Los Hermanos Karamázov, una oda a la violencia, el odio y el rencor

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Sergio Parra

Los Hermanos Karamázov y su horrendo padre, Fiódor, se han hecho con el escenario del Teatro Valle-Inclán. La adaptación de la obra homónima escrita por Fiódor Dostoiesvki entre 1879 y 1880, no ha dejado al público indiferente e incluso ha colgado el cartel de no hay entradas para todas las funciones que quedan de esta producción que se despide del escenario el próximo 10 de enero. Ha sido Gerardo Vera, que fuera director del Centro Dramático Nacional (CDN) desde 2004 y hasta 2011, el valiente que ha decidido ponerse manos a la obra para conseguir adaptar, con la ayuda de José Luis Collado, las más de 1.900 páginas que narran las desventuras de la familia Karamázov.

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Juan Echanove como Fiódor Karamázov y Óscar de la Fuente como Smerdiakov – CDN

Para esta aventura el director madrileño ha contado con la participación estelar de Juan Echanove en el papel del tirano patriarca de los Karamázov. Una oportunidad que surgió hace unos meses durante una charla distendida en el antiguo Café Comercial. Echanove encarna a la perfección al malvado Fiódor. Un padre que presume de su vileza, depravación e inmmoralidad y que se jacta de haber llevado a toda su familia al lodazal de violencia, odio y rencor en el que vive. Y es que Los Hermanos Karamázov no es más que eso, la historia de cómo las perversiones de un padre pueden acabar con las vidas de sus hijos. Un estudio sobre la esencia del ser humano y cómo el odio y la maldad son dos elementos indispensables en su existencia.

Pero es que esta adaptación de más de tres horas de duración, no es una obra en la que solamente brilla Juan Echanove en la que eclipsando a sus compañeros, ni por asomo. Es tremendamente destacable la interepretación de Óscar de la Fuente en el papel de Smerdiakov, el bastardo de la familia, al que todos desprecian y que acaba siendo una pieza clave en la historia. Realmente llamativos son sus ‘ataques de epilepsia’, que sorprendieron al público por su naturalidad y veracidad.

Por su parte, Fernando Gil está fantástico como Dimitri Karamázov. Él hace creíble ese hombre noble pero traumatizado, humillado y acomplejado por su padre. Un hombre de palabra y honor, pero que ve cómo el espíritu de su padre le lleva a ser un mal hombre. Por otro lado, también son conmovedoras las interpretaciones de Markos Marín (Ivan Karamázov) y Lucía Quintana como la despechada Katerina.

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Los tres Karamázov: Aliosha, Iván y Dimitri – CDN – Sergio Parra

En el papel de Grúshenka, Marta Poveda personifica a la muchacha polaca engañada y abandonada por su amor y que, por ello, se dedica a utilizar a todos los hombres que se cruzan en su camino. Como pega de su actuación podríamos decir que tal vez lo más discordante es su voz. Ya que además de ser muy nasal y con un acento extraño, a veces había problemas para entenderla claramente. La luz a todo este drama la pone el joven Alexei, el pequeño de los Karamázov, interpretado por Ferran Vilajosana. Y es que Aliosha encarna la bondad, el amor incondicional, que a pesar de toda la degeneración, continúa queriendo y apoyando a su familia sin juzgarles.

La escenografía y ambientación de esta producción son más que sobresalientes. Durante toda la obra hay una atmósfera de inquietud y desasosiego que complementa a la perfección la narración. Las transiciones entre las diferentes escenas son excelentes, sobre todo, gracias a la sencillez y versatilidad de la escenografía, que tanto vale para representar la casa de los Karamázov, como un monasterio o una estación.

En resumen, esta adaptación de Los Hermanos Karamázov de Dostoiesvki ha sido todo un acierto por parte del Centro Dramático Nacional  y un gran logro de Gerardo Vera, que ha sido capaz de hacer de este clásico de la literatura una joya teatral en la que el elenco juega un papel crucial y cuyo nivel interpretativo es inconmensurable.

 

Helena Núñez Guasch

Ibicenca por tierras madrileñas. Apasionada de la danza y amante de la cultura. Creo en el Periodismo como herramienta imprescindible para la divulgación y como apoyo a la educación.
"El sitio de la danza está en las casas, en las calles, en la vida" M. Béjart.

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