El año que ardieron los Beatles

The beatles 1970
The beatles 1970

En 1970, The Beatles se separó para siempre. El año de su despedida, los cuatro miembros publicaron un total de cinco elepés, incluyendo un álbum póstumo de la banda. Ahora, pasados 50 años, repasamos el período más convulso y difícil de The Beatles a través de sus discos. 

El 10 de abril de 1970 un terremoto cultural sacudía el mundo: The Beatles se separaban. Una triste nota de prensa adjuntada al disco en solitario de Paul McCartney ponía el punto final a una de las mayores revoluciones musicales de la historia. Acababan así años de tensiones, que culminaron en un divorcio poco amistoso entre cuatro amigos que habían cambiado la música popular para siempre.

La catástrofe había comenzado a fraguarse en 1967, cuando murió el mánager del grupo, Brian Epstein, conocido como ‘el quinto Beatle’. Había llevado a los cuatro de Liverpool desde los suburbios de Merseyside hasta las portadas de todos los medios, y parecía ser el único capaz de manejar el complejo sistema de egos que había en The Beatles. Su muerte fue una pérdida irreparable para los cuatro músicos. Sin su presencia, la convivencia pacífica entre genios se hizo insostenible. John Lennon reveló, años más tarde, que en cuanto le comunicaron el fallecimiento de Brian, supo que “ahí se acababa todo”.

El sustituto de Epstein fue Allen Klein, mánager de los Rolling Stones y, en ese momento, uno de los personajes más respetados de la industria musical. Su nombramiento no fue bien acogido por Paul McCartney, que había asumido el papel autoimpuesto de líder y que recelaba del nuevo jefe de la manada. El bajista llegó a llamarle «gángster» delante de los otros tres miembros del grupo, que defendieron al mánager y obligaron a Paul a firmar. Años después, los cuatro beatles demandarían a Klein por irregularidades en el manejo financiero de sus activos. 

LOS CAMINOS CREATIVOS SE BIFURCAN

A todo el sistema de poder había que añadir la distancia musical que separaba a la banda. Mientras Lennon insistía en llevar a The Beatles por caminos más independientes y novedosos, McCartney creía que debían recuperar sus raíces y volver a ser una banda de rock. Esas diferencias pueden verse en las grabaciones de Let It Be, que documentaron todo el proceso de grabación del disco a principios de 1969. En esos ensayos maratonianos son evidentes las diferencias entre los cuatro miembros, acrecentadas por las maneras casi dictatoriales de Paul McCartney, que ocasionaron el abandono momentáneo de George Harrison. La reacción de Lennon fue proponer sarcásticamente que lo sustituyera Eric Clapton. La tirantez era palpable, ya no había un camino compartido, un proyecto común que aunara los cuatro genios de los de Liverpool. 

En 1969, tras finalizar las grabaciones de Let It Be, John Lennon ya estaba inmerso en proyectos vanguardistas influido por su pareja, Yoko Ono. Así que en septiembre de ese año, tras realizar un concierto en Toronto con la Lennon Ono Band, se reunió con Allen Klein para comunicarle su decisión de abandonar The Beatles y disolver la banda. Tras una larga conversación, el mánager convenció a Lennon para mantenerlo en secreto. Pero John no pudo evitar contárselo a sus compañeros, que recibieron la noticia como un auténtico mazazo.  El 4 de enero de 1970 tuvo lugar la última sesión de grabación de The Beatles, para terminar alguna de las canciones de Let It Be. John Lennon ni siquiera acudió. 

The Beatles y Yoko Ono en una de las sesiones de Let It Be
The Beatles y Yoko Ono en una de las sesiones de Let It Be.

