
¿Cómo tener recuerdos de lo que no conoces? ¿Cómo aumentar la memoria sin conocimiento?
La Asociación de Directores de Escena de España, en su labor editorial más comprometida con la recuperación histórica, presentaba ayer en la sede de la Aisge (Artistas, Interpretes, Sociedad de Gestión) el nuevo libro escrito por su director, Juan Antonio Hormigón, sobre la figura de Francisco Martínez Allende, un autor, actor y director teatral perteneciente a una época donde faltan recuerdos escritos.
Nacido en 1906 en Asturias, Allende emigró con su familia a Argentina con 13 años, para después volver a España y acabar de nuevo huyendo a Latinoamérica. Un revolucionario en continuo viaje, que utilizó el teatro como militancia para acercarse a una República social. «No es teatro del exilio aunque se publicara en el exilio», afirmaba el autor de esta investigación que comenzó en 2002 partiendo de cero. Tampoco es, en palabras del catedrático de literatura Jorge Urrutia «obra de guerrilla que se representaba para combatientes», es un teatro comprometido con el movimiento social y político (algunas de sus puestas en escena se inspiraban en el teatro de Meyerhold, el inicio del teatro político para crear conciencia social en la primera mitad s.XX).
Allende se hizo actor muy pronto. Con 18 años ya pertenecía a una compañía profesional y en seguida curioseó con la dirección escénica. Los escritos teatrales no fueron excesivos, pero sí suficientes para contribuir a esas dos décadas (de 1937 a 1957) en las que, como señalaba Urrutia, las bibliotecas siguen siendo muy pobres. Una difícil labor de cotejación y descubrimiento que ha de estar en continuidad en nuestra actualidad y que Urrutia asignaba de muy buen grado a la ADE.

Recordando lo desaparecido
Camino leal, título de esta publicación, recoge una de las pocas obras que escribió F.M. Allende, más una relación de datos biográficos de un personaje artístico fuerte que formó parte de una historia que quedó dispersa.
“Hemos rescatado a Francisco Martínez Allende, pero cuántos Franciscos Martinez Allende se habrán quedado sin rescatar”, lamentaba Hormigón dejando esa puerta abierta a seguir indagando en el pasado: «He descubierto mucho, pero seguramente queda mucho por descubrir».
Jorge Urrutia, catedrático de literatura de la Universidad Carlos III, aplaudía la labor de la ADE y de Hormigón, a quien quiso homenajear destacando que “la salud de nuestro teatro se puede medir por el número de obras de la ADE. Multitud de catálogo, mucha labor que nadie más ha hecho en España sobre teatro”. El tono melancólico y quizás nostálgico de la gran cantidad de historia que no ha quedado registrada se palpaba en la sala durante todo el acto, con el contraste del buen sabor de boca que produce rescatar una vida, aunque sólo sea para no dejarla en el olvido.