/

El miedo y la belleza

Mandíbula
Mandíbula, de Mónica Ojeda

Mandíbula es una historia de madres e hijas, de un amor oscuro, inquietante, de una belleza perturbadora, de sexo y sexualidad. Mónica Ojeda (Ecuador, 1988) hace un despliegue de simbolismos que despiertan en el lector el miedo, el asco, la inquietud y la admiración. Es un cuento de cocodrilos y volcanes.

Su foto de portada en Twitter es un cocodrilo engullendo el cuerpo desnudo de una mujer. Mónica Ojeda pasó a formar parte de la Bogotá39 en 2017, la lista de los mejores escritores de ficción menores de 40 años. En 2014 ganó el premio Alba Narrativa por su novela La desfiguración Silva y en 2015 obtuvo el Premio Nacional de Poesía Desembarco por su primer libro de poesía, El ciclo de las piedras. En su última novela, Mandíbula, nos acerca “el miedo en sus distintas formas”. Como en la fotografía en blanco y negro del caimán y la mujer, Ojeda rescata en este libro la belleza de lo terrorífico, lo perturbador y lo inquietante.

Clara es una joven maestra de Lengua y Literatura. Tras sufrir un terrible episodio de bullying a manos de dos de sus estudiantes, pasa a trabajar en el Colegio Delta High School for Girls, un centro femenino, católico, de clase alta. Fernanda es una de sus alumnas. Una adolescente inteligente, atrevida, desvergonzada, desafiante. Un día despierta atada en el suelo de una cabaña, secuestrada por su profesora Miss Clara.

Annelise es la mejor amiga de Fernanda, “siamesas de cadera”. Han estado juntas desde que eran pequeñas. No solo les une la amistad, conocerse desde siempre. La madre de Fernanda le tiene miedo, pánico incluso. La madre de Annelise odia a su hija. Ninguna de las dos chicas ha crecido con un referente materno que las guíe, que las comprenda, que las ame. La una encuentra en la otra ese amor femenino que les ha sido negado desde la infancia.

La madre de Clara sentía que el cariño enfermizo y obsesivo de su hija la asfixiaba. De nuevo se nos presenta una relación maternofilial fuera de lo común. Clara crece con fuertes ataques de ansiedad y una baja autoestima que le hace compararse constantemente con su madre sin llegar nunca a ser suficiente. El desprecio que su madre siente por ella y que no se molesta en disimular, crece conforme Clara se obsesiona cada vez más con ser como ella. Mandíbula habla de madres que no aman a sus hijas, y de cómo esa carencia puede afectar a nivel psicológico hasta llegar a la locura.

Fernanda, Annelise, Analía, Ximena, Natalia y Fiorella van juntas a clase en el Colegio Bilingüe Delta, High-School-for-Girls. Se reúnen cada tarde después de la lección en un edificio abandonado. Allí juegan a desafiarse: quien aguanta más puñetazos en el estómago, quien aguanta más veces cayendo por las escaleras, quien se atreve a nadar en el río del cocodrilo…, ser la más valiente. Allí se esconden del mundo elitista, recto y católico en el que viven. Allí no sufren la represión del colegio, de los profesores, de sus padres. Todas siguen a Annelise. Ella es la que propone los rituales oscuros, dolorosos, siniestros. Anne y Fernanda son las atrevidas, las que no tienen nunca miedo y disfrutan con el terror de las creepypastas que encuentran por Internet.

Mónica Ojeda nos acerca la violencia y el sadomasoquismo a través de un grupo de adolescentes deseosas de saltarse las normas y jugar a lo prohibido. Nos muestra la belleza de lo macabro, del miedo, siempre asociado a un inquietante color blanco.

Ojeda juega con el lenguaje de forma magistral. Es capaz de adecuar las palabras a cada personaje. Las chicas hablan de manera descuidada. Mezclan términos en inglés con vocabulario en español y palabras malsonantes. Conoce a la perfección a todos sus personajes y se transforma en ellos para transmitirnos miedo, ira, alegría, placer o locura, como si cada uno de ellos nos leyese sus líneas.

Mandíbula no se desarrolla en un orden cronológico estricto. La historia salta en cada capítulo. Podemos estar en el presente con Fernanda secuestrada en la cabaña, para regresar a un pasado dentro de los recuerdos de Clara sobre su madre y su infancia; volver después a un tiempo más reciente en el que Fernanda le desvela su interior a su psicoanalista, o a una tarde de pruebas oscuras en el edificio abandonado.

Descripciones precisas e incluso poéticas nos sitúan en cada escenario sin esfuerzo. Ojeda consigue plasmar la crudeza de cada detalle hasta el punto de convertir en bello lo macabro y escabroso. La autora logra, no solo sumergirnos en cada espacio, sino hacernos leer con los sentidos: el gusto ferroso de la sangre en la boca, el tacto suave de una piel transparente, el olor a sudor en las aulas del instituto, la imagen de los gestos nerviosos de Miss Clara, el siseo de Fernanda y sus amigas contándose secretos.

Mandíbula no es solo una historia sobre adolescentes que experimentan el sexo y la violencia. No es solo un relato sobre cómo una profesora de instituto pierde la cabeza. Es una crítica sobre la sociedad hipócrita en la que vivimos y la religión como ente de censura constante. Mónica Ojeda nos descubre lo oscuro, lo prohibido y lo perturbador, como vías de escape de lo correcto, de lo que deberíamos ser y de cómo deberíamos comportarnos.

Ficha técnica:

TítuloMandíbula
AutoraMónica Ojeda
EditorialCandaya
Número de páginas285
Año de edición2018
Precio17,00 €

Irene Ibáñez

Vengo de Soria, tierra de poetas. Estudié Periodismo en la Universidad de Zaragoza y escribo de vez en cuando en la revista cultural Zero Grados, donde soy redactora jefa junto a Candela Canales. // Quiero contar cuentos sin ser una cuentista.

Deja una respuesta

Your email address will not be published.