Al noreste del mapa español, en el corazón del Pirineo catalán, se extiende un valle. Cultura Joven ha encontrado un destino ideal para pasar estas fechas tan mágicas. Te desvelamos los secretos que esconde el Valle de Arán, un lugar entre montañas que te invita a deleitarte con el olor a leña y frío de la Navidad.
¿Esquí? ¿Turismo? ¿Compras? ¿Buena comida? Todo esto se reúne en él. En la provincia de Lérida se encuentra este paraíso para los amantes de unas vacaciones blancas, tanto si corre por sus venas la pasión por el esquí como si tienen ganas de disfrutar de un viaje ambientado en una parte importante del románico español.
- Baqueira-Beret, nieve asegurada:
Empecemos por lo más arriesgado. Los más de 150 kilómetros de pistas hacen que cada año acudan a Baqueira-Beret miles y miles de osados que se atreven a ponerse esas duras botas, abrigarse de la cabeza a los pies y subirse a los esquís. El Valle de Arán cuenta con la calificada como mejor estación de España. Lo cierto es que, si decides lanzarte a ello, es el lugar idóneo, ya que tiene facilidades para los principiantes de este deporte. Para los más experimentados, podéis encontrar una amplia variedad de recorridos y remontes que harán que no bajéis por la misma pista en todo un día de esquí.
La estación está dividida en tres zonas: Baqueira, la más grande y a la que se accede por el único telecabina, o bien desde las otras dos zonas; Beret, que tiene parking propio y que es la ideal para los que comienzan con esta aventura; y Bonaigua, que es la más pequeña de las tres. Por supuesto, las tres están perfectamente comunicadas entre ellas.
- Arte y encanto en 33 pueblos:
Como de cuento. El estilo de la construcción del valle es peculiar. La piedra y la pizarra hacen que las casas tengan un aire sombrío y pirenaico, aunque a la vez, en su interior, albergan techos y suelos de madera que transmiten sensación de calidez y refugio para combatir las frías temperaturas.
La zona está adornada con 33 pueblos, todos con su iglesia románica y sus estrechas calles. Cada uno con su propia personalidad, y todos con un denominador común: las increíbles vistas. Otro de los puntos fuertes de este encantador destino es el río Garona, que nace en el propio valle, lo atraviesa entero y desemboca en Francia. Sí, en Francia. Y es que la frontera gala limita al norte con esta comarca.
- ¿Dónde comprar y comer?
A pesar de que casi todos los municipios tienen sus tiendecitas, es recomendable acudir a Viella, la capital y la localidad con más habitantes. A lo largo de su calle principal, los comercios abren sus puertas de la manera más acogedora posible, ya se trate de tiendas de muebles, de decoración para el hogar, de ropa o de productos típicos de la zona.
Y hablando de esto último, si bien es cierto que existen muchas opciones para hacerse con las comidas y bebidas emblemáticas del valle, hay un lugar escondido en el centro de la propia Viella: Cava Beso (Paseo de la Libertad, 22), un establecimiento dedicado a la venta, distribución y cata de la mejor gastronomía aranesa. Su bodega cuenta con vinos y champagnes de referencia. Asimismo, en su almacén se pueden encontrar conservas selectas, aceites y vinagres, turrones y dulces tradicionales españoles, miel, embutidos… y hay que hacer un especial hincapié en su oferta de quesos de oveja, cabra o búfala.
En cuanto a los restaurantes, el Valle de Arán cuenta con una cocina espectacular, basada en carnes y pescados a la brasa, patés, embutidos, caracoles o setas. La olla aranesa es muy representativo y consiste en un plato de cuchara sabroso y contundente, cocinado a fuego lento y con ingredientes de la tierra.
Lo cierto es que cualquier lugar es bueno para comer en estas montañas vecinas de Francia. Si se quiere comer en un sitio de pinchos, la sugerencia es Urtau, que tiene taberna en Viella, Arties y Bossost, o Don Vielhito (Viella). En cambio, si lo que se desea es una comida más tradicional, son todos bienvenidos a nuestro paladar.
Si estas navidades aún no tienes destino vacacional, apunta en tu lista esta opción. El Valle de Arán nunca decepciona.