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Entrevista con Javier Serrano ‘Pagh’: un artista nacido en aislamiento

Javier Serrano del colectivo Boa Mistura
Javier Serrano del colectivo Boa Mistura
Javier Serrano del colectivo Boa Mistura
Javier Serrano del colectivo Boa Mistura

Cuando Javier Serrano -alias ‘Pagh’ en dialecto graffiti– rememora los tiempos de su infancia, su mirada se pierde dentro de una máquina del tiempo. Se percibe una infinita nostalgia en sus palabras, mezcladas con un profundo agradecimiento, ya que a su barrio le debe el nacimiento de Boa Mistura y el poder vivir de su sueño: pintar murales.

Cuando ingresó en la Escuela Técnica Superior de la Universidad de Granada para estudiar arquitectura, ya pintaba con los chicos de Boa, sus colegas de toda la vida. A los 15 años salían encapuchados a pintar las calles de Alameda de Osuna, un barrio al nordeste de Madrid. “Nosotros hacíamos hip hop y quedábamos todos los fines de semana a pintar. Igual que los grupos de amigos que van a jugar al fútbol, nosotros pintábamos graffiti”. Fue ya en el año 2001, cuando le pusieron un nombre a esa amistad y a ese talento colectivo.

‘Doçura’ (Dulzura) en LUZ NAS VIELAS, Sao Paulo, Brasil 2012.
‘Doçura’ (Dulzura) en LUZ NAS VIELAS, Sao Paulo, Brasil 2012.

Al venir de la periferia, Javier siempre estuvo aislado de la ciudad. Cuando era joven no existía la línea verde del metro que llega hoy hasta allí, entonces para ir al centro debía coger un autobús que tardaba entre una hora, y hora y media. Entonces, ir al centro era una actividad emocionante que realizaban en grupo una vez a la semana o una vez al mes, y ese día lo aprovechaban para hacer de todo: “desde comprar un disco de hip hop, hasta comer en McDonald’s…. todas esas cosas que uno sentía como de la ciudad”.

Entonces vivíamos encerrados y aislados en nuestro barrio. Por eso es que ha habido siempre una vida urbana y una vida artística súper rica y súper intensa ahí adentro.

Cada recuerdo le esboza una sonrisa. Definitivamente lo pasó muy bien en esos años, a pesar de que dos de las principales carreteras nacionales limitaban el barrio, separándolo del aeropuerto. Ser consciente de esos límites puede ser agobiante. Sin embargo, es ahí cuando destaca el arte como medio de expresión y herramienta de flotación que impide el hundimiento. “Entonces vivíamos encerrados y aislados en nuestro barrio. Por eso es que ha habido siempre una vida urbana y una vida artística súper rica y súper intensa ahí adentro”, explica.

El arte en el que se veía envuelto no abarcaba únicamente la pintura. Había un chico de nombre Leiva que tenía una banda que se llamaba Pereza, un tipo muy conocido hoy en España. También de su barrio han salido grupos underground que han logrado tener peso en el rock español como Le Punk y Sidecars. Con el hip hop fue igual. Morodo, ahora famoso cantante de reggae, era un muchacho un poquito mayor en aquel entonces que empezaba a rapear con el colectivo OZM, mientras los ‘boas’ pintaban.

Yo creo que hemos acabado todos un poco tocados del barrio por el combustible de los aviones, porque siempre están pasando. Creo que algo de ahí se ha filtrado en el agua, porque no es normal la densidad de creatividad por metro cuadrado.

Hay una palabra que queda resonando: aislado. Aislamiento es un término duro, con un concepto relacionado al exilio o encierro. Pero es un estado que puede influir de manera profunda en el despliegue creativo. Estar aislado también sirve de protección contra lo que hay afuera y permite que uno se concentre en el lugar en el que está. Para Javier, la vida en su barrio jugó un papel decisivo en su arte. “Yo creo que hemos acabado todos un poco tocados de ahí por el combustible de los aviones, porque siempre están pasando. Creo que algo de ahí se ha filtrado en el agua, porque no es normal la densidad de creatividad por metro cuadrado”, dice riendo.

Entrevista a Javier Serrano del colectivo Boa Mistura en el Café Pavón del barrio La Latina.
Entrevista a Javier Serrano del colectivo Boa Mistura en el Café Pavón del barrio La Latina.

Ahora vive en el barrio de La Latina, ubicado en el centro de la ciudad. Ese día la Plaza de Cascorro resplandece con una luz amarilla e intensa. Javier camina con las manos en los bolsillos de la chaqueta en dirección al Café Pavón, revelando a un hombre tranquilo, bohemio y amante de la cultura. Alameda de Osuna le mostró el impacto positivo que puede tener el arte urbano en las personas y en la ciudad. Esa lección y esos valores están impresos en Boa Mistura, con el cual busca transformar las urbes.

Mediante la intervención pictórica que realizan, intentan provocar a los vecinos en volverse agentes activos de su comunidad. El arte es una herramienta que mejora la percepción del barrio y hace que sus habitantes se sientan más orgullosos del espacio en el que viven, participando en su embellecimiento. La pintura es un poderoso instrumento de cambio, porque el color es un elemento que los vecinos les piden constantemente, inclusive cuando en sus comunidades carecen de servicios más importantes para sobrevivir.

Alvaro Guzmán

Difundir y contagiar la cultura en todas sus formas es indispensable, ya que nos sensibiliza y mantiene lo que somos: seres humanos, y no solo seres.

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