/

‘La estupidez’: una comedia didáctica disfrazada de vodevil

cuerpo uno

La magia de la cultura reside en su función educadora por encima del mero atractivo estético.

La estupidez da buena fe de ello incluso antes de introducirse en la sala Max Aub de Las naves del Español.

Ya en la entrada aguarda una reproducción de la Mesa de los pecados capitales de El Bosco, razón de ser de la Heptalogía de Hieronymus Bosch, de Rafael Spregelburd, obra que comprende La estupidez, adaptada en esta ocasión por la compañía Feelgood, bajo la dirección de Fernando Soto.

La avaricia como causa de la estupidez humana es la protagonista de este «teatro de carretera», conducido por Toni Acosta, Ainhoa Santamaría, Fran Perea, Javi Coll y Javier Márquez, quienes encarnan a veinticuatro personajes cuyas historias se intercalan en un motel de Las Vegas.

Una niña discapacitada «atendida» por su hermano, actor mediocre e insensible; una acomodadora de cine recién divorciada que no cesa de penar; mafiosos sicilianos con vocación de productores de música pop; un petrolero texano millonario y coleccionista de arte; tres agentes corruptos del cuerpo de policía motorizada de Las Vegas, y una cínica periodista son solo algunos de los perfiles más carismáticos de este totum revolutum.

Escenas simultáneas con diálogos en ocasiones pisados, transiciones ultradinámicas, música original, la voz en off de Carlos Hipólito que constituye un personaje más y el juego de luces diseñado por Juan Cornejo, e incorporado con suma naturalidad a la acción, son los elementos escénicos que aportan un cariz de originalidad que no deja indiferente al espectador.

cuerpo dos

Los ritmos frenéticos transmiten la ansiedad vital de hallarse preso por causa del dinero, cuya pérdida o ganancia es tan efímera como la perdurabilidad de un billete en el bolsillo.

La estupidez supone, además, un retrato mordaz de la sociedad americana, la cual no dista tanto de la nuestra, cuya cotidianeidad pasa por el consumo continuo de alcohol, la corrupción de «la ley», las drogas, la asfixia del sistema capitalista, inquietudes culturales impostadas, violencia exacerbada, e individualismo en detrimento de la unidad familiar, todo ello compendiado al sueño americano a costa de las convicciones éticas.

La estupidez ocupará las tablas de la sala Max Aub de martes a domingo hasta el 21 de febrero.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Raquel Castejón Martínez

"La objetividad del periodista no existe. Más bien éste debe tender a una subjetividad desinteresada. Corresponde al lector establecer la distinción."
(Beuve-Méry)

Deja una respuesta

Your email address will not be published.