Hay un punto ñoño, bobalicón, naif y cursi de algunas mujeres que por desgracia nos afecta a las demás porque es fuente de alimentación de los tópicos más odiosos contra el género femenino. En la novelita “La vida imaginaria” de Mara Torres esto sucede desde la página uno hasta la 251. La verdad es que resulta cuanto menos alucinante que haya quedado finalista del Premio Planeta junto a “La marca del meridiano” de Lorenzo Silva. Pero dejemos de lado el criterio del jurado, que como bien sucede en otras ramas de la cultura, no siempre coincide con el del público. En un vago intento por parecerse a Bridget Jones o a Ally Mcbeal, su protagonista Nata (de nombre completo Fortunata Fortuna) resulta absurda y pastelosa sin llegar ni por asomo al ingenio o la ironía de las otras dos. La presentadora y periodista reconvertida a escritora trata de describirnos ese perfil de mujer independiente, con buen trabajo (en este caso publicista), amigos fieles e inseparables y éxito con los hombres, pero que su vida se desmorona cuando es abandonada por su novio, a quien creía el hombre de su vida. Ya tan solo con un planteamiento así tienes todas las posibilidades de crear un lugar común edulcorado incluso aunque la protagonista no pare de decir tacos y por ello su abuela le quiera lavar la boca con jabón. No trates de poner a un caniche un collar de pinchos. El resto de personajes son aún más planos pese a intentar expresar ideas políticas actuales como la crisis que vivimos o que ella encuentre de nuevo el amor en una mani del 15-M. Esperemos que el nombre de Donato, jefe de la agencia de publicidad donde trabaja Fortunata que mantiene una aventura y al que todos llaman Don, no sea un guiño a Don Draper de Mad Men.
Por otro lado el libro está escrito en forma epistolar o como cuaderno de bitácora, tipo blog, lo que le aporta un estilo actual, ligereza y facilidad en la lectura sin que se te haga muy plomizo, a pesar de que todos los conceptos de la historia se repiten de una forma neurótica y casi esquizofrénica. Quizás lo mejor sea ese punto soñador de la protagonista de adelantar acontecimientos con resultados peliculeros, inventar ex novios invisibles que te dan consejo para tu siguiente cita o imaginar situaciones irrealizables. Esos momentos íntimos que nos llevan a una deliciosa y divertida evasión para bucear dentro de nuestros micro mundos y poder ser tan perversos, irónicos y locos como queramos.
En el capítulo Miedo y Sueño, Nata está leyendo un libro de autoayuda donde encuentra la frase “Ten cuidado con lo que sueñas, porque podría cumplirse. Y lo que temes también”. Mara Torres seguro soñó obtener un reconocimiento como el del Planeta, aunque también temerá que Nata no sea más que una copia vulgar de otros personajes que pase por nuestra memoria como un soplo insignificante.