Vuelve. Y ojalá sea para quedarse mucho tiempo, pese a que el cartel la feche hasta el 2 de marzo. Kafka enamorado es el resultado de un meticuloso trabajo por parte de todas las piezas que conforman una obra de teatro. Desde su autor, Luis Araújo, quién plasmó sobre el papel la versión más íntima del escritor praguense; pasando por su director, José Pascual, que hizo posible su versión sobre el escenario; hasta un breve pero sublime elenco, Beatriz Argüello (Felice Bauer), Jesús Noguero (Franz Kafka) y Chema Ruiz (Max Brod, entre otros), que trasladan al público todos los detalles de una frenética y frustrada, pero muy apasionada, historia de amor.
Cuando Kafka terminaba el manuscrito de lo que sería su primera publicación, Contemplación, y como si de una casualidad en manos del destino se tratara, conoció a Felice Bauer, una comerciante alemana que desató en él, amor a primera vista. El drama gira en torno a su historia, a su intercambio epistolar y a sus encuentros personales.
Una hora escasa, tan bien aprovechada, que el espectador se convierte en un personaje más que participa de lo que ocurre sobre las tablas. Consiguiendo trasladarse al siglo XX y sentir la agonía y decadencia que destroza el interior de Franz, un hombre débil, enamorado de la escritura hasta tal punto que no tolera otro amor en su haber.
El María Guerrero despunta otra vez con su oferta para la Sala de la Princesa, con una calidad que resulta prácticamente insuperable. Una obra que atrapa en todos los sentidos, para entender a Kafka en el caso de que guste, y conocerlo a fondo si todavía no lo han hecho. Una explicación viva para comprender el significado y el funcionamiento de la mente del creador de Metamorfosis.