Como si se tratara de una paradoja, Matadero Madrid es el lugar en el que se rinde tributo a una de las obras más icónicas que representa la Creación del mundo y el transcurrir de la vida entre paraíso e infierno. Se trata de un recorrido por 16 piezas de la Colección SOLO, un proyecto con sede en la capital española que comisiona propuestas artísticas inspiradas en El jardín de las delicias del Bosco.
Desde la animación digital, la creación sonora, la inteligencia artificial, la pintura o la cerámica, el óleo del Bosco es apropiado y reinterpretado cinco siglos después de su creación por quince artistas de distintas latitudes del globo. ¿Qué es lo que tiene de fascinante?
En primer lugar, el hecho de que el original del Bosco repose en el Museo Nacional del Prado, a unos cuantos kilómetros de la exposición de la Colección SOLO, le plantea al espectador una especie de recorrido expandido entre dos lugares, dos tiempos y múltiples miradas de una misma obra.
Génesis
Ingresamos por la Nave 16 de Matadero y la primera inmersión en ese mundo de delicias, excesos y pecados es una instalación sonora: Umbráfono II, del artista andaluz Enrique del Castillo. Se trata de una escultura cinética que genera sonido a partir de las variaciones de luz y sombra sobre una película de celuloide. La música está inspirada en Adrian Willaert y Josquin Des prez, dos compositores flamencos de la misma época y el mismo lugar del Bosco.
La música recrea entonces una atmósfera que prepara lo que viene. No es casual iniciar por la inmersión sonora, pues en el tríptico del Bosco, el panel derecho representa el infierno, uno que muchos historiadores han denominado Infierno sonoro por el protagonismo que tienen los instrumentos musicales y su función de “torturar a los pecadores que se dejaron llevar por la música profana”.
Entre el paraíso y el infierno
Seguimos el recorrido y llegamos a un mundo paralelo en el que vemos al Jardín cobrar vida. La obra The Garden of Ephimeral Details, del artista alemán Mario Klingemann, pone el original del Bosco bajo la mirada de la tecnología y, mediante un modelo de inteligencia artificial, reinterpreta y transforma secciones del cuadro para luego restaurarlas a su estado original.
Nos encontramos ahora con El rey de la vida, un GIF animado del dúo creativo Cool 3D World, quienes definen su trabajo como surrealismo digital. El video recrea varias escenas en movimiento que transcurren alrededor del rey, mientras este va envejeciendo. Lo interesante es ver cómo el personaje se transforma conforme suceden detrás de él situaciones infernales y paradisíacas, pero sobre todo, cómo la realeza queda expuesta en sus condiciones más humanas.
Bajo la interpretación de que El jardín de las delicias es una especie de espejo de nuestro tiempo, la obra El rey de la vida permite hacer un paralelo entre el cuadro del Bosco y el género literario ‘espejos de príncipes’, una especie de guía moral que se desarrolló entre los siglos XIII y XV, y en el cual se muestran las virtudes que deben tener los reyes, así como los vicios que debe evitar. “Solo el rey que sabe gobernarse a sí mismo sabe gobernar a su pueblo”. La obra del Bosco plantea esos conflictos morales y recuerda una de las premisas de los espejos de príncipes: hay una existencia en el ser humano a la inclinación natural al mal, como se muestra, por ejemplo, en el Libro del consejo de Maestre Pedro, del siglo XV.
Continuamos el recorrido y encontramos obras heterogéneas como el tríptico de arcilla de la artista Lusesita, que representa la historia del Génesis, o como la pieza Homo-?, de Filip Custic, una línea del tiempo en formato vídeo que muestra el progreso social y tecnológico, y se pregunta por un futuro en el que cuerpo, sexualidad e identidad sean fluidos.
Atravesamos otros mundos digitales, animados, surreales, creados por artistas de China, Estados Unidos, Serbia o Países Bajos. Antes de salir de la nave nos encontramos con Speculum, un tríptico de pantallas led de 21 metros de longitud que hace de El Jardín de las delicias uno vivo y en movimiento en el que se retratan elementos modernos y trae al siglo XXI el debate de los espejos: las consecuencias de los actos humanos en el devenir del mundo.