Marc Chagall nos da una clase de historia del siglo XX

Visitantes a la muestra de Chagall en Madrid
Turistas viendo Resistencia, Resurrección y Liberación de Chagall

La Fundación Mapfre acoge una exposición del artista ruso hasta el próximo 5 de mayo

El pasado viernes 2 de febrero se inauguraba la muestra Chagall. Un grito a la libertad. Desde Cultura Joven tuvimos la oportunidad de acudir ese mismo día y todo parece indicar que va a ser éxito. La muestra estaba abarrotada de gente con ganas de conocer de primera mano la vida y la obra del artista de origen judío.

Normal que estuviesen deseosos de conocerla. En los casi 100 años de existencia del artista pudo vivir personalmente las dos guerras mundiales, exilios o la persecución hacia los judíos. También vio nacer el proyecto de Israel y no siempre estuvo muy a favor de este debido al conflicto que mantenían y mantienen con el estado de Palestina. Quizá por eso, este sea un momento adecuado para traer su figura a través de esta exposición que cuenta con más de 160 obras y 90 documentos.

La muestra nos recibe, paradójicamente, con una obra perteneciente a su ciclo tardío como pintor. Hablamos de Commedia dell’arte (1959), una pintura de grandes dimensiones que nos da la bienvenida a el viaje que vamos a empezar y que representa lo agitada que fue su existencia. En ella huye de dos de sus temas favoritos a la hora de pintar, el folclore ruso y la tradición judío-ortodoxa. En esta época rescata temas como la mitología griega, la fe cristiana o aspectos más costumbristas.

A lo largo de la exposición contamos con varias salas en la que podemos ver el paso del tiempo tanto en él como en su obra. Este pintor pasó por varios de los movimientos vanguardistas del momento. Experimentó con el cubismo, sus obras son un salto al mundo onírico del surrealismo, también estudió el paisajismo y el mundo de los retratos. Los mayores ejemplos de este tipo de pinturas ya en su época en París son dos de las primeras obras de la muestra como Autorretrato/Cabeza con aureola (1911) o Autorretrato (1907).

Lo cierto es que la biografía del artista estuvo lejos de ser tranquila. El primer gran suceso que vivió fue la Primera Guerra Mundial, periodo representado con El vendedor de periódicos (1914), La vieja (1914) y El viejo (1914) o La gaceta de Smolensk (1914). En este último cuadro podemos ver a dos hombres hablando de forma tranquila, probablemente, sobre la tragedia que estaba viviendo Europa en esos momentos. Uno de ellos apoya sus brazos en la mesa con expresión preocupada por todo el tema que los rodea. Su compañero de charla tampoco tiene un rostro mucho más feliz. Su ropa, bigote y sombrero nos desvelan que es un señor burgués, mientras que su mano en la frente, indica que está bastante trastornado. Un cuadro que nos recuerda a los Jugadores de naipes de Paul Cézzane, aunque no parece tener la misma intención que tenía el francés. Chagall nos transmite un ambiente de agobio, desconsuelo, intranquilidad e inseguridad.

Durante este evento, en su tierra natal se produjo la Revolución Rusa, a lo que manifestó su apoyo desde el principio. Tras el conflicto fundó la escuela de arte de Vítebsk, y de esta etapa podemos encontramos grandes obras como Doble retrato con vaso de vino (1917-1918) o El violinista verde (1923-1924). En este lienzo vemos una figura que aparecerá bastante en su pintura, como es el músico.

Joven en la exposición
Joven sacando una foto. Cultura Joven

Esta época fue interrumpida por la llegada de los fascismos, algo que provocará que el artista retrate unos algunos símbolos muy emblemáticos de su religión como los rabinos o la torá, en forma de testimonio de un mundo que desaparece.  El 27 de junio de 1933, Marc Chagall escribió a su amigo Joseph Opatoshu: “Última noticia en lo que a mí respecta: han paseado un cuadro mío de un museo alemán (Mannheim) en carretera por la ciudad, y luego lo han quemado”.

El artista plasma desde sus creaciones el pánico que vivían los suyos: “agua hasta donde alcanza la vista, olas y los leves resplandores del horizonte marino. (…) Desde el puente me parece ver en la distancia a los rabinos y sus familias transportados a los campos. En el aire, sin embargo, no se oyen los suspiros de quienes son arrastrados a los hornos”, escribía mientras huía en barco hacia Estados Unidos en 1941. A pesar de vivir lejos del conflicto, el artista lo reflejó a través de sus pinturas este con obras como Incendio en la nieve (1942) o La guerra (1943).

De este tiempo son tres de sus cuadros más famosos, que dio paso a otro leitmotiv de sus pinturas como la crucifixión. Hablamos de Resistencia (1937-1948), Resurrección (1937-1948) y Liberación (1937-1952). Este recurso no lo abandonaría hasta el final de su pintura, ya que los incorporó como un habitual de sus creaciones como son la cabra, los gallos o elementos circenses, otro rasgo muy común en sus lienzos.

Mujeres en la muestra
Mujeres observando La casa gris de Chagall. Cultura Joven

Todo este viaje se puede entender mejor con las propias fotografías, cartas y escritos que completan la muestra y donde podemos ver cómo expresa sus compromisos políticos y sociales. Y es que, en esta muestra no encontramos precisamente al Chagall más onírico ni surrealista, sino más bien al más político y humano. El que sentía miedo y tuvo que emigrar en más de una ocasión.

La exposición cierra con La caída de Ícaro (1975), pintura basada en el mito griego según el cual Ícaro y su padre crearon un invento para el vuelo y poder escapar de la prisión en la que vivían. El joven voló demasiado cerca del sol y se acabó quemando las alas y cayendo al mar. Chagall colocó el accidente delante de una gran multitud que fueron interrumpidos de sus labores en el campo por la caída del hijo. Con unos colores claros para remarcar el papel del sol dentro del mito nos despedimos de la exposición.

Bueno, casi. Antes de salir podemos leer un poema de 1950 del propio Chagall, quien también era poeta. Sus últimos versos parecen ser un “gracias por su visita, vuelva pronto” del propio autor que nos agradece por habernos dejado acompañar en este viaje a través de esta máquina del tiempo que son sus pinturas:

“(…)
La última chispa se extingue.
El último cuerpo ha desaparecido.
Cae el silencio,
como antes de un nuevo diluvio.
Me levanto, me despido de vosotros,
camino hacia el Templo
y al llegar prendo un cirio
ante nuestro cuadro”.
Marc Chagall, Aux Artistes martyrs (A los artistas mártires), 1950.

En definitiva, siendo un artista ruso y judío y con los conflictos que ahora mismo copan los informativos, no hay una mejor recomendación que acercarnos a ver la obra del artista antes de que se marche de la Fundación Mapfre el próximo 5 de mayo. Venta de entradas

Carlos Samuel Herrera Martínez

Carretereño, cordobés y andaluz. Estudiante y enamorado del cine, pero sobre todo de los gatos. Jugador de baloncesto y músico frustrado, a ver si el periodismo se me da mejor.

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