En un picnic no pueden faltar la cesta de mimbre, el mantel de cuadros, los bollos suizos rellenos de Nocilla, y las canciones para la sobremesa. Nuestras redactoras Teresa Ruiz Bacarisse y Paula Matellanes se fueron a La Riviera (del Manzanares) a compartir merendola en el Picnic Extraterrestre que habían montado Najwa, Standstill e Iván Ferreiro. Y así nos lo cuentan
TERESA RUIZ BACARISSE
Hay varias clases de directos. Están aquellos en los que parece que el grupo ha salido al escenario y previamente ha marcado el botón de ‘play’ en el reproductor que contenía su disco, y luego hay directos que van y te deleitan con un sonido distinto. Un sonido más punk o con menos fuerza. En definitiva, un sonido diferente que te despierta sensaciones contradictorias. Son directos que convencen. Y es lo que consiguió Najwa en sus 45 minutos de concierto en el 3×1 del Picnic Extraterrestre. Un trío de conciertos en los que la mayoría de asistentes no estaban allí por ella.
Por eso, no me resultó extraño que la sala estuviera medio vacía a diez minutos de empezar el concierto. Eso sí, los que estábamos nos agolpamos en las primeras filas, ‘haciendo bulto’ y expectantes a ver a esa diva de voz rota que cautiva tanto al género femenino como al masculino. Aparece puntual y con el pelo corto, que acentúa sus facciones. Un vestido negro que resalta sus curvas y unas playeras que le dieron la comodidad suficiente como para desenvolverse en el escenario mientras movía el cuerpo al son de la música que creaba para nosotros.
Y es que, si en algo se caracterizó el concierto de Najwa, aparte de confirmarnos que su voz se hace mas intensa y profunda si cabe con este nuevo disco en español, fue que todos los temas de El último primate (Warner Music España, 2010) acabaron siendo una continua improvisación y estuvieron cargados de un sonido más eléctrico y contundente que el sonido de un disco que en ocasiones puede llegar a resultar lineal y algo sedante.
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Comenzó a construir su particular primate con ‘Siento el diablo en mí’. Nos enseñó, no sin quejarse entre dientes, que sabe gritar hasta llegar a nosotros cuando comenzaron los primeros acordes del tema que da nombre a su disco, y es que a veces los temas más conocidos terminan en convertirse en una tortura para los artistas (para los asistentes, un placer). Y se marcó el mejor final posible de la mano de Iván, cuando nos deleitaron con la puesta en escena de ‘Como un animal’. Y eso fueron, dos animales mirándose cara a cara y trasmitiendo esa fuerza y ese aura que caracteriza a estos dos pedazo de artistas. Najwa e Iván. Animal contra animal. Aumentando el voltaje emocional.
Fue un directo de esos que te dejan un buen sabor de boca, con los que te vas satisfecho y entusiasmado por volver a ponerte el disco en cuanto puedas. Y aunque echamos de menos la interpretación de alguno de sus temas en inglés, nos regaló un tema nuevo en que destilaba heavy por sus poros. Con ella, la interrogación es la clave. Las musas son así. O las amas o la odias. Y Najwa es la musa más exótica y sensual de panorama musical español. Simplemente la miras, la escuchas y te hechiza.
PAULA MATELLANES
Estrógenos, testosterona y feromonas en general pululaban por la Riviera después del contundente directo de Najwa. Incluso a los que íbamos más a por el segundo plato y el postre del Picnic, el final de los entrantes de Najwa, con la colaboración de Iván en ‘Como un animal’ y ‘Tristeza’ (si Najwa se la hubiese sabido el resultado habría sido brutal, se quedó en impresionante…) nos abrió el apetito y Standstill salió con ganas de darnos más.
Enric Montefusco y los suyos nos hicieron ponernos a ‘Todos de pie’ nada más salir, para luego meternos miedo con ‘El resplandor’ y de ahí mandarnos unos años atrás, cuando proclamaban un alto y contundente Vivalaguerra (Buena Suerte, 2006) con temas como ‘La mirada de los mil metros’. Decían algo como que “estaría muy bien”, y así estaba resultando el concierto. Así como Najwa se salió de los esquemas de su disco, Standstill, sin grandes giros con respecto a lo grabado, suena en directo mejor aún que en el disco, con la misma calidad armónica y mucha más contundencia, probablemente por lo numeroso de la banda y los años en el escenario. El rock desgasta, pero también curte, y Standstill entiende de ello.
Bajamos el ritmo, y dejamos entrar a Bonaparte en su versión más acústica. Y lo bajamos aún más con uno de los temas más bonitos del último álbum de los catalanes: ‘Cuando ella toca el piano’, el himno que abre el tercer volumen de Adelante Bonaparte (Buena Suerte, 2010), titulado El corazón de B. despierta. Quién iba a decir que aquellos ruideros hardcoretas de The tide o Memories collector iban a escribir una canción así, e iban a definir su música como “Canción popular melodramática / Experimental / Fusión” en su propio MySpace. Cómo hemos cambiado…
Tras el respiro, viaje al pasado con el ‘Poema nº3’ de su álbum homónimo de 2004, y súplica a una niña con ‘La familia inventada’ para luego dar paso a uno de sus temas más conocidos y en los que la gente más acompañó. Romper un silencio así tenía todo el perdón, y ‘¿Por qué me llamas a estas horas?’ fue coreada, chillada y susurrada por todos los domingueros que veían cómo el Picnic no estaba dejando nada que desear.
