Jacob (Guillem Motos) se entera de que su padre ha muerto mientras el público se acomoda en sus asientos. Se tumba sobre el baúl situado en el escenario a tres bandas, y juega con sus zapatillas como si fueran aviones en el aire. Empieza a sonar Jacob, de The New Raemon, y los espectadores del Teatro Fernán Gómez dejan de moverse para centrar definitivamente sus miradas en la escena. L’única cosa que sé, és que dono cops a les parets…
El padre de Jacob ha fallecido y él se olvida de comunicárselo a su hermana Ruth. Así da comienzo Cenizas, una pieza teatral de la compañía Arcàdia que permanecerá en cartel hasta el 20 de marzo. Cenizas, que originalmente se titula La pols, consiguió el premio de crítica Serra d’Or 2015 y el de la Crítica de Barcelona al mejor texto teatral en 2014. Tras su éxito, el director y guionista Llàtzer Garcia adaptó la obra escrita en catalán para poder interpretarla en Madrid, siendo así la primera vez que sale de Cataluña.
Tres almas rotas vagan por el escenario durante los 95 minutos que dura la representación. Entran, salen, ríen intensamente, lloran con histeria por la confusión. Ninguno sabe muy bien cómo afrontar la muerte del padre. Alba (Marta Arán) intenta consolar a su amigo Jacob y le abre las puertas al universo de John Steinbeck. “La poesía es inútil. Inútil y falsa”, reacciona él ante la lectura de The Red Pony, libro del escritor. Ruth (Laura López), la hermana de Jacob, esconde sus frustraciones detrás de unos trofeos que ganó en maratones. Unas copas que tapan sus fracasos y le sirven de muralla a sus sentimientos. Alba, amiga de Jacob y pareja sentimental de su hermano Abel, se obliga a ser una persona recatada, olvidándose así de la locura que desde pequeña ha llevado dentro. Y, Jacob, un personaje desbocado que se pasa la obra con los zapatos desatados, miente a todos los que le rodean para no aceptar la realidad, ni admitir el sentimiento de desamparo que le corroe por dentro.
Cenizas es una obra llena de acción en sus silencios, compuesta por miradas de rabia y gestos de odio. Reflexiona en torno a las distintas reacciones frente a la muerte, las convenciones familiares y el hecho de fingir. Fingir constantemente: con la familia, con la pareja, hasta el punto de desconocerse por completo.
La pieza adopta un tono cómico dentro de la tragedia y lo hace con ocurrentes diálogos. “¿Damos una vuelta?”, sugiere Alba. “Me paso la vida dando vueltas”, responde Jacob bajo un tono melancólico. Los tres personajes se cuestionan durante el transcurso de la obra algunos aspectos de su vida como la sensatez, el amor o el miedo permanente al fracaso.
Cenizas, acompañada por la BSO de The New Raemon y los textos de John Steinbeck, consigue absorber la atención de los espectadores que asienten con la cabeza mientras viven las escenas, manifestando, así, una cierta identificación con esos personajes. Y, es que, afrontar la muerte de un familiar, en ocasiones, se puede convertir en toda una odisea.