El bar que se tragó a todos los españoles es una comedia capaz de provocar risa y reflexión por igual, mordiendo, pero sin hacer sangre
A los españoles nos ha costado siempre ponernos de acuerdo para casi todo, discutimos por sistema y cualquier nimiedad es susceptible de generar bandos opuestos. Sin embargo, existe un lugar donde las diferencias se difuminan y las treguas se respetan, ese lugar se encuentra al calor de la barra del bar. No es baladí que la Constitución más longeva de nuestra historia, el culmen de la Transición que sentó las bases de la democracia actual, se pactara y redactara, tal y como cuentan los cronistas, en los salones del histórico Casa Manolo.
Por eso, tampoco sorprende que Alfredo Sanzol (Madrid, 1972) haya utilizado la magia de estos templos del ocio para ambientar y condensar una ambiciosa obra en la que trata de desgranar la idiosincrasia española, a través del viaje iniciático de un Odiseo navarro llamado Jorge Arizmendi (Francesco Carril).
El bar que se tragó a todos los españoles cuenta el relato de un hombre avergonzado por su pasado, condenado a cargar con una triste herencia de la que no es responsable, mientras busca una identidad propia y anhela construir un futuro en libertad. En su primera obra desde que dirige el Centro Dramático Nacional, Sanzol se sirve de una especie de autoficción familiar (una historia basada en la de su propio padre), para proponer un marco concreto e histórico a una trama cargada de significado universal.
La efervescencia de los años sesenta envuelve el viaje de Jorge Arizmendi, un sacerdote de San Martín de Unx (Navarra), que con 33 años decide abandonar la vocación que le fue impuesta y espera con impaciencia la dispensa que le devuelva su vida y su libertad. Un viaje que transcurre por unos Estados Unidos beatnik, tierra de las oportunidades, para estudiar Marketing; un regreso a una España aletargada y recelosa por dejar el blanco y negro de la posguerra; con un breve paso por una Roma corrupta, violenta y pasional. Todo ello, ambientado en pequeñas embajadas españolas en forma de bar, habitadas por filósofos de la barra, cuya sabiduría se basa en la menospreciada habilidad de saber escuchar.
Un camaleónico y acertado elenco baila de la mano de un escenario multiforme que muta como si fuera un personaje más. Las ágiles transiciones acompañadas por la música original, compuesta para la ocasión por Fernando Velázquez, animan el trepidante desarrollo de las escenas que se suceden a lo largo de las tres horas que dura la obra. Una extensa representación dividida en dos partes: la aventura estadounidense de Jorge, primero, y la historia de amor con Carmen Robles (Natalia Huarte), después.
Las ligeras coreografías embellecen un texto cuidado al milímetro, que avanza dejando un poso poético en los labios de sus protagonistas, más de cincuenta personajes recopilados en un reparto de nueve actores. Un conjunto actoral, cuya máxima virtud se encuentra en el equilibrio de calidad interpretativa que acentúa la polifonía coral.
Una comedia con amplitud de miras que se atreve a usar el humor como medio legítimo para hablar con solemnidad de temas como el racismo o el feminismo, la lacra del franquismo, la guerra civil y el revanchismo, o la influencia política de la religión y la corrupción de las altas esferas. Temas que, con sencillez y empatía, son capaces de provocar risa y reflexión por igual, mordiendo, pero sin hacer sangre.
El bar que se tragó a todos los españoles comienza preguntándose por el significado de ser español. Una cuestión para la que se antoja complicado llegar a una respuesta concluyente. Sin embargo, no resulta difícil reconocer en esta historia ese sentimiento tan español que se refugia en el calor del bar, mientras persigue a ciegas su identidad, avergonzado por una triste herencia, pero con la histórica necesidad de reconocer y aceptar la verdad de su pasado, para poder elegir libremente su futuro.
Ficha Técnica
Fechas de exhibición actuales: 12 FEB – 04 ABR 2021
De martes a domingo, a las 19h. | duración: 03:00h. aprox.
Teatro Valle-Inclán | Sala Valle-Inclán
Texto y dirección
Alfredo Sanzol
Producción
Centro Dramático Nacional
Escenografía y vestuario
Alejandro Andújar
Iluminación
Pedro Yagüe
Música
Fernando Velázquez
Reparto
Francesco Carril
Natalia Huarte
Elena González
David Lorente
Nuria Mencía
Jesús Noguero
Albert Ribalta
Jimmy Roca
Camila Viyuela