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Key of Two o la clave para triunfar en las redes sociales

"Si Instagram mañana cierra, tú te has quedado sin nada"

Llueve mucho, y son las 18:30 cuando llego a la calle Jorge Juan, donde he quedado con Tina Rodríguez-Araque e Ignacio Alfonso Gómez. Ambos se dedican al mundo de las redes sociales. Él, diseñador gráfico y fotógrafo. Ella, influencer de moda.

La primera en llegar es Tina, que me saluda con dos besos y un “vamos entrando si quieres, que Ignacio está buscando aparcamiento”. Nos sentamos en la barra, Tina pide un Rooibos y, tras decirle el camarero que no les queda, se conforma con un capuchino. Ignacio llega a los pocos minutos, me saluda con dos besos también, y le da un cariñoso beso en la mejilla a ella. Son pareja, pero también compañeros de trabajo.

Cuando les pregunto por su web, Key of Two, se miran y debaten entre risas por ver quién contesta primero. Ignacio empieza contándome cómo surgió la idea: “Era un blog que creamos a raíz de empezar en las redes sociales para contar nuestras experiencias, porque veíamos que estas no nos daban de sí. Al final son páginas creadas para contar…” “Cosas instantáneas”, interrumpe ella aprovechando que el camarero ha dejado sobre la barra el café con leche de Ignacio.

“Nosotros nos íbamos de viaje y sacábamos mogollón de fotos y de contenido. En Instagram no nos daba, porque tú subes algunas, pero igual el resto las tiras”. “Claro, es que antes no había scroll ni stories”, recuerda él. Tina me explica que no empezó como un trabajo, sino como una forma de “tener las fotos guardadas y organizarlas, de acordarnos nosotros y tener el recuerdo”. También cuenta que en el blog empezaron a crear guías de viaje, sobre todo para sus amigos: “era lo típico. Un amigo, que se va a Amsterdam y decía ‘oye recomiéndame cosas’ y directamente mandábamos el link y ya está”.

Mientras uno habla, el otro escucha atentamente. Me llama la atención el respeto y cariño con el que se miran, con sonrisas adornando sus rostros. No cabe duda de que están enamorados, pero también es palpable el orgullo que sienten por el otro, no solo en el ámbito personal, sino también en el profesional. Les pregunto cómo es trabajar juntos, si les causa muchos problemas, y se ríen. “Bueno, eso también ha evolucionado”, cuenta Ignacio entre risas, “ahora es diferente”. “Al principio empezamos como muy juntos, porque la idea fue de los dos y teníamos gustos más parecidos y objetivos comunes, ¿no?”, dice ella mientras juega con el papel del azucarillo que previamente ha vertido en el café. “Cuando empezamos a crecer profesionalmente y a inspirarnos cada uno de un lado, nuestros gustos empezaron a cambiar. Ahí ya empezamos a chocar un poco”, añade con una sonrisa.

Fue hace un año cuando decidieron separarse un poco y hacer trabajos individuales, pero dicen que sigue habiendo marcas que los contratan como pareja. “Pero al final, si yo hago una cosa se la mando a él para que me de el ok, y él igual conmigo”.

Ignacio dice también que esta “separación” se debe a que muchas marcas ya no los contrataban por la web en sí: “El Instagram de Tina empezó a crecer, y ya la contrataban a ella individualmente. Entonces ella empezó a tener más trabajo por su cuenta, ella sola, y yo tuve que tirar más hacia el otro lado”, dice mientras la mira y se ríe. “Pero seguimos intentando hacer cosas juntos, al menos una al mes. Seguimos escribiendo a marcas a través de la web, o ahora a través de la agencia de Tina, porque ahora su imagen la gestiona una agencia y tiene que dar el aprobado”.

Ella lo mira y se ríe, mientras afirma que eso (lo de su agencia) “fue algo que nos separó bastante también, porque antes nosotros contactábamos a las marcas y vendíamos nuestra imagen, y yo eso ahora no puedo hacerlo… vamos, no me dejan”.

Cuando les pregunto cuántas contrataciones pueden tener en un mes, me explican que es complicado contarlas “depende mucho de la temporada, hay meses en los que puedes tener diez, otros cinco y otros cero. En Navidad hay muchas, pero en enero a lo mejor no tenemos ninguna, porque a las marcas no les renta lanzar campañas”, explica Tina. “En verano, por ejemplo, baja mogollón, porque en verano tú estás de viaje y no miras el móvil, y la gente no quiere pagarte porque subas una foto”.

Al hablar de cultura y redes sociales, se plantea entre ellos un debate. Ignacio me contesta que, para él, no pueden considerarse las redes como un medio cultural “porque en general están muy mal utilizadas”, pero Tina, por su parte, cree que “hay mucha gente que está creciendo en Instagram que sí que ha desarrollado su trabajo gracias a esta red social”. Al preguntarles por sus propias redes, ambos dudan. Ignacio, que en ese momento se ha puesto a juguetear con los cordones de sus Converse azules, vuelve a afirmar que “Instagram me parece muy difícil que sea cultural, creo que Twitter, que también lo utilizo mucho, es más cultural”.

