La bella pluralidad de ‘Ahora sí, antes no’

Cartel de la película

Ahora sí, antes no es la última película del director de cine surcoreano Hong Sang-soo (Seúl,1961), que alcanzó la fama en 1996 con El día que el cerdo se cayó en el pozo. La obra, que se estrenó el pasado 6 de mayo en España y que fue galardonada con el Leopardo de Oro en el Festival de Locarno, cuenta la historia de un director de cine independiente que viaja a otra ciudad para presentar una de sus películas y dar una charla sobre ella. Ahí conoce a una chica, aspirante a pintora, con la que pasa el resto del día y de la que se enamora inmediatamente. Aunque la relación entre ambos fluye, los comentarios y el pasado desafortunado del director acaban alejando a la joven. Además, la presentación y charla de su película del día siguiente resultan ser un fracaso también. Pero, ¿y si pudiera empezar de nuevo ese viaje y cambiar algunas de las cosas que lo han llevado a complicar la situación?

El film repite la misma historia dos veces cambiando ciertos detalles que desencadenan dos finales distintos. Pocos son capaces de contar el mismo relato reciclando muchos de los planos empleados anteriormente sin aburrir, pero el coreano obliga al espectador a no desconectar por miedo a perder algún detalle que justifique el porqué de lo que se está haciendo. Además, la relación entre ambas versiones de la historia, lejos de entenderse únicamente como visiones opuestas de lo ocurrido, se presenta como un ejercicio de reflexión y de autocrítica, evidenciando que, como demuestra el personaje principal, la honestidad siempre debería formar una parte importante de la felicidad.

Igual que en la mayoría de sus trabajos anteriores, el protagonista de esta producción está relacionado con el mundo del cine que Sang-soo tanto domina (buena parte de sus personajes son críticos, actores o directores). Aunque el coreano admita que lo hace por tratarse de un perfil que ya conoce, en realidad, y de forma inevitable, esto se ha acabado convirtiendo en una de sus señas de identidad. El cine de Sang-soo cuenta también con otros factores que se vuelven a apreciar en Ahora sí, antes no, como el uso de un esquema narrativo que incluye la simetría, la repetición y la variación final de sus piezas. Esta originalidad es lo que dota de valor a su cine y lo que lo hace diferente.

Si bien es cierto que todas las obras del director cuentan con muchos rasgos en común, también lo es que sus trabajos no solo parecen un reflejo de sus producciones anteriores, sino también de su propia vida personal. Igual que hace Woody Allen en muchos de sus largometrajes, Sang-soo también se nutre de sus experiencias personales a la hora de rodar, y Ahora sí, antes no no es una excepción (Hong Sang-soo admite disfrutar de la bebida, como hace el protagonista de la película). Posiblemente el hecho de que el cineasta se limite únicamente a reflejar lo que conoce de manera personal, sea lo que permita que sus obras gocen de una sensibilidad apreciable en sus secuencias. El constante juego de zoom y la prolongada duración de sus planos, como el de la escena de la cafetería, apoyan lo que el director quiere enfatizar de sus personajes: unas veces sus sentimientos y emociones, y otras su cara más fría. Con este film, Sang-soo demuestra que con la repetición de una historia no se ahorra en rodaje, sino que se multiplica en sensibilidad.

 

 

 

Deja una respuesta

Your email address will not be published.