En el país de los ciegos la moda es estar tuerto

Dani Martín

“¡Ay! ¿Pero qué te ha pasado en la ceja?”, le solté a mi amigo mientras él me daba dos besos. Me miró como pensando “esta colgada que no se entera de nada”, con las risas del resto de la pandilla a coro. No le había pasado nada en la ceja; él mismo se había afeitado un trocito, más o menos a la mitad, imitando una cicatriz, porque era lo que entonces estaba de moda. Al principio de los tiempos, en mi tierna infancia, también pensaba que Madonna nunca se acordaba de teñirse las raíces, pero probablemente, en cuanto a tendencias, la despistada sea yo.

 

Madonna - Like a Virgin

Porque, sí, como en éstas, me han pillado en muchas otras. Los chavales a los que “se les olvidaba” bajarse una pernera del pantalón e iban por ahí como si se acabaran de levantar de la siesta, los que “no se sabían” colocar bien la gorra (después otro amigo me explicó que esa forma de llevarla se conoce como “depositada”), toda esa gente a la que, de repente, le habían salido granos en el mentón… ¡y luego resulta que no eran granos, sino piercings! Total, que no doy una.

Aunque, en mi defensa, debo decir que el ser humano es el único animal capaz de instaurar entre sus semejantes costumbres que no tengan ninguna clase de utilidad, consiguiendo, incluso, que algunas sobrevivan a varias generaciones. Sí, hablo de las “modas”, que también es como se conoce en la ciencia estadística al valor que aparece con mayor frecuencia en una secuencia de datos.

Cualquier especialista del mundillo me diría que soy una ignorante, que la moda también es un arte y que, sobre todo, mueve mucho dinero. Tres argumentos totalmente válidos, en especial, el primero. Pero permítanme decirles que, en ocasiones y siempre hablando en términos respetuosamente estadísticos, la moda es la indumentaria que aparece con mayor frecuencia en una secuencia de tontos.

 

Deja una respuesta

Your email address will not be published.