Dice que en esa red (en Twitter) hay mucha más gente que se puede leer, que escribe poesía…»Sí, pero también tienes cuentas de esas en Instagram, a eso me refería yo con lo de que depende de las cuentas que sigas”, interrumpe Tina, y sigue diciendo que “al principio Instagram lo descargabas para que fuera una red social que tenías con tus amigos, luego ya evolucionó a tu trabajo y luego a gente que te inspira, y esas cuentas que te inspiran sí llegan a ser culturales”.

Entonces, ella se gira hacia mí, y me dice que, para ella, “las redes sociales son como la televisión. Tú decides si quieres ver Telecinco o un documental de la 2, ¿sabes? Hay gente que mezcla, yo te diría que soy de las que mezclan, yo sigo gente que trabaja conmigo, que por su imagen no les seguiría pero… joe… coincidimos mucho…”.“Por compromiso”, interrumpo yo entre risas. “Sí, por compromiso al final les sigo, igual que luego sigo cuentas que no les doy ni un like”.

Cuando surge el tema de las altas esferas de la cultura y de los profesionales que más tiempo llevan en este mundo, Ignacio me confiesa que cree que “hay algunos que se han adaptado y otros que no, pero en general muchos sí, para estar más cerca de su público”. Tina, que ya ha terminado su capuchino y se entretiene saboreando la espuma que ha quedado en la taza, opina que “hay muchos que lo critican, y que les molesta”.

Me cuentan una anécdota que tuvieron con un fotógrafo en la Fashion Week. “Ignacio se hizo muy amigo de un fotógrafo que le dijo ‘me cabrea que vengan cuatro niñatos con su cámara a hacer fotos, cuando realmente no van a hacer nada con esas fotos ni esas fotos son buenas’ que bueno, nunca se sabe, porque por ejemplo Ignacio era la primera vez que iba, y te salió un trabajo muy bueno”, añade mirándolo a él.

“Creo que hay que convivir, y uno se tiene que adaptar. Yo creo que al final el que sobrevive es el que tiene la cultura creada desde un principio y el que de verdad tiene los conocimientos, no el que solo está ahí porque estaba en el momento y el lugar adecuados, porque eso es suerte”, reflexiona Ignacio mientras Tina aprovecha para comerse una galletita, que le venía con el café.

Siguiendo en esa línea de las críticas y adaptación a las redes sociales, les pregunto si alguna vez se han sentido ellos atacados o menospreciados, y es Tina la que me responde que “a mí como tal no, pero sí que a veces te sientes atacado por ti mismo”. “Yo tampoco, mi Instagram no tiene tanto valor como para que gente que lleva más tiempo en el gremio se sienta perjudicada por mí”, me dice Ignacio entre risas. “Hay gente que igual sí, que se ha formado en esto como un hobby, o que se ha formado…¿cuando te enseñas a ti mismo cómo es?”, pregunta con una media sonrisa. “Autodidacta”, lo ayuda ella entre risas. “Autodidacta, eso… pues si alguien le critica sí que se puede sentir atacado. Pero hay que confiar mucho en uno mismo para crecer en las redes sociales”.

A partir de esto último que dice Ignacio, les pido que den algunos consejos para gente joven que quiera dedicarse no sólo a las redes sociales, sino que quieran montar un negocio online. Ambos se miran, indecisos sobre qué decir. “Creo que tiene que ser algo que te apasione y que estés dispuesto a hacer lo que sea por conseguirlo”.

Tina me cuenta medio avergonzada que, cuando empezaron a hacer la web, no tenían ni idea de cómo hacerlo, “y recuerdo que, cuando estaba casi terminada, una noche de esas de darle los últimos retoques, me cargué la web y la borré entera”. “Tiene que tener un horario laboral, dedicarle tiempo, pero también tener tiempo libre. El primer año además es clave, tienes que cumplir los objetivos que te has puesto”. Tina concuerda con Ignacio, pero añade que el primer año es el más duro “nosotros al principio subíamos cosas que nos las veían tres personas, y pensábamos ‘qué patético, ¿por qué estamos haciendo esto?’ pero era porque a nosotros nos gustaba verlo y disfrutábamos mucho”.

Finalmente les pregunto si actualmente abrirían la web, teniendo en cuenta las mejoras y posibilidades que ofrecen ahora las redes sociales, me contestan algo que me sorprende mucho “algo que Ignacio me recuerda siempre es que ‘que te quede claro que Instagram no es tuyo’. Si Instagram mañana cierra, tú te has quedado sin nada”. Ambos concuerdan en que la web no solo les sirve como guía, sino también como un portfolio, en el que vuelcan todo su trabajo para tenerlo ahí siempre.

Inicio de la web Key of Two
Página de inicio de la web Key of Two

“¿Seguro que no hay otra pregunta?”, pregunta Tina entre risas cuando les digo que ya hemos terminado. Ignacio coge el cuaderno donde llevo escritas las preguntas y las repasa una a una, haciendo un breve resumen de sus respuestas. “Pero a ver si vas a responder a todo doble y tiene que ir saltando el audio y escribirlo todo”, le regaña ella en broma.

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