Encararon la parte final del concierto con un tema que suena especialmente bien en directo: ‘1, 2, 3, Sol’. No en vano forma parte de Vivalaguerra, elegido mejor álbum de la década por la revista Mondo Sonoro. “Gracias por venir”, nos decía Enric. Poco comunicativo, para aquellos a los que les gusten los speechs en los conciertos. No es mi caso. Yo más bien le vi como alguien con mucho que tocar, que cantar, y que contar. Y con poco tiempo para hacerlo. Iván ya estaba casi llamando a la puerta.
Por eso, un par de temas más de Standstill (B Core Disc/Defiance Records, 2004), incluida una felicitación de cumpleaños poco convencional, y un bis sin numerito de salir y entrar. Bis, además, en el más amplio de los sentidos. Volvimos a dejar pasar a Napoleón, y los Standstill despidieron su show con el ‘Adelante Bonaparte’ más melódico y bailable con el que acaban los recuerdos significativos de B. Standstill no se parece a nadie. Ni siquiera a sí mismos entre una composición y otra. Y cuando casi todo está inventado, esto es complicado y muy loable. Su música se basa en subidas y bajadas, en que cuando alguien diga “son muy tranquilitos, ¿no?”, de repente el ritmo sea trepidante. Y sin embargo, el público sólo sube, nunca baja. Cuando crees que ya no puedes saltar más, ni sonreír más, llega otro tema que lo consigue. Técnicamente intachable Enric Montefusco, vital Ricky Falkner al bajo, teclados y coros. Es uno de los productores del momento (Sidonie, Los Seis Días, Love of Lesbian y otros nombres del panorama musical nacional han trabajado con él), y es también una pieza clave en el «sonido Standstill». Son de lo mejor que hay ahora mismo en España, y público y crítica están de acuerdo en reconocerlo.
Y dejaron el ambiente perfecto para lo que llegaba. El anfitrión del Picnic. El que traía la tortilla de patatas casera tras los aperitivos delicatessen que ya habíamos disfrutado. La música de la Metro Goldwyn-Mayer presentaba al pirata mentiroso, mentiroso y habitual jugador de las 7 y media que ahora se ha vuelto extraterrestre. Iván Ferreiro. Poco tenía que hacer para ganarnos, porque ya estábamos entregados.
Y pese a que se presupone que el Picnic que se había montado con Najwa y Standstill tenía como objetivo principal presentarnos su último álbum, Picnic extraterrestre (Warner Music, 2010), sólo fueron tres las canciones de este LP que Iván cantó y que el público coreó como si fueran viejas conocidas. ‘Paraísos Perdidos’, ‘Cabaret’ y ‘Fahrenheit 451’ abrieron el concierto, que a partir de ahí fue un continuo viaje al pasado (sin meterse nunca en la época Piratas, para chasco de los que así lo esperábamos).
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‘Extrema pobreza’, ‘Ciudadano A’ y ‘Canciones para el tiempo y la distancia’ calentaron el ambiente para una de las canciones que más levantó al público: ‘Toda la verdad’, de su álbum Mentiroso, mentiroso (Warner Music, 2008) se ha hecho una de las preferidas de los seguidores de Ferreiro, aun sin haber sido single, y así se notó antes de que sonara, con gritos pidiéndola (no los de la que escribe, y no por falta de ganas), y más gritos cantándola cuando sonó. El ‘Jet Lag’, por algún extraño motivo, llegó antes de volar a ‘NYC’, y de continuar el viaje con Chihiro. Y luego, la que no puede faltar. Parecía que ‘Turnedo’ iba a contar con la colaboración de Najwa, pero se quedó ahí sentada, en la batería, observando cómo los que antes la habían aplaudido ahora ya no susurraban, sino que casi tapaban la voz del vigués.
Y el tramo final. Tras ‘Días azules’ vino ‘Piensa en frío’, y ‘Mi furia paranoica’ para acabar. ¿Ya? ¿En serio? No puede ser. Faltan muchas. Pues sí, así es. Es lo malo de los conciertos conjuntos: ves mucho, pero ves poco. Y temas fundamentales de Iván, como ‘SPNB’, ‘Espectáculo’, o alguna referencia a Los Piratas se quedaron en el tintero. O más bien, tantos temas como personas había en la sala, cada uno tiene el suyo. Los míos: ‘Canción húmeda’ y ‘Mrs. P’, e incluso alguna más del nuevo disco, como ‘Canción de amor’ o ‘Picnic al borde del camino’, la declaración de principios que cierra el último álbum de Ferreiro. Otra vez será, porque está claro que ni era la primera ni será la última vez que Iván y yo nos veamos las caras.
Sin embargo, y a pesar de las ausencias, me ganaron (más) a última hora. Todos al escenario. Once en total. ¿Y qué cantan? Una del anfitrión sería la opción más normal. Pero Iván va de igual a igual. Así que recurrimos al pequeño gorrión, a “La môme Piaf”, a un españolizado ‘Je ne regrette rien’ que en voz de Najwa, Iván y Enric se convirtió en un ‘No me arrepiento de ná’, un vals con el que recogieron el mantel, sacudieron las miguitas y nos despidieron hasta más ver. Y, como un Picnic que era, nos fuimos de La Riviera sin el estómago lleno (ojalá hubiera sido un banquete en el que comer hasta hartarse), pero sabiendo que no habíamos comido ni ganchitos ni bocadillos de chopped o salami. Nada de eso: canela fina, la crème de la crème, bocatto di cardinale… un picnic para gourmets.
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