Entre arte y caridad: San Antonio de los Alemanes, la iglesia que sobrevive al tiempo

Interior de la Iglesia San Antonio de los Alemanes. Fotografía: Alejandra de Andrés Gil.

En pleno corazón de Madrid se encuentra una joya barroca que ha resistido al fuego, el paso del tiempo y el olvido. La Capilla Sixtina de Madrid, no solo guarda frescos desde el suelo hasta la cúpula. También, preserva un espíritu solidario que, después de siglos, sigue vivo dentro de sus muros.

El edificio fue levantado a comienzos del siglo XVII, en una época en que la Monarquía Hispánica era una de las más poderosas del mundo. Madrid, capital imperial, centro de la cristiandad, vivía su apogeo, aunque pronto llegaría su declive. En esos años los portugueses –entonces unidos a la Corona española– solicitaron permiso para construir un hospital e iglesia donde atender a sus compatriotas, dando origen a San Antonio de los Portugueses.

Cuando ambos países se separaron, la reina Mariana de Austria cedió el templo a la comunidad de católicos alemanes, y desde entonces, pasó a ser conocido como San Antonio de los Alemanes. Su historia se entrelaza con la Real Hermandad del Refugio, institución que continúa su labor caritativa más de tres siglos después, siendo siempre un refugio para los que más lo necesitan.

El arte como refugio

La iglesia es una cápsula del tiempo. A diferencia de otros templos madrileños, modificados o reconstruidos tras diversos avatares como los incendios, esta ha permanecido prácticamente intacta desde finales del siglo XVIII. En particular cabe destacar que se salvó gracias a los vecinos del barrio, quienes, conscientes de su valor, durante la Guerra Civil colocaron un cartel que decía «Esta iglesia es del pueblo».

Este templo barroco sorprende por su planta ovalada, inspirada en los modelos de las iglesias romanas, y su cúpula, una obra que rompe los límites de la perspectiva. El diseño arquitectónico fue realizado por Fray Pedro Sánchez, mientras la decoración pictórica es fruto del talento de Juan Carreño de Miranda, Francisco Rizi y Luca Giordano, quienes convirtieron sus muros en un escenario celestial.

Cúpula de la Iglesia San Antonio de los Alemanes. Foto: Alejandra de Andrés.

La fe a través de la caridad

La Hermandad del Refugio no es una cofradía devocional, sino que sus ejercicios son de caridad. En el museo de la misma encontramos el lema que justifica las Obras de Misericordia corporales: «Vamos, hermanos, a ver quién en apariencia es pobre, pero en sustancia es Dios», resume el espíritu de su labor: la caridad como ejercicio personal, no solo como solidaridad.

Durante siglos, la Hermandad ha desarrollado diferentes acciones sociales, adaptándose a las necesidades de cada época, desde financiar comadronas y tratamientos médicos, hasta la célebre ronda del pan y huevo, en la que los hermanos salían a alimentar a los más necesitados. Hoy esa tradición continúa a través de comedores sociales y ayudas que alcanzan miles de euros anuales.

Representación de la tradicional “Ronda del Pan y Huevo”, símbolo de la labor caritativa de la Hermandad del Refugio. Foto: Alejandra de Andrés.

Un templo de historia viva

Entre los tesoros de la iglesia destacan las imágenes de su patrona, la Inmaculada Concepción, dogma que la hermandad veneró incluso antes de su proclamación oficial. Históricamente, la Real Hermandad del Refugio suma más de 11.000 hermanos y conserva un valioso patrimonio artístico: cuadros legados por fieles, réplicas de obras históricas, y símbolos de su implicación en la vida madrileña. Pocos saben que los primeros bomberos y ambulancias de la ciudad tuvieron su origen en esta Hermandad, cuyos miembros acudían cuando alguien los necesitaba.

Restaurar para conservar: jóvenes al servicio de la caridad

Jóvenes voluntarios durante la jornada de restauración en San Antonio de los Alemanes.

En una iniciativa reciente, un grupo de jóvenes voluntarios participo en una jornada de restauración. La tarea consistió en decapar, lijar y barnizar los bancos del templo. Más allá del trabajo manual, simboliza la continuidad del espíritu que fundo la Hermandad. Una unión entre fe, arte y compromiso humano.

«Es necesario mantener viva la tradición de San Antonio de los Alemanes, una tradición que responde a una religión verdaderamente encarnada —inspirada en el cristianismo y en las obras que dan respuesta a los más necesitados y vulnerables— conforme a su espíritu centenario», afirma Marcos García, joven hermano de la Real Hermandad del Refugio.

Los bancos restaurados serán los mismo en los que los visitantes se sentarán al entrar en San Antonio de los Alemanes, un lugar donde el arte, la historia y la caridad se entrelazan en un mismo acto de fe y humanidad.

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