En medio de este panorama, el 27 de marzo de 1970 Ringo Starr publicó Sentimental Journey, el primer disco de un beatle en solitario. A pesar de que la tensión era ya insostenible en el cuarteto británico, Ringo parecía quedar al margen de todas las rencillas de la banda. El disco es una colección de clásicos de jazz de la década de 1930 versionados por Ringo y arreglados por diferentes amigos del músico, incluyendo a Paul McCartney. Es un disco entrañable, fruto de la idea de Ringo, que afirmó que quería hacer un disco “que le gustara a su madre”. Pese a sus buenas intenciones, Ringo es superado por un repertorio que está fuera de sus capacidades como vocalista. La faceta de crooner del beatle amable no brilla igual que la de baterista, instrumento que no tocó en este disco. El álbum no fue bien recibido por la crítica, que llegó a decir que era ‘horripilante’. 

Llegó la primavera y Paul McCartney soltó la bomba. El 9 de abril de 1970, los principales medios recibieron una copia de McCartney, el primer disco en solitario del bajista. Junto a él había un sobre con una autoentrevista de promoción. En esas dos hojas estaba la noticia del año: The Beatles se separaban. 

La forma del anuncio encendió al resto de miembros, que creían que era una maniobra publicitaria. Especialmente a Lennon, que posteriormente indicó que él había iniciado dicha separación. El rencor hacia Paul fue evidente en los años posteriores, y se manifestó en la composición de How Do You Sleep en 1971. En dicha canción, Lennon le dice a McCartney que “lo único que hizo fue Yesterday, entre otras lindezas. En la grabación de la misma participó George Harrison, mostrando su conformidad con esas palabras. 

MCCARTNEY: CASA, FAMILIA Y AMOR

¿Qué nace de la confusión y del tumulto? Paul McCartney lo tuvo claro: una vuelta a lo básico. Pocas opciones tenía el músico de Liverpool más allá de desmaquillarse y de deshacerse de guirnaldas y ostentaciones. El ejemplo más claro de esto es la canción que abre el disco, The Lovely Linda que, con una duración de 45 segundos, se trataba solo de un ensayo para probar el equipo de grabación y acabó siendo incluida en la versión final del álbum. McCartney nos muestra un Paul en plena lucha consigo mismo, intentando librarse de lo que se había convertido en un sambenito: la distinción como miembro de la banda más conocida del planeta. El resultado podría parecer demasiado blando pero esto es solo fruto de las expectativas. Como diría Alan Smith, de NME, la palabra clave del álbum no es “emoción” o “excitación” sino “afecto” o “felicidad”. McCartney es un álbum intimista que merece más de una escucha. Su principal debilidad es que de primeras puede parecer un álbum soso y sin sustancia, algo por lo que fue duramente criticado en su momento, pero hay que saber meterse en la cabeza de Paul para darse cuenta de que esto no es así. McCartney entregó un primer álbum en cierta manera caleidoscópico, cambia en cada escucha, como una gema a la que se le descubre un destello distinto cada vez que es sacada de su estuche.

Menos de un mes después del lanzamiento de McCartney, otro elepé de los cuatro de Liverpool salía a la luz. El 8 de mayo de 1970 se publicó Let It Be, el último álbum original de The Beatles. Su grabación, iniciada en enero del año anterior, fue un infierno para la banda británica, con ensayos interminables en los fríos estudios cinematográficos de Twickenham. En esas frías naves del extrarradio de Londres se reunían un George Harrison rencoroso por la falta de valoración de sus compañeros, un Paul McCartney sobrepasado por la tarea de liderar la banda, un John Lennon entregado a la heroína y un Ringo completamente ajeno a lo que pasaba a su alrededor. La elección de Phil Spector como productor, en lugar de su colaborador habitual George Martin, tampoco ayudó a apaciguar los ánimos. Su excesivo uso del reverb y su idea del ‘muro del sonido’ no eran del agrado de Paul McCartney, que se enfrentó a él en incontables ocasiones. La más sonada fue acerca de The Long And Winding Road. 

El bajista había concebido la canción como una balada sutil a piano, y Phil Spector le añadió a posteriori un coro y una orquesta con arpa. Cuando McCartney escuchó la versión de Spector puso el grito en el cielo y le indicó que quitara toda la instrumentación excesiva. Ninguno de los otros tres miembros intercedió y la versión de Spector fue la que se quedó en el disco. 

