Huso: hilvanar palabras y una onírica historia

La calidez habita el acento sudamericano. Sabe sus distintas texturas, sus cadencias y anticadencias, sus moldes de sur. Sabe frente al castellano español su rebeldía. Acentuaciones de nuevos mundos que buscan el precisar de la palabra. Así también lo busca Huso, la nueva editorial que presentó el pasado jueves, ante algunos medios de comunicación, su primera publicación en la librería Enclave de libros de Madrid.

Fue difícil guardar la compostura. Una liebre y un sombrerero loco habían preparado –sin té, pero con muchas pastas– una mesita llena de tentempiés cubanos y argentinos, un detalle, un regalo, una trampa. Fue difícil no alargar los dedos para coger, entre apunte y apunte, una porción de empanada, un trocito de queso, un pastelillo sabor Pacífico. El ambiente inspiraba a hablar en diminutivos, y de no haber sido porque la voz de Mayda Bustamante irrumpió esa ensoñación primera, pidiendo nuestra atención, hubiéramos visto a aquel ratoncillo adormilado descendiendo mientras entonaba: Lindo lindo parpadean, estrellitas en el cielo

presentacion
Elena Soto, Liliana D. Mindurry y Mayda Bustamante durante la presentación.

Allí en el cielo inició Mayda, hace cuatro años, su labor editorial con Ediciones Cumbres, apasionado proyecto destinado a la promoción de la música, el teatro y la danza. Ahora, con más dificultades pero el mismo entusiasmo, da a luz un nuevo sello que lleva por nombre Huso y, por esencia, hilos que quieren tejer «rarezas literarias que permitan a los lectores conocer otras facetas de los autores conocidos», explicó la editora. Tejer también a los clásicos, coserlos bien para que nunca caigan y se extravíen como un viejo botón olvidado. Y añadir al telar las texturas de aquellas «mujeres a las que el tiempo y las circunstancias de la historia han desterrado injustamente del panorama editorial».

«Me estoy dejando la piel, la vida», expiró Mayda, como sólo hacen quienes de verdad creen en lo que hacen, en lo que siempre quisieron hacer, y saben cómo son las piedras de su camino. Porque «no, no es un buen momento –admitió lo que todos sabemos, admitió al porqué de su locura–. ¿Pero qué hacemos, matamos los sueños o los defendemos?».

Huso tiene los objetivos claros y la mente muy despierta. En su propósito de publicar entre 30 y 35 libros al año, busca la excelencia, lo bien hecho, la Singer perfecta que fabrique libros de calidad textual y estética. Y ya cuenta con uno en su taller: Pequeña música nocturna, de la argentina Liliana Díaz Mindurry, Premio Planeta en Buenos Aires en 1998. La investigadora Elena Soto, sentada junto a la editora y la escritora, lo definió como «una novela compleja y bien escrita, con una prosa acabada y que posee algo de experimental». Algo de mágico surrealismo, algo de sueños.

Algo de Liliana. Porque ella misma es onírica presencia, serena voz, mirada ausente, conocedora de otros mundos que se guarda para sí y sólo, a través de sus libros, nos permite entrever por una diminuta cerradura. Habló sobre Pequeña música nocturna y los seres que recorren el hotel La Adormidera, donde suena esa música, donde suena Mozart: los fantasmas de la adolescencia, el descubrir del sexo, las pinturas de Dorothea Tanning. Habló también de la poiesis, del hacerse continuo y continuado («nos hacemos constantemente»), de que todo se puede relacionar con todo. De «la unión de lo distinto». Y colgó en el aire la intriga, y todos miraron cómo caía sobre la misteriosa portada del primer libro Huso.

Andrea Reyes de Prado

«Lo que permanece lo fundan los poetas» (F. Hölderlin).
Humanista, curiosa, bibliófila, dibujante y extemporánea.

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