La escritora Mercedes Salisachs tenía 97 años y una larga lista de novelas publicadas y premios a sus espaldas cuando falleció la madrugada del pasado viernes en Barcelona a causa de una enfermedad degenerativa.
Ganadora del Premio Ateneo de Sevilla, del Fernando Lara, del Alfonso X y del Premio Planeta en 1975 por Gangrena, la novela que le dio la fama y que cuenta el drama personal que vivió Salisachs con la muerte prematura de su hijo Miguel a los 21 años, es considerada como una de las autoras catalanas más destacadas. Su obra, muy prolífica, oscila entre las novelas (cerca de unas cuarenta), los cuentos y los ensayos, entre los que destacan títulos como Una mujer llega al pueblo (por el que obtuvo el Premio Ciudad de Barcelona en 1956) y El último laberinto (Premio Fernando Lara 2004).
Pero algo que ha caracterizado siempre a esta escritora ha sido su voluntad de desmarcarse del panorama político actual catalán, manifestando su derecho a ser castellanoparlante y sin ocultar sus tendencias políticas monárquicas e inclinadas hacia la derecha. Tanto, que ha llegado a declarar en numerosas ocasiones que muy pocos de sus lectores y seguidores han sido de su tierra.
En España, se lamentaba Mercedes, a pesar de que sí que contó con muchos lectores, tuvo en cambio poca difusión mediática, llegando a sentirse “ignorada” en algunos momentos de su carrera e incluso discriminada por la imagen de “señora” que le dio su condición social acomodada. No es de extrañar si se tiene en cuenta que la escritora nació en una familia catalana acaudalada que le permitió estudiar peritaje mercantil en la Escuela de Comercio en una época en la que pocas mujeres podían acceder a ello.
Su educación, sus marcadas ideas políticas y su gran número de libros publicados, además de sus colaboraciones en radio, Internet y varios periódicos y revistas, convirtieron a Mercedes Salisachs en una mujer polifacética que podía con todo, incluso con una longeva y muy aprovechada vida en la que ha dejado una gran obra literaria.