El interior de Casa Botín, sin duda alguna, es el plato estrella de la casa. La decoración consigue que el comensal se adentre de pleno en el siglo XVIII, como si formara parte de una novela de la época. De hecho, este restaurante ya ha sido mencionado por diversas obras literarias, de entre las cuales se podrían destacar Fortunata y Jacinta de Pérez Galdós o Greguerías de Gómez de la Serna.
La casa presume de sus reconocimientos mundiales (Record Guinnes, recomendación de la guía Michelin…) en la fachada, hecho que sirve para atraer fácilmente al público que pasea por la calle Cuchilleros. Por lo que respecta a la comida que se sirve, queda totalmente eclipsada por la decoración ya mencionada. Defiende platos de la cocina tradicional española como el cochinillo y el cordero que, aun estar presentados de la mejor forma posible de acuerdo con su particular ambiente, podrían encontrarse en cualquier menú diario de un restaurante mucho más simple.
Por otro lado, haciendo hincapié en los entrantes, encontramos una lista con diez opciones muy diferentes. Destacan los huevos revueltos de la casa y la ensalada “botín”. Lo que realmente es digno del reconocimiento de Casa Botín llega con los postres. Tarta de queso con chocolate blanco es una de las opciones más tentadoras. Sencilla pero sabrosísima. Sin duda alguna, es el elemento que hace recordar al restaurante con una sonrisa; sin olvidar al personal que se muestra muy atento en todo momento tratando a los asistentes como si formaran parte de esa casa que tanto tienen que cuidar.
En definitiva, la literatura y la historia han hecho que Casa Botín se convierta en un referente de la gastronomía madrileña. Es un buen lugar para acercarse e impregnarse de todo lo que la rodea, eso sí, por un precio aproximado a 50€.