El pasado lunes acudí al concierto de Ismael Serrano en la sala Galileo Galilei. Me acompañaban la magia y la ilusión de las primeras veces, nunca antes lo había visto en directo. Al entrar a la sala llamaban la atención dos cosas: la multitud de gente que ya llenaba Galileo –a pesar de la cola que todavía quedaba fuera- y la poco común puesta en escena de una sala que acostumbra a la sobriedad del escenario, únicamente con el cartel que le da nombre iluminado y una maraña de luces delante del micrófono.
Pasadas las 21:30 horas, aparecía Ismael Serrano con camisa vaquera abierta, y camiseta de los Stark (Game of Thrones). En el escenario la representación de una noche estrellada que recogía al público en una intimidad asombrosa, árboles luminosos, enredaderas verdosas, hojas anaranjadas esparcidas por el suelo, una guitarra y una mandolina. No hacía falta más para que comenzara el espectáculo. “Si no tienen prisa quédense, la noche está maravillosa”, instaba el madrileño segundos antes de tocar Dónde estarás, de su primer disco, Atrapados en azul (1997). Contrastaba después con Te vi, un tema de su trabajo más reciente, La Llamada (2014).
Entre canción y canción, Ismael nos contaba su trayectoria como músico. Recordó anécdotas de cuando teloneaba a Bob Dylan y le pidió un autógrafo: “por supuesto él se negó y me dijo algo así `es como si te gusta el paté y ansías saludar personalmente a la oca´”. Es curioso, porque más que relatarnos sus experiencias parecía que las recitaba y que todo lo que salía de su boca era poesía. A continuación, entonó Apenas sé nada de la vida.
Y seguía, después, contándonos los consejos que su gente le daba: “escucha mucha música, todos los discos que puedas, todo el tiempo y todos los discos que puedas, así no tendrás tiempo para componer esas interminables canciones», lo que justificaba asegurando que hacerlas más cortas le llevaría mucho más tiempo. Te odio fue el siguiente tema que interpretó.
Hacia el ecuador del concierto, aparecía un plasma sobre el escenario («en cualquier momento puede aparecer Rajoy«, bromeaba Ismael). Afortunadamente no fue así, y lo que hizo el madrileño fue contarnos dos fábulas con ayuda de las imágenes. Significativa fue entonces la canción La casa y el lobo, en la que hace un claro análisis de la situación social y económica del país.
No faltaron los clásicos, los que todo el mundo espera en una noche como esa, mezclados con temas del último disco. Papá cuéntame otra vez, Vine del norte, Rebelión en Hamelín, Recuerdo, La Llamada, entre muchas otras. Tras dos horas de concierto, Ismael Serrano se resistía a abandonar el escenario, se sentía a gusto, en casa. En lugar de hacer el habitual bis, hizo dos. Apareció dos veces para complacer al público al que había puesto en pie y que aplaudía extasiado.
Ismael Serrano, ese día, se despidió con Ana.