Carlos Brioso, el tiktoker que triunfa hablando de cine

Carlos Brioso
Carlos Brioso

«Las redes sociales transmiten una sensación de enorme necesidad de cercanía»… ¿Un nuevo enfoque para el periodismo y la divulgación?

«¿Por qué no se me ve? Nunca me había pasado esto antes, sino probamos por Zoom». Aún sin verle, su voz resulta inconfundible, al menos para aquellos amantes del cine a los que nos gusta perder horas en la infinita y extrañamente precisa for you page de Tik Tok. Cuando por fin conseguimos iniciar la videollamada con imagen, la sensación es de reencuentro, al menos —una vez más— para los que llevamos tiempo siguiendo su contenido en la red social del momento.

No podía ser de otra manera: Carlos Brioso está sentado en la mesa de su plató, con dos focos a su espalda, sonriendo, pero, eso sí, esta vez sin su característica camisa blanca y chaleco gris. Con más de 485.000 seguidores en Tik Tok, Brioso utiliza las redes sociales como plataforma de divulgación. Guiado por las preguntas que le lanzan sus propios seguidores, muestra los entresijos que se esconden en la producción del denominado séptimo arte.

En busca de algo Kememole

La pandemia fue el punto de partida aunque, como todo aquel al que se le pregunta por sus hobbies, Carlos considera que su afición por el cine está en su vida desde que tiene memoria. Sin embargo, como muchos a los que sus intereses los han llevado por el difícil camino de las Humanidades, al escoger su futuro laboral, tuvo que buscar otra salida mejor valorada, más factible o, dicho de otra manera, un «trabajo de verdad». Por ello, decidió estudiar traducción, pensando que era lo que debía hacer aunque, de algún modo, «no puedes renunciar a las cosas que te gustan».

Cuando acabó la carrera, sintió que se debía a sí mismo la oportunidad de hacer lo que realmente le interesaba y, de los cursos de cortometraje, dirección artística y escenografía, pasó a trabajar en la producción de series y publicidad. En televisión encontró «curro» de atrezzista y, finalmente, llegó el paso natural siguiente: «necesitaba contar mis propias historias y que la creatividad fuera mía así que, con gente que conocía, empezamos a hacer una web serie que fue creciendo y que nos llevó a montar una pequeña productora, Kememole».

Carlos Brioso grabando en el plató de Kememole
Carlos Brioso grabando en el plató de Kememole

El salto a las redes sociales fue una consecuencia más en ese camino. Drácula, el vampiro gallego, la nueva web serie que habían estado produciendo durante el confinamiento y que se basaba en capítulos sencillos y cortos, se convirtió en el contenido perfecto para ese nuevo mundo del fast video de Tik Tok, lo que hizo que empezase a obtener muchas más visitas de las que había conseguido nunca en otras plataformas como YouTube.

Y, como en toda red social, más visitas significa más interacciones, mucha más gente conociéndote y, en el caso de Carlos, muchas más preguntas sobre los rodajes. «Era un bombardeo: “¿cómo se hace esto?”, “¿cómo hicisteis lo otro?”, “¿por qué hicisteis tal cosa?”», recuerda. De esta manera, el objetivo inicial de compartir sus creaciones en redes sociales fue evolucionando al canal con el que, hoy en día, Carlos ha conseguido conectar con su audiencia y crear una comunidad con el interés por la industria cinematográfica, en todas sus formas, como foco principal.

Con la autenticidad como motor

Enseguida entendió cómo funcionaba esa nueva forma de comunicar. «Cuando empiezas en redes sociales te das cuenta de que a la gente ya no le basta con el producto terminado, la gente quiere saber quién eres, quién está detrás, cómo se hizo, qué pasaba… No es lo mismo que con los medios más convencionales como la tele o el cine, que son más pasivos». Se trata de la creciente necesidad de mantener una relación más directa entre divulgador y oyente, un deseo de interacción que Carlos afirma que es «completamente recíproco». La clave está en la autenticidad y la inmediatez. «Las redes transmiten una sensación de enorme necesidad de cercanía. Si algo tiene valor de lo que yo hago es que hablo de mi experiencia personal, pero yo no me considero autoridad ni creo que nadie deba considerarme».

