A las ocho de la tarde los primeros acordes de Carmen, de George Bizet, que auguraban el comienzo de la película de mismo nombre que dirigió Cecil B. De Mille en 1915. Una adaptación de la ópera en la que una gitana, Carmen, enamora a Don José, un joven oficial para que deje a los contrabandistas pasar su mercancía por la muralla que él custodia.
Una película de cine mudo que inspiró a Chaplin para crear un mediometraje llamado Una parodia de Carmen, estrenada el mismo año. Completamente fiel a la estética y a los intertítulos de su antecesora, trata la historia como solo el creador de Charlot podría hacerlo. Bromas entre juegos de palmadas cuando debieran ser empujones, un puñal que se dedica a clavar en la zona baja de la espalda o bailes dudosamente aflamencados que hacían que el público, del siglo XXI, no pudiera parar de reír.
Además, los asistentes presenciaron el estreno mundial de la nueva partitura que el director y compositor estadounidense Timothy Brock ha creado para La parodia de Carmen, magistralmente interpretada por la Orquesta de la Comunidad de Madrid.
La obra de este compositor reúne un sinfín de partituras para cine mudo como Diary of a lost Girl de G.W. Pabst, Chantaje de Hitchcok o la nombrada Carmen de DeMille. En los últimos años y tras petición de la familia Chaplin se ha especializado en la restauración de las películas del cómico inglés para su representación acompañando las proyecciones de los filmes.
De hecho, este ciclo de cine continúa con la visualización de Luces de la ciudad, el 30 de diciembre y Tiempos Modernos el día 6 de enero, otras dos películas del maestro del humor cuya partitura Brock también dirigirá en el teatro La Zarzuela.
En la época en lo que todo está visto, de la tecnología 3.0 y del cine 3D, aparece el magnífico Chaplin para desmontar todas estas técnicas de los ‘tiempos modernos’ y para hacer llorar de risa con la simple comedia visual. Porque un Chaplin mudo vale más que mil palabras.