El pintor estadounidense, Edward Hopper (Nyack, 1882-Nueva York, 1967), fue uno de los principales representantes del realismo del siglo XX. No tuvo mucha relevancia artística durante su vida, pero en la actualidad sus obras se han convertido en símbolos de la sociedad moderna. Sus pinturas retratan perfectamente la vida cotidiana de los años 20/30 en Estados Unidos, según una perspectiva muy personal. El Museo Thyssen, en colaboración con los Museos Nacionales de Francia, abre una retrospectiva titulada simplemente Hopper, que cuenta con más de 70 obras. Se trata de la muestra más amplia realizada en Europa sobre el artista estadounidense.
La exposición se configura como un largo recorrido de las etapas artísticas del pintor y de sus varios géneros: encontramos revistas ilustradas, autorretratos, grabados, acuarelas y óleos. Sus pinturas nos ofrecen una representación simplificada de la realidad, a través del uso de formas geométricas. Sin embargo, su estilo se caracteriza principalmente por la esencia cinematográfico de las escenas y los juegos de luces, sobre todo artificiales, que dan a sus pinturas un carácter trágico y dramático. Aunque en la exposición encontramos varias pinturas de paisajes, de edificios y escenas al aire libre, la mayoría de sus cuadros representan lugares públicos, como bares, hoteles y estaciones. Estos lugares, casi completamente vacíos, sirven al artista para subrayar la soledad del personaje representado. Una soledad que alude al vacío y el silencio de la sociedad moderna.
El artista es aquel que, a través de sus obras, consigue despertar la imaginación de los demás. Los cuadros de Hopper nos remiten a un antes y un después: no empiezan ni acaban en la superficie de la tela. Sus personajes, casi siempre solitarios y pensativos, miran hacia allá, hacia lo que no cabe en la tela, pero que existe. De manera que, una sola tela puede dar vida a tantos diferentes relatos cuantas son las interpretaciones de cada observador. En Sol de mañana (1952) y Mañana en una ciudad (1944), el artista representa dos figuras femeninas que, pensativas, miran lo que hay detrás de la ventana.
Cuantas historias se pueden recrear a partir de Habitación de hotel (1931): una chica en la habitación de un hotel que lee una carta. ¿Qué está escrito en la carta? ¿Por qué tiene esa cara melancólica? ¿La chica acaba de llegar o está para irse? Lo que es cierto es que Hopper es capaz de captar un instante que se carga de un significado eterno y universal.
Museo Thyssen
Paseo del Prado 8, 28014 Madrid
Del 12 de junio al 16 de septiembre de 2012
Entrada: 10 € (Reducida 6 €)