La portada del álbum es un fiel reflejo de la etapa final de The Beatles: cuatro imágenes separadas por líneas oscuras, los cuatro miembros mirando cada uno hacia un lado, construyendo un mosaico de individualidades más que un grupo cohesionado. Pese a ello, a este álbum le debemos una de las imágenes más icónicas de la historia de la música. El 31 de enero de 1969, una vez terminadas las grabaciones del disco, los cuatro miembros de la banda subieron a la azotea de los estudios que EMI tenía en Abbey Road para ofrecer un concierto improvisado. Allí estuvieron hasta que las quejas de los vecinos alertaron a la policía, que subieron a detener el recital. Lo que no sabía ese agente anónimo es que estaba parando el último concierto de The Beatles. 

ALL THINGS MUST PASS: EL NIÑO SE HACE MAYOR

El 27 de noviembre de 1970 sale a la venta All Thing Must Pass, el álbum triple de George Harrison. Estaba formado en su mayoría por composiciones descartadas de The Beatles, canciones magníficas que no le habían permitido mostrar en la banda británica. Dentro de The Beatles, Harrison era visto como el niño al que había que tutorizar y no se lo tomaban muy en serio, a pesar de que regaló temas como Here Comes The Sun o Something. Pero siempre estuvo a la sombra del tándem Lennon-McCartney. Con este álbum se reivindicaba como un autor de pleno derecho, capaz de crear himnos imperecederos como My Sweet Lord o What Is Life. Para la instrumentación, Harrison tiró de agenda y convocó a Dylan y Clapton, que a pesar de no estar acreditados por problemas con sus discográficas, tocaron en varios de los temas. Producido también por Phil Spector, el beatle tranquilo no quedó satisfecho con la atmósfera creada por el ‘muro de sonido’, marca de la casa del productor neoyorquino. All Things Must Pass supusó la confirmación de Harrison como artista, elevándolo a las mismas cotas que sus compañeros de banda. 

George Harrison.

El último beatle en sacar álbum en solitario fue, irónicamente, el que más ganas tenía de independizarse. El 11 de diciembre de 1970, John Lennon lanzaba John Lennon/Plastic Ono Band, producido por él mismo con Yoko Ono y Phil Spector. Un álbum en forma de cuerpo desnudo, aparentemente frágil, con todas las inseguridades a flor de piel, por momentos repleto de energía y ansioso por saltar al vacío.

El álbum de Lennon es un disco complicado de escuchar, siendo de esas obras que te comen poco a poco por dentro. La música y las letras de Lennon te agarran de tal forma que resulta muy difícil pensar en una posible escucha inconsciente del álbum. No se trata de una mera colección de temas, no encontraremos un ápice de muzak aquí. 

La rabia que exudan canciones como I Found Out o Well Well Well contrasta con la desesperada dulzura de Love o Look at Me, haciendo de la escucha de estas once canciones una travesía intrincada, pero no por ello en lo más mínimo carente de sinceridad. Terapias primales aparte, la capacidad de Lennon para adentrarse en el espíritu humano resulta inquietante, como demuestra en Mother o, de forma más universal, en Isolation. En términos más formales, este Plastic Ono Band sigue sonando enormemente actual, siendo posible escuchar carreras íntegras de artistas contemporáneos en algunas canciones, como es el caso de Hold On y My Mummy’s Dead.

Lennon conseguía zafarse por fin del corsé creativo que le suponían The Beatles. En definitiva, hace cincuenta años el beatle más vanguardista se abandonaba a sí mismo y el resultado difícilmente pudo ser más real. Una consagración a lo auténtico y a lo personal.

Así acababa 1970 para The Beatles. En los años posteriores, hubo tiempo para recriminaciones, insultos velados, reconstrucciones de la historia y reconciliaciones. Las carreras en solitario de los cuatro de Liverpool despegaron y volaron solas, algunas más alto que otras, dejándonos un sinfín de canciones que a día de hoy siguen siendo objeto de admiración. Pero The Beatles no volvería a reunirse jamás. Hace 50 años, la mejor banda de la historia del pop se calló para siempre.

The Beatles en su juventud.

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