Pocas actuaciones son tan desgarradoras, tensas, dulces y amargas, como el Live at Sin-É de Jeff Buckley. Sólo con su guitarra eléctrica, Buckley se enfrentó durante dos tardes en 1993 a tocar canciones de Bob Dylan, Van Morrison, Led Zeppelin, Nina Simone y Miles Davis o la ya famosa versión del ‘Hallelujah’ de Leonard Cohen, además de algunos temas propios. Soul, blues, rock, folk…la fusión entre su voz y la Fender Telecaster con un límpido silencio de fondo y sus palabras tímidas y comedidas entre canción y canción, hicieron que cualquier estilo, cualquier tema, tomase una forma pura y especial; como una marca de agua indeleble, la actitud, el sentimiento y la factura de Jeff Buckley construían cualquier melodía de una manera única e irrepetible. Hoy hace catorce años de su muerte. Hoy el Live at Sin-É sigue sonando tan puro como en 1993 porque los grandes artistas nunca mueren.
Jeff Buckley nació en plena época hippie en Anaheim (California) bajo la influencia de un apellido que en aquel momento era sinónimo de sexo, drogas y rock & roll. Su padre, Tim Buckley es ‘Phantasmagoria In Two’ y es ‘Song to the Siren’; es melancolía, guitarra acústica y letras de una profundidad insondable. Buckley padre murió a la edad de 28 años a causa de una sobredosis de heroína dejando a un pequeño Jeff, al que prácticamente no vio crecer, pero que pronto siguió los pasos de su predecesor empuñando una eléctrica. Empezó desde abajo, haciendo trabajos como guitarrista para otros grupos y tocando de pequeño café en diminuto club hasta que se trasladó a Nueva York. La gran ciudad no fue complaciente con un Buckley que aceptó la ayuda de Herb Cohen (exmanager de Tim Buckley) con el que grabó Babylon Dungeon Sessions; sin embargo, la presentación de esta demo no fue satisfactoria… sí lo fue un concierto tributo a su padre Tim Buckley en el que participó dejando atónitos a los organizadores y demás participantes del evento. Jeff Buckley apareció a los ojos de la crítica y de la industria musical con la potencia desgarradora que emanó en directo con Greetings from Tim Buckley; Jeff Buckley había despertado encima de un escenario, no en un estudio de grabación.
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Así se fue haciendo un nombre propio, legado obligado de su padre pero con un espíritu indómito que le caracterizaba en sus gemidos, sus retorcidos agudos, sus rupturas vocales y la desesperación con la que rasgaba cada una de las seis cuerdas de su guitarra. Jeff ya tenía una clara identidad y la culminó en el que sería el único disco acabado en vida de su carrera, Grace. Grace es un toque de gracia, una magia interna, conexa, inherente a todas y cada una de las canciones que componen el disco. ‘Mojo Pin’ es sólo uno de los ejemplos de cómo del susurro y la delicadeza máxima, en la que parece que cada una de las notas entonadas por Buckley acarician la piel hasta erizarla, se cambia ligeramente en el momento en que la guitarra hace aparición; se trunca la intensidad, inundando los oídos y la mente de fuerza y belleza.«Black beauty, I love you so…» y Jeff juega con la voz y con los acentos, pero siempre hay una guitarra que repite el mismo acorde hasta la saciedad, justo hasta que la canción estalla con una batería rock y un Buckley completamente desatado.
Todas y cada una de las interpretaciones que han quedado de Jeff Buckley son diferentes, impredecibles, sorpresivas. Se dejaba llevar en cada momento y en cada actuación; la transparencia y desnudez de su estado anímico, de su necesidad de expresión interna a través de las cuerdas vocales y de la guitarra es un auténtico regalo. Su lírica es, al igual que la de su padre, insondable, recóndita y penetrante; la magia está en que en cada interpretación de un mismo tema podemos deducir significados diferentes, rabia donde antes había admiración, amor donde antes había desesperación… Y al igual que sus canciones, la vida de Jeff Buckley siempre se situaba al límite entre las pulsiones más opuestas, entre las subidas más espléndidas como la publicación del Grace y las desgracias más terribles como su accidental muerte. En medio de la grabación de Sketches for My Sweetheart the Drunk, Buckley se ahogó en el río Wolf, en Memphis, mientras escuchaba ‘Whole Lotta Love’ de Led Zeppelin, según el testimonio del amigo que le acompañaba y que no vio cómo Buckley desaparecía en el agua.
«This song is about another dream. It’s about not feeling so bad about your own mortality when you have true love…» y tras esta presentación, Jeff Buckley coge aire e interpreta ‘Grace’ en el Live at Sin-É… y a nosotros se nos corta la respiración.