciudad de la locura y las grandes multitudes. El desalojo violento en Plaza de Catalunya de los indignados acampados desde el 15M, la final de la Champions que cubrió de banderas azulgranas todos y cada uno de los balcones de la ciudad, el buen tiempo que congregó a cientos de personas en la playa de la Barceloneta y en los paseos del puerto y por supuesto, el Primavera Sound 2011. Si el jueves, día del pistoletazo de salida para los conciertos del Parc del Fòrum, la organización calcula la entrada de unas 39.500 personas en el festival, el viernes la cifra ascendió hasta los 43.800 asistentes: una masa humana unida por la locura colectiva provocada por la música, el buen ambiente y la excitación de un cartel inigualable. Grinderman, Pulp y PJ Harvey fueron los cabezas de cartel, los maestros de orquesta de un festival en donde los grandes artistas demostraron que en una vez en el escenario, no envejecen.
Nick Cave es la elegancia personificada. A esta conclusión se llega al ver el porte que tiene encima de las tablas, cómo su voz grave y profunda penetra nuestros oídos y nuestras sienes mientras sus sinuosos movimientos y sus agresivos arrebatos hacen el resto del trabajo. Es un encantador de serpientes que, llevado por la ira del rock, no sólo interpreta sino que además, encandila. No iba acompañado de sus malas semillas al completo, The Bad Seeds, pero sí estuvo Warren Ellis (el único ser capaz de tocar las maracas de una manera tan “rock” y al que Nick Cave tiró al suelo no se sabe muy bien cómo) con el que la compenetración en el escenario fue máxima y la intensidad solamente iba en aumento por la combinación de semejante bizarra pero efectiva pareja.
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El concierto empezó con ‘Mickey Mouse and The Goodbye Man’, con una intro más cercana a la psicodelia de The Doors que al blues rock más Cave. Sonó violento, sonó convulso y rabioso y Cave aulló poseído por ese alma de lobo que lleva dentro y que expande en cada concierto. Le siguieron temas como ‘Kitchenette’, que aprovechó Cave para hacer un diving pero manteniendo la compostura, la elegancia y esa actitud altiva y señorial: magnánimo. ‘When My Baby Comes’ fue intensa, cantada con una dulcificación falsa que pronto dio paso al Cave más desgarrador, ‘No Pussy Blues’, ‘Heathen Child’, ‘Get it on’ y, por supuesto, ‘Grinderman’. A Nick Cave le hubiera pedido sin dudarlo ‘The Mercy Seat’, pero no era tiempo para las malas semillas, era tiempo para la noche del lobo y el lobo supo cumplir con su labor el jueves del Primavera Sound.
Segundo día en el Parc del Fòrum. Segunda gran actuación esperada: la vuelta de Pulp tras diez años sumidos en el silencio y la llegada de un Jarvis Cocker convertido en maestro de ceremonias. No sólo orquestó el concierto más multitudinario del Primavera Sound 2011 sino que además dio la palabra a un fan que estaba dentro del área de seguridad justo enfrente del escenario (con un micrófono con cámara incorporada, todo sea dicho de paso) para que le pidiese matrimonio a su novia, quien obviamente aceptó ¿quién no lo haría con Jarvis Cocker apuntándote con micrófono con cámara incorporada mientras te ven, y te gritan, más de 43.000 personas?
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Fuera de populismos, Pulp volvieron y lo hicieron con fuerza: el disco Different Class fue el protagonista del concierto (aunque no sonó ‘Mis – Shapes’…) con temas como ‘Something Changed’, ‘Disco 2000’, ‘Sorted For E’s & Wizz’, ‘FEELINGCALLEDLOVE’ o, por supuesto ‘Common People’ (que dedicó a los protagonistas del desalojo de Plaza de Catalunya). El concierto empezó con una memorable ‘Do You Remember the First Time’ que hizo que los ánimos y las cervezas sobrevolasen el escenario San Miguel, y finalizó con la también mítica ‘Razzmatazz’.
Y la última noche en el Parc del Fòrum, un ángel etéreo e impoluto vino a caer en el escenario San Miguel: Polly Jean Harvey nos encandiló con la presentación de su disco Let England Shake empezando con la canción que da nombre al disco. Una noche despejada, dejando ver las estrellas, con la brisa del mar y con un silencio completamente sorprendente y respetuoso por parte de una audiencia que solo tenía ojos, oídos y cuerpo para PJ Harvey, ése era el inmejorable contexto que rodeó la actuación. Vestida con un traje largo, blanco impecable con unas cuantas plumas en la cabeza y emitiendo esa voz tan atrapante, supo ser cándida como en su último disco pero también provocadora como en su pasado To Bring You My Love.
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Let England Shake sonó prácticamente entero, pero supo corresponder a una audiencia que esperaba que Polly Jean explotara como la agresiva intérprete a la que nos tiene acostumbrados. Fue comedida durante todo el concierto, sí, pero es difícil no emocionarse al escuchar en directo temas como ‘C’mon Billy’, ‘The Devil’ o ‘The Sky Lit Up’ o verla baiilar y moverse como sólo ella sabe hacerlo en ‘The Pocket Knife’. El final del concierto fue épico, como estas tres actuaciones de tres artistas de una talla inalcanzable (por lo menos a día de hoy) para casi el resto de grupos que pasaron por los ocho escenarios del Primavera Sound: ‘Meet Ze Monsta’ resonó muy potente, culminando tres días de conciertos memorables y dejando claro que para los buenos artistas el tiempo sólo significa más discos y mejores conciertos… «What a monsta, what a night, what a lover, what a fight…big black monsoon, take me with you!»