Esta es la historia de la dolce vita, un estilo de vida cultivado por algunos y deseado por todos. Muchos fueron sus lugares comunes pero uno, por encima de todos, la vio nacer: Vía Veneto. Centro de cafés y tiendas de lujo, en sus aledaños se escondían los famosos paparazzi que inmortalizaron las bellas y clásicas estampas de una sociedad gozosa.
A través de 160 fotografías, expuestas hasta el 6 de enero de 2013 en la Sala Canal de Isabel II (calle Santa Engracia, 125, Madrid), se nos muestra el estilo de una época. Si Vía Veneto fue su calle de día, el Trastévere fue su barrio de noche. ¡Y qué noche! Paseos adoquinados, pubs y restaurantes en los que se divertían las estrellas del celuloide al ritmo de melódicas canciones italianas. Para ello, las damas de Hollywood, como Liz Taylor, recurrían a Bulgari, que gustaba de adornar sus esbeltas figuras con fastuosos diseños. Por su parte, Brioni hacía lo propio con una nueva concepción del hombre romano. Cuando se supo que celebridades como Clark Gable o Gary Cooper encargaban sus trajes a D. Nazareno Fonticoli (sastre principal de la firma) mientras trabajaban en Cinecittá, todo hombre con estilo quiso también vestirse de Brioni.
Fellini logró plasmar la fiesta, el desenfreno, el derroche y el lujo de la sociedad romana, gracias a la ayuda de Tazio Secchiaroli (alter ego de Paparazzo en ‘La dolce vita’). Con él a la cabeza, los fotógrafos de la época desarrollaron un culto a la fama sin igual. Allí donde Richard Burton o Liz Taylor se besaran sonaba un `click´. Por ende, si Brigitte Bardot se echaba una siesta se repetía la acción. Otros tuvieron menos paciencia, como Anita Ekberg o Franco Nero que acabó perdiendo los nervios y agrediendo al fotógrafo de turno.
Así nació esta perspectiva voyeur a través de tres áreas: fotografía, cine y moda. Arturo Zavattini y Marcello Geppetti, comandados por Secchiaroli, inmortalizaron los sombreros de una sociedad que tomó la alegría como forma de vida. El broche de oro lo pone el documental Hollywood sobre el Tíber, realizado por Marco Spagnoli y que cuenta 20 años de historia del cine a través de imágenes de películas como Ben Hur o Cleopatra.
Si durante el reinado de Julio César todos los caminos condujeron a Roma, durante los 50 y 60 la capital italiana se convirtió en el centro de todas las miradas. Ya lo dijo Gay Talese cuando The New York Times le envió a la ciudad capitolina para cubrir el fenómeno social: «Entre mis recuerdos de más íntima felicidad, no hay ninguno de mayor fantasía, estilo y glamour que el del verano de 1959 en Roma».
¿La edad de oro de Hollywood o Cinecittá `la Hollywood sul Tevere´? Tanto monta cortar como desatar.