Del Siglo de Oro a Lina Morgan: un teatro que guarda años de aplausos y emociones
El pasado jueves 27 de marzo, con motivo del Día Mundial del Teatro, cruzamos las puertas del Teatro La Latina para sumergirnos en su historia a través de un recorrido de lo más especial. Un viaje fascinante entre aplausos, artistas y emociones que nos llevó desde sus orígenes hasta la actualidad, culminando con una escena exclusiva de Los chicos del coro.
La visita estuvo guiada por Lourdes García y Enrique Montero, actores del grupo Oniriá, quienes encarnaron a personajes históricos que alguna vez habitaron este emblemático espacio. Con ellos, nos trasladamos al siglo XVI, cuando en el solar donde hoy se levanta La Latina existía un hospital en el que vivió una monja junto a Beatriz Galindo. Con el paso del tiempo, este lugar evolucionó hasta convertirse en un barracón donde diversas compañías escénicas presentaban sus obras, sentando las bases de lo que sería el teatro.
Un teatro con historia
El recorrido nos llevó a los años 20, cuando La Latina fue pionera en Madrid como una de las primeras salas en proyectar cine antes de consolidarse como teatro. En su escenario brillaron grandes figuras como Francisco Moreno y Loreto Prado, además del compositor Jacinto Guerrero, cuyas partituras aún resuenan en la memoria de este lugar. También revivimos un episodio trágico de la historia teatral madrileña: el devastador incendio del Teatro Novedades, que marcó a toda una generación de artistas y espectadores.
Viajamos después a los años 30 de la mano de una costurera que nos guio entre bambalinas, mostrándonos rincones poco conocidos del teatro. Nos detuvimos ante el piano de Francisco Guerrero, testigo silencioso de incontables ensayos, y visitamos el Ambigú, donde los actores de Los chicos del coro calientan sus voces antes de cada función.



El recorrido también evocó la llegada del cine sonoro a La Latina con el estreno de De Sombras Blancas, así como su papel durante la Segunda República, cuando sirvió como sede del noticiero que más tarde daría origen al NODO. Otra de las historias rescatadas fue la hazaña de Ricardo Calvo, quien desafió los límites del teatro interpretando tres obras seguidas en un solo día, un verdadero maratón escénico que quedó grabado en la memoria del público.
Las vedettes y Lina Morgan
El Teatro La Latina no solo ha sido cuna del teatro clásico y el cine, sino también refugio de las grandes vedettes, entre ellas Las alegres chicas de Colsada. Sobre sus tablas desfilaron artistas como Luis Cuenca y, por supuesto, Lina Morgan, quien en 1979 compró el teatro y lo convirtió en su hogar escénico.
Desde Vaya par de gemelas hasta El último tranvía, La Latina fue testigo del arrollador éxito de Morgan. Con su fuerte carácter y amor por el teatro, rechazó la propuesta de rebautizar el espacio con su nombre, defendiendo que el teatro debía seguir siendo La Latina.
Durante la visita, accedimos también al club, al palco y a la parte más privada del teatro, donde aún se percibe la esencia de la gran actriz. En cada rincón parecía flotar su energía, su entrega y la pasión que definió toda su carrera.
Los chicos del coro: una escena única
Como broche de oro a esta jornada teatral, fuimos testigos de un momento irrepetible: la representación de una escena inédita de Los chicos del coro. Una exclusiva que solo pudo disfrutarse hasta el domingo 30 de marzo, como parte de la celebración del Día Mundial del Teatro.
Esta crónica no solo es el relato de una experiencia única, sino también una invitación abierta a redescubrir La Latina, un espacio donde cada telón que se alza sigue contando historias y donde la pasión por el teatro permanece intacta.