Este 28 de octubre los vecinos de un pueblo de poco menos de 500 habitantes de Castilla y León serán los protagonistas de un registro cinematográfico épico. Hace ya 55 años que una historia se pasa de boca a oreja y de puerta a puerta, pero ahora, por primera vez, se cuenta en la gran pantalla, precisamente en uno de los mayores escaparates del cine español: la SEMINCI. En su 60º edición, la Semana Internacional de Cine de Valladolid presentará al mundo un relato del rodaje de El Cid, película estadounidense que desvela las hazañas del caballero más famoso de la España medieval con una de sus secuencias rodada en Torrelobatón.
Cultura Joven ha tenido el privilegio de hablar con los responsables de recuperar esa peculiar historia, los directores Pedro Estepa y Elena Ferrándiz -también parte del equipo del CEU Media– que vivirán su propio estreno en la SEMINCI con Bienvenido Mr. Heston.
Cultura Joven: ¿Por qué el foco en el rodaje de Torrelobatón? ¿Qué había de especial allí?
Pedro Estepa: Nosotros nos hemos centrado en ese pueblo porque mis abuelos se compraron una casa allí hace muchos años y yo he ido todos los veranos a pasar las vacaciones allí. Sobre todo en los últimos años hemos ido muchas veces a escribir otros proyectos, a pensar en guiones, hasta que un día nos dimos cuenta de que allí había una historia muy bonita. Una secuencia de El Cid, del año 1961, dirigida por Anthony Mann, se rodó en Torrelobatón. Lo cuenta toda la gente del pueblo, todos tienen muy buenos recuerdos de ese rodaje.
Elena Ferrándiz: Además, porque siempre que se habla de El Cid, la gente no habla de este pueblo. Siempre se habla de Peñíscola, donde está el castillo más reconocido. Por eso queríamos hacer un homenaje a estos tres minutos que tiene el pueblo de Torrelobatón en la película.
CJ: ¿Todavía hay mucha gente viva de aquella época? ¿Cómo fue la búsqueda de los personajes?
Elena: Al tener casa allí y al conocer a los vecinos, siempre es un poco más fácil. Una vecina que es la mayor – cuando la grabamos tenía 97 años – es la más conocida. Todos sabían que ella había cosido banderas. Al ir a hablar con ella, nos enteramos de que sus hijas habían participado. Sus hijas, que eran extras, nos dijeron que otra persona había puesto al burro… Entonces fue un recorrido de ir de uno a otro, de casa en casa… Al final, mucha gente ha participado, muchos tenían 12 años, 15 años, como extras, siendo niños. Los que son más mayores, reconocibles en la película, no están vivos ya.
CJ: ¿Reconocibles como extras?
Pedro: Sí. El equipo pidió ayuda a la gente del pueblo, para, por ejemplo, coser banderas. Y como figuración, se hablaba de unas 600 personas del pueblo, pero implemente para aparecer detrás de Charlton Heston…
Elena: La escena grabada allí es una en la que Charlton Heston llega a Vivar, con dos moros prisioneros, y le recibe su padre. Entonces baja todo el pueblo corriendo de Vivar. En primer plano aparecen los vecinos de Torrelobatón y detrás las mujeres y estudiantes de Valladolid, que son los que dicen que hay que matar a los moros. Una señora recuerda cómo su padre cogía las riendas del caballo del Cid, entonces en ese momento sacamos la escena, y queda muy bonito, mientras ella recuerda a su padre y vemos a su padre ahí. Pero, por supuesto, su padre no está vivo.
CJ: ¿El guión original sólo incluía esos personajes?Elena: La producción empezó sólo siendo un documental de la gente del pueblo, pero como creció tanto, decidimos meter gente del equipo de rodaje, metimos a Gil Parrondo, el decorador de la película, a Ricardo Huertas, que era del equipo de producción, y ellos iban aportando datos reales y verificando lo que decía la gente del pueblo, lo que nos vino genial. Por otro lado, tuvimos que hilar todo de otra manera que no estaba prevista en el guión.
