El Jazz a través de los ojos

“La fotografía de jazz es un género en sí mismo. Podría decirse que sin fotos no habría jazz, y viceversa”

Wadada Leo Smith

Son las palabras de un conocido trompetista que reflejan la importancia de perpetrar la historia de un género musical a través de imágenes. Los músicos siempre pasarán a la historia por su música pero las imágenes enlazan esas historias individuales y crean una crónica inédita, la visual muestra de un estilo que va más allá de la música y se establece en las ciudades, en las personas, en sus culturas y en el arte.

Las paredes del Círculo de Bellas Artes se visten de Jazz con 186 instantáneas ocupadas por los rostros de  Miles Davis, Duke Ellington, Louis Armstrong, Chet Baker, Billie Holiday… Realizadas a pie de escenario o en el estudio de grabación, entre sombras, miradas perdidas y ambientes oscuros; son imágenes en blanco y negro, imágenes añejas y nacidas para perdurar en la memoria, nacidas de la simpleza y la imprevisibilidad del momento. Los acordes y los rostros, atrapados en el tiempo, de aquellos que nunca cogieron una partitura y que cambiaron las clases en el conservatorio por las calles de Nueva Orleans, Harlem o Nueva York.

Una galería de imágenes que reflejan la vida de los protagonistas de una época dorada y la obra de los maestros de la fotografía de jazz como William Gottlieb, Chuck Stewart, Esther Bubley o William Claxton. Realizadas a pie de escenario o en el estudio de grabación, entre sombras, miradas perdidas y ambientes oscuros.

Cada una de las fotografías destaca no por su valor artístico sino por su valor documental, un auténtico quién es quién del jazz desde los comienzos del género hasta finales de los sesenta. Jorge Mara, comisario de la exposición, advierte de la importancia de conocer cómo vivían estos músicos; eran artistas marginados por la sociedad que vivían en situaciones muy precarias, tenían reconocimiento artístico pero no económico por lo que su aspecto, su carácter y su música no se veían alterados por una fama encumbrada por la riqueza y siguieron viviendo al margen de lo establecido, sin partituras, sin barreras sociales preestablecidas, tan caóticos como unos acordes de jazz.

Contrastando con el blanco y negro de las instantáneas, la exposición incluye una selección de los dibujos y acuarelas de Hermengildo Sábat, que muestran una visión muy distinta donde aparece un jazz en tecnicolor con ese punto gamberro al que el artista siempre alude en sus obras. Ejemplo de ello es una de sus obras más conocidas donde, recurriendo a una fotografía promocional de Jelly Roll Morton, nos ofrece su punto de vista sobre el primer músico de jazz de la historia, presentándolo con una orquesta de odaliscas en topless en lugar de músicos.

Sus trazos, colores y dibujos son una clara muestra de cómo el jazz ha conseguido impregnar el mundo del arte. El escritor Antonio Muñoz Molina se refiere así al artista en el texto Artes del jazz, escrito para esta exposición: “Sábat es un dibujante de jazz no porque haga retratos de músicos sino porque hace jazz con sus lápices o pinceles untados de tinta igual que un jazzman improvisa líneas melódicas. Parece que la mano va sola, pero va a alguna parte. La mano sabe a donde va”.

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“¿Usted quiere tocar como Louis Armstrong?  Tan sólo resta que cierre los ojos apoye la boquilla sobre los labios y nos conmueva con sus creaciones ¿vio qué fácil?”

Hermenegildo Sábat

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