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De jugar en ella a llevar su nombre, la Plaza Elvira Lindo

Elvira Lindo descubriendo la placa con su nombre | Fuente: Ángel Andrés
Elvira Lindo descubriendo la placa con su nombre | Fuente: Ángel Andrés

Ademuz, escenario en muchas de sus novelas, le dedica un homenaje a la escritora 

En A corazón abierto, Elvira Lindo (Cádiz, 1962) cuenta que su familia se mudaba continuamente por el trabajo de su padre. Sin embargo, siempre tenían un lugar al que regresar en verano, Ademuz, el pueblo de su madre. Este pueblo valenciano pegado a Teruel tiene varias líneas dedicadas en muchas de sus obras, y por eso, ha querido devolverle el favor a la escritora y rendirle homenaje poniendo su nombre a la Plaza del Ayuntamiento.

“Queríamos agradecerle a Elvira lo mucho y bien que habla de nosotros por todo el mundo y pensábamos que se merecía ese honor”, cuenta Ángel Andrés, el alcalde de Ademuz. En Noches sin dormir (Seix Barral, 2015), compara las manzanas de Nueva York con las manzanas esperiegas típicas de allí, aunque es sobre todo en sus dos últimas novelas cuando la comarca del Rincón de Ademuz se vuelve protagonista. “Elvira, ha tenido el recuerdo y la cita constante de Ademuz tanto en sus obras literarias, como en sus artículos periodísticos, sus colaboraciones radiofónicas y cualquier intervención en que viniera al caso, llevando siempre el nombre de Ademuz por todo el mundo”, añade el alcalde.

En A corazón abierto (Seix Barral, 2020), la novela que narra la historia de sus padres y de su familia, relata los veranos de su infancia en el pueblo de su madre, con sus primos y sus tíos. “Perteneciendo yo a una familia que se estaba mudando todo el tiempo, era el lugar donde nosotros teníamos un arraigo más fuerte, donde estaban nuestras raíces, donde podíamos volver y la vida continuaba y veías que la vida era sólida, que no era tan líquida como la nuestra que vivíamos cada dos años en un sitio”, recuerda Elvira Lindo.

En su último título, En la boca del lobo (Seix Barral, 2023), los paisajes le sirvieron como inspiración para ambientar la ficción en El Val de la Sabina, una de las aldeas del Rincón. Sus protagonistas, madre e hija, visitan La Sabina para pasar un verano en el que descubrirán los recuerdos y secretos del pueblo. “Significa mucho para el Rincón. Sus novelas hacen un guiño a nuestra luz, a nuestra lavanda, a nuestro romero, a nuestras manzanas esperiegas… Y eso hace que todo el que la lee se pueda imaginar como es este lugar”, y por eso, explica el alcalde, Ademuz ha querido devolverle el favor, no solo poniendo su nombre a un lugar tan emblemático como puede ser una plaza del ayuntamiento, sino dedicándole todo un homenaje.

“Fue una sorpresa”, reconoce Lindo, “yo había escuchado rumores de que querían hacer algo, pero pensaba en una callejuela, no en la Plaza del Ayuntamiento”. Además, el hecho de que sea precisamente esta plaza que tantas veces le vio jugar de niña con sus hermanos y sus primos, hace que sea más especial: “Se juntan muchas cosas, la memoria de mis padres y la de toda la familia. Es muy simbólico ver mi nombre en la plaza donde tanto jugué de niña”.

«Un homenaje desde el más profundo cariño»

El homenaje tuvo lugar la tarde del pasado domingo 8 de octubre, en un fin de semana que coincidía con las fiestas en honor a la Virgen del Rosario. “Todo el pueblo se volcó a darle las gracias. Fue un homenaje hecho desde el más profundo cariño”, recuerda el alcalde. Tampoco nadie de la familia de la escritora quiso faltar a la cita. Su marido, y también escritor, Antonio Muñoz Molina, incluso participó en el acto. También acudieron su hijo, algunos amigos, y por supuesto, la familia de su madre, entre ellas, su tía Elvira, vecina muy conocida y querida en el pueblo y a la que la escritora le dedica En la boca del lobo. “Para mí, era un reconocimiento a ella también”, admite Lindo.

“Bueno, es que ella (Elvira Lindo) es muy cariñosa”, trata humildemente de quitarse mérito su tía Elvira cuando le contamos lo que había dicho antes su sobrina. Durante el acto, ella pensaba en lo orgullosa que estaría su hermana, la madre de Lindo, por el reconocimiento a su hija. Finalmente, una vez corrida la cortina que tapaba el nuevo cartel que bautiza la plaza como “Plaza Elvira Lindo”, la rondalla de Ademuz le dedicó una última sorpresa a la escritora, una albada —canción popular de la zona— con versos alusivos a su vida llenos de humor e ironía. Toda la Plaza Elvira Lindo quiso participar en el coro. “La pura sencillez del acto la convirtió en una tarde muy emotiva”, destaca Lindo.

Paula Pardo Luz

Quiero vivir en los cuadros de Sorolla. Coldplay es mi banda sonora y La La Land mi imperio romano

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