Grabar significa labrar con incisión una figura sobre una superficie o fijar profundamente un significado. Por eso, el hecho de que la artista cubana Belkis Ayón haya escogido el grabado como técnica principal de su obra es por sí mismo un mensaje político: la única forma de borrar un mensaje es grabar uno nuevo sobre el anterior.
Belkis Ayón nació en La Habana en 1967 y se formó como artista en el Instituto Superior de Artes de su ciudad. Su época estuvo marcada por la caída del telón de acero y la crisis del socialismo en Europa. Dedicó su obra y sus investigaciones artísticas a la mitología Abakuá; y aunque sus cuadros tienen una gran carga mística, también hacen eco de las problemáticas sociales de la Cuba de los años 80 y 90. Ayón se suicidó en septiembre de 1999 y las últimas piezas que creó son mucho más oscuras y dramáticas que las anteriores. Sus obras han sido expuestas en Canadá, Estados Unidos y Cuba y, por primera vez en Europa, se encuentran en Madrid en forma de retrospectiva.
En su serie de colografías, expuestas en el Museo Reina Sofía hasta abril de 2022, Ayón resignifica los rituales de la sociedad Abakuá, una cofradía masculina cuyo mito fundacional es el sacrificio de una mujer que ha revelado su secreto. Pero Ayón no profundiza en el rito, sino que lo revierte poniendo en relieve la figura femenina y trayendo a la luz emociones como el miedo, el arrepentimiento o la muerte.
La colografía consiste en superponer planos de papel a modo de collage y es un recurso que consigue reforzar aquellas relaciones de poder que la artista trae a sus creaciones y que representan la Cuba de los años 90; figuras que predominan sobre otras, blancos sobre negros, masculino sobre femenino, iconografía católica sobre elementos africanos. Así se puede observar en obras como La consagración III, Nlloro o La última cena.
Su dominio de esta técnica, la escala de sus cuadros y la fuerza compositiva, hacen de Belkis Ayón una de las máximas representantes del grabado contemporáneo. Para Cristina Vives, amiga personal de la artista y comisaria de esta exposición, “sus matrices colográficas son prácticamente esculturas”.
La última cena, Belkis Ayón 
Nlloro, Belkis Ayón
Hay quienes consideran que la princesa Sikán, la mujer sacrificada en el mito de la sociedad Abakuá, es el alter-ego de Belkis Ayón. A través de ella representa una serie de valores y situaciones que marcaron definitivamente la obra de esta artista, determinadamente atea y feminista. Así lo apunta Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía.
En el recorrido de la exposición Colografías, es posible leer la postura crítica de esta artista en torno a la religión; pero también en torno a las tradiciones que perpetúan de cualquier forma la supremacía de unos humanos sobre otros, de los hombres sobre las mujeres o de las clases poderosas sobre otras oprimidas.
Su obra La última cena, reinterpreta el cuadro católico a través de los ñáñigos de la sociedad Abakuá. Figuras que desbordan los márgenes del cuadro, rostros sin boca, formas humanas postradas sobre la mesa que delatan angustia, terror, desolación. Por otra parte, ¡Déjenme salir! es una pieza de su última etapa que apela a la violencia, la falta de libertad o la censura. Todas estas, situaciones que padecía su país y que ella representó en sus cuadros, según cuenta Cristina Vives en una entrevista para el Museo.
Tanto por su contenido, como por la técnica que escogió para reflejar su pensamiento, Belkis Ayón es una representante del arte abiertamente político. El grabado y la colografía no solo inmortalizaron su postura, su cultura y su tiempo, sino que nos recuerdan que lo único que no se desvanece con la muerte es todo aquello que queda grabado.
LIndo cierre Ire.
Una excelente reseña de una grabadora cubana con
acento en las tradiciones afro.
Gran artículo, conceptos que perduran.