Una vegetación frondosa, húmeda que encierra animales extraños, a veces peligrosos. Árboles de troncos altos, delgados y flexibles o anchos, con grandes hojas: la selva virgen en todo su esplendor. Hay lianas, y un hombre que salta de una a otra. Procede de una casta de nobles ingleses, pero no lo sabe. John Clayton vive ajeno a esa civilización de la que procede, tiene el pelo largo y unos pulmones que cualquiera envidiaría. Vive rodeado de monos, la única familia que conoce, se llama Tarzán y cumple cien años.
El personaje de Edgar Rice Burroughs (1875, Chicago, Estados Unidos) saltó al mundo de la literatura en 1914, pero su primera aproximación al público fue unos años antes. Burroughs trabajaba como mayorista de sacapuntas, una profesión que le dejaba mucho tiempo libre para leer unas revistas de bajo presupuesto comúnmente denominadas pulp, por el papel amarillento en el que se imprimían. Las historietas de aventuras que se colaban en sus páginas no eran de una gran calidad, así que pensó que no perdía nada intentando escribir algo. Igualar el nivel de los textos no parecía complicado. Probó suerte con Bajo las lunas de Marte, y la tuvo. Tarzán llegaría después, primero por entregas entre aquellas páginas ya gastadas (All-Story Magazine, 1912), más tarde como novela, una de las más leídas y traducidas, aunque en España tuvimos que esperar hasta 1927 para poder disfrutarla en nuestro idioma. Pasó de su modesto empleo a ser uno de los escritores más conocidos de la literatura juvenil.
Hasta 24 novelas protagonizó este hombre-mono que rompió los esquemas de una sociedad que buscaba nuevos héroes, capaces de apartar sus mentes de la gran guerra que asolaba el mundo y la inestabilidad de los años posteriores.
En la gran pantalla
1918, blanco y negro y sin sonido. Elmo Lincon fue finalmente el rey de los monos, un papel que otros dos actores declinaron para alistarse en el ejército, Enid Markey, la bella Jane y Scott Sydney, el director. Era la primera vez que se llevaba al cine. Pero tuvimos que esperar hasta 1932 para escuchar el emblemático grito de Johnny Weissmüller, ver a Maureen O’Sullivan encarnar a Jane y disfrutar de la primera aparición de Chita, un personaje que no aparece en el libro de Burroughs.
Denny Miller, Miles O’Keeffe o Christopher Lambert también han demostrado que saben desplazarse de una liana a otra. Pero fue en 1999 cuando llegó una de las adaptaciones más conocidas de la novela, la versión animada de Walt Disney, en la que Tony Goldwyn presta su voz al protagonista y que recibió un premio Oscar por la mejor canción original, compuesta por Phil Collins.