Su modestia no es fingida. «No lo sé, no controlo software a ese nivel», contesta en uno de sus vídeos a la pregunta sobre qué programa es el utilizado para realizar los efectos especiales en las películas. «Es verdad que investigo para hacer los vídeos, pero muchas de las cosas que cuento son de mi día a día y de cosas que he aprendido trabajando». La mayor parte de la entrevista, la hace afirmando que su labor de divulgación no la realiza desde la posición del experto, sino del «frikazo» que se mira todos los behind the scenes y vídeos extras incorporados en los DVD de las películas. «Simplemente comparto mi pasión», afirma con una sonrisa en la cara.

Si algo está claro, es que Brioso ha encontrado la manera de hacer justamente eso, conectando por el camino con cientos de miles de personas que confían en él para trasladarle sus dudas sobre la industria cinematográfica y que admiran su trabajo como divulgador. «Esta cuenta debería de emitirse en TV. De lo mejor que se ve por estas redes», halaga uno de sus seguidores. «Unos de los mejores vídeos explicativos que he visto», afirma otro. Con reacciones como estas, la siguiente pregunta parece evidente: ¿son informadores como Carlos los nuevos referentes de la comunicación?

Influencers… ¿Periodistas del futuro?

Su trayectoria profesional es uno de los puntos sobre los que más le cuesta posicionarse. «Tengo un poco el síndrome del impostor», afirma. «Cuando la gente me pregunta “¿Cuál es tu oficio? ¿A qué te dedicas?”, yo lo único que me atrevo a decir es “tengo una productora”. No me reconozco ni en “soy productor” ni en “soy director”». Ni hablar, entonces, de la posibilidad de ser una figura de referencia en el ámbito de la comunicación y, más concretamente, en el mundo del periodismo. «En un momento dado puede ser de interés que una persona como yo hable con un actor, porque he trabajado en el mundo del cine y sé de lo que hablo, pero es una obviedad que yo no soy ni entrevistador ni escritor», comenta sobre la inclinación cada vez más clara a utilizar a los influencers como figura periodística.

Sin embargo, entiende perfectamente de donde viene esa nueva tendencia y necesidad de cambio. «El periodista antes importaba porque te acercaba a ese actor de esa película que se estrenaba, ahora tú quieres ver a tu influencer porque tienes una relación personal con esa persona». Mientras que, hasta ahora, existía una clara separación entre comunicador y receptor, en el presente, la barrera entre ambos empieza a difuminarse, y la pasividad con la que se consumían las noticias comienza a dejarse de lado, buscando una relación con el informador que permita interactuar con él y conocerle directamente, una posibilidad que «con la tele no existía, con un libro no existía, con un periódico no existía… Era físicamente imposible».

Carlos Brioso en Tik Tok
Carlos Brioso en Tik Tok

La necesidad de adaptarse y aprovechar las nuevas herramientas que las plataformas digitales proporcionan para llegar al (también nuevo) público es una realidad, y figuras como la de Carlos y su trabajo de comunicación parecen estar marcando el recorrido a seguir, una trayectoria que pasa por aprender a conectar con el público de la manera en que ya lo hacen los influencers.

«Yo creo que esa manera de crear una unión con el público a través de las redes está genial, y los periodistas que lo están utilizando a su favor están siendo muy inteligentes, haciendo un trabajo de periodismo de otra manera y con otro enfoque. Estamos en ese punto en el que no está claro hacia donde vamos; estamos en un momento de redefinición», concluye. «Me preguntabas si Tik Tok es un trabajo o no, pero es difícil distinguir si lo es o no porque yo tengo la suerte de hacer lo que me gusta. ¿Es un trabajo? Pues a veces no lo sabes… pero no importa».

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