CJ: Han utilizado para el hilo una crónica de aquella época, del rodaje. ¿La película es un documental sobre el pueblo, y cómo ha evolucionado, o sobre el cine, cómo se hacía cine en aquella época? ¿Qué puede esperar la audiencia de la película?
Elena: Es una mezcla de las dos cosas. Puedes ver el contraste de cómo era el pueblo en el año 61, y cómo llegó ese rodaje, que no era habitual -no era habitual que llegaran esas superproducciones americanas a España- con un gran despliegue, así que era un contraste mucho mayor. Contamos un poco qué supuso para ese pueblo ese rodaje y a la vez contamos las tradiciones del pueblo, cómo eran entonces y lo que queda de ellas.
Pedro: El documental es un homenaje al pueblo en sí, a Torrelobatón y a sus vecinos, pero también a todos los pueblos de España. A la vez es también un homenaje al cine y, sobre todo, al cine clásico de Hollywood. En el título se puede ver claramente, porque Bienvenido Mr. Heston es un guiño a la película de Berlanga, Bienvenido Mr. Marshall. Para la crónica, hemos usado una publicada en el periódico El Norte de Castilla, escrita por el periodista Antonio Fernández Figuera, del 23 de abril de 1961, y que contaba cómo se desarrolló el rodaje.
CJ: El título sirve entonces para relacionar el cine clásico norteamericano al cine español.
Elena: Sí, la llegada de los americanos a ese rodaje y, en general, al cine en España supuso que el cine español creciera mucho más, porque venían los mejores técnicos del cine de Hollywood a nuestro país, pero el equipo técnico lo cogían de aquí. Supuso una formación para los técnicos españoles que ha servido luego para crear cantera en los años posteriores.
Pedro: Y «bienvenidos» porque eran muy bienvenidos por la pasta que dejaban en el pueblo, la gente cobraba un dineral para aquella época. Ganaron 100 pesetas al día, un total de 300 pesetas, que era lo que cobraban en tres meses. La gente recuerda lo que se compró con ese dinero. Hubo familias que participaron enteras.
Elena: Mencionamos a Heston porque la gente no conocía a Anthony Mann, a su director, ni a Samuel Bronston, al productor. Todo el mundo sabía que venía Charlton Heston, pero incluso a Sophia Loren la gente no la conocía, no sabían si era guapa o no, porque esa era su segunda película y en aquella época no había televisión.
CJ: ¿Desde el principio tenían la idea de reivindicar España como plató de cine a la audiencia?
Pedro: Al evolucionar el proyecto, como era un homenaje al pueblo, fuimos abriendo la visión de que en realidad, este pueblo era como muchos pueblos de España, que tienen su patrimonio artístico, histórico… Sí que queremos reivindicar España como un plató de cine, y ahora eso está de moda, hay mucha gente que lo destaca, productores americanos sobre todo, que están viniendo a España a rodar. Ahora hay tasas que aquí salen más baratas que en otros lugares y por eso vienen. Desde un punto de vista climatológico es muy bueno para rodar, hay mucho sol, muchas horas de luz, los escenarios son reales y tienen desde castillos a desiertos, playa, montaña. Hay muy buenos profesionales, así que prácticamente lo tenemos todo. Lo que pasa es que hay que vender un poco más en el exterior lo que tenemos aquí. ¿Vendría bien que bajaran algo más los impuestos para atraer más rodajes? Sí, por supuesto.
CJ: ¿Qué sintieron, como realizadores, yendo a Torrelobatón a investigar la historia del rodaje, y conocer las condiciones en que lo hicieron?
Pedro: La sensación que me ha dado es que lo tenían muy fácil. Por lo que nos ha contado, por ejemplo, Gil Parrondo, o Ricardo Huertas, es que lo tenían muy fácil porque Samuel Bronston tenía mucho dinero.
Elena: Era otra época. Las producciones de Samuel Bronston eran a lo grande. Se movían por toda España, rodaban en interiores y construían lo que hiciera falta. Gil Parrondo fue a Torrelobatón, hizo una foto porque le gustó la localización, y no hubo ningún problema en desplazar a todo el equipo allí. Fueron más de veinte camiones de atrezzo, vestuario e iluminación. Más de veinte camiones que se desplazan a un pueblo solo para grabar una escena de tres minutos… Hoy en día es impensable, porque la tecnología también te hace un decorado virtual y ya está. En ese momento, tenían al pueblo de su parte, participaba todo el mundo… Casi nos ha costado más a nosotros, desplazarnos ocho personas sin dinero y rodar todo eso.
