MARLANGO: CÁLIDO SUEÑO DE INFANCIA

Marlango - Life in the treehouse

¿Cómo se vive en una casa en un árbol? En un sueño, en la gloria. Una casa en un árbol combina la calidez de la madera y del contacto con algo vivo con una cuidada construcción y una planificación casi milimétrica que no haga que el sueño de todo crío se convierta en un descalabro o en algo completamente inútil para un día de lluvia. Marlango ha hecho la casa del árbol que todo niño (y adulto) querría tener. Su cuarto álbum de estudio, Life in the treehouse, profundiza en lo que ya se llama “sonido Marlango” y presenta la parte más vitalista, optimista y próxima al pop de un grupo que no olvida sus raíces cercanas al jazz, al blues y la electrónica.

Hace ya seis años que Leonor Watling, Alejandro Pelayo y Óscar Ybarra se reunieron bajo un nombre sacado de las letras de Tom Waits y lanzaron Marlango, su primer trabajo homónimo con Subterfuge records, un LP con un claro predominio del jazz, el blues y los sonidos de cabaret de entreguerras que dejó caer que Leonor Watling podía ser más que la cara bonita del cine español que en ese momento triunfaba con Mi vida sin mí y La mala educación. La confirmación del éxito que supuso este primer álbum vino con Automatic Imperfection (2005), un disco mucho más sensual e igual de elegante, y poco después, y ya bajo el sello Universal Music, con The electrical morning (2007).

Oscar Ybarra, Leonor Watling y Alejandro PelayoEs probable que este Life in the treehouse sea el mejor disco de Marlango. Desde el vital single que abre el disco, ‘The long fall’, muestra del sonido más Marlango con guitarras, teclados, sintetizadores y vientos que no hacen sino arrullar a quien se para a escucharlo, hasta la animadísima y silbada  ‘Take me’, próxima al rock and roll más “Beatle”, todas y cada una de las canciones de Life in the treehouse muestran cómo un grupo puede conseguir su propia impronta sin renunciar a la exploración de sonidos tan distintos como el campestre de ‘Play boy play’ o el sensualísimo ‘Thank someone tonight’, en el que Leonor acompaña sus susurros con los coros de Jorge Drexler, con quien ya colaboró en su anterior trabajo.

Las cuerdas de los Pereza acompañan a la coqueta y acústica ‘I don’t really wanna know’, uno de los temas en los que la voz de Watling resulta, si cabe, más cálida. La intensa ‘The answer’ es, sin duda uno de los mejores temas del disco, y que además pone la colaboración de lujo, por si alguien discutía que el resto de ellas lo fueran. El cantautor norteamericano Rufus Wainwright presta su piano y su voz a esta canción intensa y que deja el mejor sabor de todo el disco.

Drexler (¿qué tendrá el uruguayo con Leonor Watling para que le guste tanto colaborar con ella?) vuelve a dejar sus ecos (y nunca mejor dicho, porque la aportación de Jorge deja en este tema un cierto regusto a su álbum Eco en la juguetona y bucólica ‘Play boy play’. Tras el juego, vienen las nanas:  ‘Let the sky fall’, una de las canciones más suaves que jamás ha escrito Marlango. El disco está dedicado a Luca y a Oliver, los vástagos de Watling y de Alejandro Pelayo, y eso se nota: guitarra, voz y piano de juguete para invitar a los niños a perder toda la noche bailando.

Rompiendo con la regla no escrita que dice que los discos de medios tiempos deben acabar en calma, ‘Take me’ cierra el disco por todo lo alto: silbido a lo Otis Redding incluido, este tema es la confirmación de que toda banda posterior a 1970, en algún momento de su vida, bebe de los Beatles. ‘Lady Madonna’ está muy presente en la canción que cierra un disco cuidado, elegante y juguetón con el que Marlango reafirma lo que ya venía adelantando desde hace años: lograr que un sonido tenga el apellido de tu grupo es posible. Porque, por redundante que parezca, lo último de Marlango suena, ni más ni menos, a Marlango.

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