Los alumnos del Master en Periodismo Cultural de la universidad CEU San Pablo, pudimos asistir a la representación de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico de esta obra, que estará en cartel hasta el 26 de mayo en el Teatro de la Comedia de Madrid
La Compañía Nacional de Teatro Clásico puso a la cabeza de esta adaptación de la obra de Calderón de la Barca, a Iñaki Rikarte, ganador de dos premios Max como director de escena, quien apoyado por Monica Boromello e Ikerne Giménez encargados de la escenografía y el vestuario, respectivamente, han conseguido crear un espectáculo a la altura de este reto.
Una historia con toques mitológicos
La historia de El monstruo de los jardines comienza con la llegada naufragada de Lidoro, un príncipe que viaja a una isla griega para contraer matrimonio con la hija del rey del lugar, Deidama. En esa misma isla está Aquiles, quien vive escondido bajo una montaña aconsejado por su madre, quien conoce de su funesto sino. Sin embargo, el valor y la habilidad guerrera de Aquiles hace que Ulises, general del ejército use todo su ingenio para descubrir dónde se esconde. Finalmente, tras un breve encuentro de Aquiles con Deidama, este queda enamorado de ella, y se disfrazará de Astrea la prima de esta, para así poder verla, desencadenando una historia de amor shakesperiana, donde entre medias, este se tendrá que decidir entre el amor y el deber.
Una obra trabajada a todos los niveles
El texto en verso se une en esta adaptación a momentos musicales y a una escenografía atrevida, móvil y de gran calidad técnica, en la que aparecen megáfonos colgados del techo o un arnés que deja suspendido en el aire a uno de los personajes en el final. Por otro lado, el juego de luces y sonidos consiguen inducir al espectador en los pensamientos de los personajes, a través de técnicas cinematográficas que tanto el público joven, como el más veterano podrán entender.
Esta inteligente puesta en escena sumada a los numerosos gags y momentos divertidos que tiene el texto consiguen que, a pesar de ser una pieza clásica que pone en escena a personajes y tramas mitológicas, la obra sea capaz de hacer reír y sentir en 2024.
El trabajo técnico es realmente atrayente y sorprendente. A través de diferentes recursos aparentemente sencillos, como el uso de una plataforma rotatoria o el juego de luces sobre algunos personajes, crean un dinamismo y una espectacularidad realmente sorprendentes. Este dinamismo, consigue que las dos horas de interpretación y de narración dramatúrgica no se hagan pesadas en prácticamente ningún momento.
Por otro lado, el uso de vestuario militar y de calle de los años 50 y 60 en personajes mitológicos como Ulises o Aquiles, es algo que puede llegar a chirriar en un principio. Sin embargo, esto gira alrededor de poder usar diferentes recursos dentro de la trama, como ruedas de prensa o mariachis que, por un lado consiguen divertir, y por otro, acercar el trasfondo de este texto del siglo XVII a las problemáticas y a la mentalidad del siglo XXI.
En cuanto al reparto, es muy complicado poner un pero, la actuación de todos los actores y su habilidad para nadar entre la comedia y el drama es maravillosa, pero hay que destacar el desempeño de Pascual Laborda como Aquiles, el de Ana Hernández como Deidama y el de Xavi Caudevilla como Libio. Aunque, como se ha comentado, habría que mencionar a todos, ya que la coralidad del elenco es magnífica.
Una adaptación a la altura
Iñaki Rikarte ha sido capaz recoger este texto calderoniano y transformarlo en algo reconocible y disfrutable para el público actual. Sin duda, no es una fiel representación de cómo esta obra se representaba en los teatros del siglo de oro español, sin embargo sí consigue transmitir tanto la diversión como el mensaje de un texto magnífico a la sociedad del momento, algo que tendría en mente Calderón de la Barca cuando escribió esta obra donde convergen mitología, danza, drama, música, filosofía y enredo.