CJ: ¿Y fueron solo tres días para tres minutos? Es interesante que solo tres días hayan marcado tanto a la gente de allí.
Elena: Eso nos ha llamado la atención. Todo el mundo lo recuerda, hay una exposición en el castillo con carteles de la película y con fotografías. El documental tiene fotografías de un estudiante que compró una cámara de segunda mano -era muy raro tener una cámara en aquella época- y se la llevó al rodaje. Hizo unas cuantas fotografías que ahora están expuestas en el castillo. Lo explotan porque es el acontecimiento más internacional que ha tenido el pueblo. También incluimos en el documental doce o quince fotografías que nos ha dejado Fraser Heston y que hizo su madre. Y también fotografías de un historiador. Es muy bonito ver el antes y el después. Fundimos la película con las imágenes de ahora, en las que hay muchas más casas y naves industriales. La crónica dice: “el castillo en lo alto de la verde montaña», y buscamos la montaña y el verde, pero está todo lleno de casas.
CJ: ¿Cómo fue la financiación?
Pedro: Podríamos haber optado por una subvención. Pero eso significaba aceptar una serie de condiciones, que para nosotros eran limitaciones, sobre todo temporales. Y como trabajamos con horarios fijos y tenemos un equipo que también tiene sus trabajos, no nos podíamos comprometer a acabarlo en una fecha concreta, no nos iba a ser posible. Entonces elegimos hacerlo por nuestra cuenta.
Elena: Fue un proceso muy largo para nosotros y muy complicado porque lo hemos hecho casi todo nosotros dos. Excepto la post-producción y el rodaje, en el que éramos ocho personas… Pero todo el proceso de edición, de búsqueda de patrocinios, búsqueda de distribuidora o cómo hacerlo todo legalmente ha corrido de nuestra cuenta. Ha sido un aventura ir aprendiendo todos los apartados y todas las fases de una producción cinematográfica. Al final es un auto producción total. Ya hemos conseguido una distribuidora, empezamos con los agentes de venta…
CJ: ¿Es más difícil vender un documental?
Elena: Depende de cómo lo quieras vender. Por lo visto, un documental, si no tiene versión corta para televisión, no lo cogen. Las televisiones hoy en día tienen una versión de 52 a 54 minutos, y si no hay esa versión corta, no lo miran siquiera. Por eso también estamos trabajando en este montaje.
CJ: ¿En el equipo que les ayudó eran todos amigos?
Elena: El equipo que forma parte, sobre todo el equipo técnico, al ser amigos, pusieron su equipo, su tiempo… ¡Todo ha salido bastante bien! Luego en post-producción hemos contado con unos profesionales buenísimos.
Pedro: Trabajamos con los estudios Coda para todo el tema de sonido. Y con Fernando Pocostales, que ha diseñado todo el sonido y la música. El grafismo y el talonaje del documental lo ha hecho Zoltan Farkas. La guinda es que hemos contado con el actor Emilio Gutiérrez Caba para poner la voz en off a la crónica. Un actor de su categoría le da más empaque al documental, ¡además es de Valladolid!
Elena: Él cuenta cómo se veían en esa época las producciones desde el punto de vista de los actores. Soñaban con hacer esas películas americanas. Él era un crío entonces y es muy interesante cómo lo cuenta.
CJ: La película se estrenará en la SEMINCI. ¿Tienen perspectiva de llevarla a otros festivales?
Elena: De momento hemos pagado los derechos de la película para España y Estados Unidos. Pero supongo que habrá que ampliarlo, claro. América Latina, por el idioma, nos interesa mucho.
Pedro: La SEMINCI es para nosotros el festival ideal por cercanía y porque hemos grabado en un pueblo de Valladolid. Creemos que es importante que se estrene en precisamente en este certamen.