Camaradas creativos

Cuadro del pintor ruso Deineka

Rusia, un país de 143 millones de habitantes, tiene mucho que ofrecer en todos los aspectos. Casi todo lo que sabemos de la cultura de este inmenso país viene de oídas, del cine, de la literatura (salvo el vodka, que muchos conocen de primera mano). Sin embargo, en estos momentos coinciden en Madrid dos exposiciones que traen elementos clave del espectro cultural ruso: la del State Hermitage de San Petersburgo en el Museo del Prado y la que aquí nos ocupa, La Caballería Roja: Creación y poder en la Rusia soviética de 1917 a 1945, alojada en La Casa Encendida. Estas dos muestras son proyectos inscritos en el marco de la celebración del año dual España-Rusia 2011.

La Caballería Roja es una colección multidisciplinar que muestra creaciones pictóricas, cinematográficas, literarias, musicales, teatrales de los primeros años de la Rusia comunista. En la exposición podemos encontrar piezas artísticas de la época sin intención propagandística, aunque con la innegable carga política que impregnaba todo lo ruso en aquellos años, y por supuesto obras al servicio de los regímenes leninista y estalinista. Hay tantísima diversidad de expresiones artísticas que sería muy complicado categorizarlas todas aquí.

Lo más destacado que podemos encontrar son cuadros de Malévich (su pintura La Caballería Roja, situada bajo estas líneas,da nombre a la muestra) y Kandinsky, retratos de Lenin y Stalin, por supuesto, libretos de óperas de Shostakovich, esculturas, caricaturas antifascistas, maquetas de edificios e inventos, carteles propagandísticos, etc. Todo lo presente en la exposición está cargado de un apabullante simbolismo, sin duda.

Cuadro del pintor ruso Malevich

Dos de las cosas más curiosas son un tablero de ajedrez de la época que simboliza la lucha entre los soviéticos y los capitalistas a través de sus piezas: los peones y las torres de los capitalistas son soldados y tanques, respectivamente. En cambio, las de los soviéticos son libros (torres) y campesinos (peones). El otro objeto más destacable es el cuadro Enemigo desenmascarado en la fábrica de Antónov, un óleo en blanco y negro con una fuerza sobrecogedora.

Hay mucho más de lo aquí reseñado esperando a ser visitado. También tendrán lugar conferencias, actuaciones, conciertos y performances relacionadas con el arte soviético. Merece la pena, hasta el 15 de enero y con entrada libre.

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